La vida es un prisma gigante, nuestras heridas, tropiezos y hasta vacilaciones son diminutas grietas… la luz cuando llega, penetra a través de ellas y en nosotros se producen diferentes matices.
Esa es la ventaja de tener «grietas» que somos destinatarios de rayos de luz que terminan por transformarnos desde adentro hacia afuera.
No hay motivos para temer, dejemos que de nosotros salgan los diferentes colores, acompañados de la suficiente claridad para ser observados, primero por nosotros, y luego por alguien más que no nos deje en el cajón de aquellos que están condenados a no poder ser transformados por nada.
Tus ojos traen la luz
Me miras y se ilumina
Cada rincón de mi vida
Y entonces ya no hay más cruz.
Es una poesía muy hermosa Awilda. Un beso.
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