La de ayer, fue una tarde encendida de esas en las que no me puedo quedar indiferente aunque quiera.
Dejar que sus colores me abrazaran, me hizo pensar una vez más que: Nada deja de ser, porque simplemente nosotros no le demos la importancia debida…
La belleza es algo que existe, al margen de que la reconozcamos o no. Cielo, eres un espectáculo.
Como todo lo importante, no deja de ser porque se le reconozca o no, como tal. ¿Acaso cambiaría estos colores, porque yo me negara a verlos? ¡Simplemente no!
Lo que puede ocurrir es que sea yo quien me lo pierda, pero lo bello seguirá siéndolo, con o sin mí de espectadora.
Igual ocurre con lo que se siente. Se tenga reciprocidad o no, sea reconocido o dado el trato que pudiéramos esperar o no, lo que sentimos no se borra de un solo plomazo por la realidad que a veces toque.
Mayo, agradezco este atardecer encendido, que despertó mi día, el cual luego de tener unos cuantos en el claustro que dan las preocupaciones, recibir este maravilloso regalo, hizo la diferencia.
Cuando el cielo se enciende, el corazón se nos alumbra.
“Nada deja de ser, porque simplemente nosotros no le demos la importancia debida” Efectivamente. Ni bueno, ni malo, ni tan siquiera inapreciable. Es. Feliz noche he de domingo ya.
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