Nos conquista la idea de volar, de trascender, de libertad.
Surcar el cielo es una experiencia que anhelamos sin parar.
Más allá de lo que podemos pensar o imaginar, el arriba nos pertenecerá.
Pero a pesar del vuelo, que bueno es
Aterrizar.
No tener que batir alas, ni aún siquiera
Planear,
En un momento del vuelo, es bueno sólo parar.
Quien nos aterriza, es aquel que también nos lleva a volar más allá (sin duda).
Nada como una rama en nuestro vuelo, nada como un pecho para consuelo, una mano que te aferre, un lugar para llegar.
Que estemos en modo “vuelo” no implica que podremos estar siempre en el aire, sino más bien que aún estando así, de un lado para otro, alguien nos brinde de su atención y su ser como pista de aterrizaje donde parar y arribar.
Eso el amor, lo da.
El amor lo da, sí, da un punto de dulce locura, Awilda, que nos arrastra.
Me quedo con eso de … “Quien nos aterriza, es aquel que también nos lleva a volar más allá (sin duda).”
Feliz miércoles
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Asi es Enrique es una dulce locura. Aterrizaje y vuelo, todo nos lo da.
Un abrazote
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