
El desierto es algo que nos va tocar transitar en algún momento (si es que no lo estamos haciendo ya). Puede que lleguemos a sentirnos cansados, sedientos y sin esperanza…
Al buscar y no hallar nada, quizás podemos empezar a mirar oasis, que no son más que «espejismos». Eso es normal, en medio de tanto sol y sequía. Sin embargo es necesario estar atentos.
¿Qué diferencia a uno del otro?
Los espejismos desaparecen cuando realmente los necesitas para calmar la sed, para que sean de reposo para tí, o simplemente para embellecer tu vida un poco cansada. ¿Y que consigues en los espejismos? ¡Nada! Simplemente desaparecen, para volver a presentarse a protagonizar mentiras y emociones falsas que de lejos son difícil de evidenciar y su garantía puede ser la misma decepción que en la aparición anterior.
Los oasis, no se van; su lugar es allí aún en medio del más árido desierto. Y lo imposible sucede en ellos. ¡Simplemente florecen!
¿Qué consigues en los oasis? Ponen a tu disposición agua para tu sed, un reposo para el camino y belleza para tu espíritu y vida, cada vez que lo recuerdas. Su garantía es que no importando la inclemencia del lugar, le encontrarás para tu disfrute.
Pasar cada uno de los desiertos que se presentan en nuestro camino, no sólo dependerá de la resistencia que podamos tener, sino de saber llegar y estar en el oasis, en lugar de perdernos entre los espejismos.
Qué ves… Oasis o espejismos?
