De la sabiduría que pasea por la cocina… en estos días me encontré con lo siguiente:
Un vaso roto, entero… pero roto.
Quien tuvo el infortunio de tropezarlo con algo, dando paso así a su fisura; tuvo mayor infortunio al dejarlo guardado entre los otros, como si todo estuviera bien, como si no pasara nada.
Es típico de las familias, que al romperse algo, si no ha sido visto por el resto el momento en que sucede, que entre la tentación del disimulo y no se haga explícito el suceso.
Acaso no has preguntado alguna vez: —¿Quién rompió esto? o ¿Quién tomó aquello? Y la respuesta obvia es un silencio culposo que acompaña caras delineadas por un asombro que ni el que ve estallar un bombillo apagado, tiene.
En fin, el detalle en el que me hizo pensar este «vaso roto» es que quizás quien lo guardo, pensó ingenuamente que «podía utilizarse de nuevo, que todavía era útil...»
Así nos ocurre muchas veces con situaciones o relaciones, en las que sabemos existe una fisura y un roto, y pretendemos esconderla disfrazando las diferencias de atenciones no genuinas; y al final con cualquier roce suave termina volviéndose añicos, lo que aparentemente y por fuera, se veía perfecto y en su sitio.
Los recipientes con fisuras, son peligrosos. Sus bordes pueden cortarnos las manos al lavarlos, y hasta herirnos los labios si bebemos de ellos. Ni hablar de tragarnos algún resto del vidrio, si ese fuera el caso.
Lo que no tiene restauración, es mejor desecharlo.
Si es en nuestra alacena, nos dará espacio nuevo para colocar algo más, si no, mejor movilidad en la colocación de lo que ya tenemos.
Si es en nuestra vida personal, en esas relaciones tóxicas; desechar lo que nos hiere de forma continua, nos puede librar de males mayores a corto plazo.
Así que, mirando al que estaba roto… lo tome en mis manos y lo coloque en su lugar, en el bote se la basura. Claro, luego de envolverlo, para que no hiciera daño a quien lo encontrara. (Eso me dio que pensar en otra lección, pero ya para otra oportunidad)
Te has explicado perfectamente, en este caso, haberlo hecho desaparecer hubiera sido la mejor solución. Y encima nadie habría sabido que faltaba un vaso o quien lo hizo desaparecer.
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Muy buena salida, para quien lo hizo… sacarlo de circulación, sin decir nada. 🙈 jajaja así hicieron con el vaso que usaba regularmente, el de un color particular. Ahí, si me di cuenta enseguida que faltaba. Hasta hoy sigue el misterio, de saber quién lo quebró? Jajajaja
Abrazote JM
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En mis tiempos yo así lo hacía, por suerte no era especial el vaso que se rompía o me la hubiera ganado yo al no haber más a quien culpar.
Saludos Awilda
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Envolverlo bien para avisar al siguiente que quiera usarlo es una idea brillante
💋💋💋
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Genial comportamiento, Awilda … tus relatos siempre tienen fondo moral …
«Lo que no tiene restauración, es mejor desecharlo» … pero como tú lo haces.
Un abrazo
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Magnífica entrada, cuesta tanto deshacerse de quien acostumbramos a tener cerca Awilda. Sólo cuando tememos que haga daño a los más querido tomamos esa dura decisión. A lo mejor el vidrio ha saltado solo. Observo que tiene una forma estrecha en la base y ancha en la boca, eso le hace proclive a sufrir dilataciones irregulares. Un besazo.
Pero sí, en mi casa también se rompían de motu propio.
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Ya veo que sabes de esos detalles del vidrio, lo que me resulta interesante. Como dices querido Carlos, a veces deshacerse de lo que acostumbramos a tener cerca, cuesta.
Por el medio que fuera, si está roto… es mejor dejarlo fuera de uso.
Abrazote
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