Los que se resignan a usar máscaras cada día, consiguen que tarde o temprano el ser se asfixie bajo ella.
Al final solo queda una sombra vaga, que se irá diluyendo al irse borrando la esencia del ser que la refleja.
No nos resignemos a las máscaras, no hay mejor versión que la nuestra.
La vida reclama ser vivida… ¡por favor!
Como en el teatro griego, las máscaras se reparten al comienzo y no se admite mostrar al público el rostro verdadero en medio de la función. En este mundo, la obra termina sólo cuando se cruza el umbral de la casa. Un besazo.
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Así es querido Carlos. La obra no termina hasta que termina y algunos jamás se quitan la máscara.
Abrazote
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Dando la cara es como la vida se vive. Todo lo demás aún cuando no lleve máscara no será el reflejo nuestro. Feliz domingo.
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Ciertamente, y sin reflejo nuestro , no es nuestra, la vida.
Abrazote querida MariPaz
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