Este ha sido un mes bonito .
Un mes en que se han afinado mis ojos para descubrir la vida.
Y es que a veces creemos que el mundo es sólo el pedacito que vemos…
Hasta que afortunadamente nos damos cuenta que debemos estirar nuestros pensamientos y dejar que vuelen.
Entonces somos capaces de encontrar en el camino, lo que a través de un juicio limitado o sesgado, jamás habríamos descubierto.
Lo que nos lleva de manera providencial a respirar la vida, a sentirla, a saborearla, a vivirla… esos nos lleva a apreciar que aunque parezcan iguales, cada día tiene su especial diferencia.
Dejamos por voluntad propia, lo que simplemente no queremos más. El peso que nos tira hacia atrás, sacamos la espina de nuestro pie.
Los amaneceres también se despiertan más temprano entonces, iluminándonos el ser e invitándonos a sonreír.
Y nada de esto sucede, si los ojos de nuestro interior no despiertan.
Sentir la vida, sus colores, sus intríngulis cotidianos y hasta los que no lo son, permite que tengamos una perspectiva distinta.
Volverse más atento a lo que ocurre primero dentro de nosotros y también de lo que sucede a nuestro alrededor, nos deja que estemos más alertas lo que hace que apreciemos de manera más consciente cada cosa.
Descubrimos que el gris no nos tapa por completo la luz que se esconde en algún lado, sino que nos lleva como un signo Perfecto, a encontrarla.
Descubrimos además, que cada detalle aunque sea pequeño, trae su brillo implícito, con un universo de cosas que se mueven en su centro. Solo basta que nos detengamos y lo encontremos.
El cielo simplemente se abre… cuando somos capaces de tener el corazón también abierto.
Pero no solo ocurren maravillas por arriba, sino que pegadas al suelo también se nos presentan. La vida apareciendo por todos lados.
Su movimiento recordando que también podemos movernos, como parte de la oportunidad que tenemos.
Sentimos que la vida es un árbol, al que podemos subir y sus ramas disfrutar de su abrazo, sin más necesidad que la de contemplar y estar en ella.
Y los colores florecen a nuestro paso, llenando de alegría algún rincón que se encontraba vacío de ella.
La certeza de su presencia nos permite escuchar nuestros latidos más fuertes y las hojas se pintan de colores intensos para confirmarlo.
No existe ningún desperdicio en el tesoro de la vida, cuando nos atrevemos a descubrirlo.
La gratitud llega de forma natural a nuestro encuentro, y cada maravilla tiene un destello de gracia que mueve lo que somos a ser mejores.
Descubrimos además, que los milagros ocurren de forma tan recurrente, así como las estrellas tocan la tierra continuamente aún cuando no nos damos cuenta.
Junio de belleza, de color, de cercanía, de despertar. De que sepas una vez más (repetida a la millonésima oportunidad) que estoy aquí, con el sentimiento vivo y el alma más despierta. Aunque ya lo sabes, vale lampean decírtelo de nuevo.
Junio que me ha acompañado a florecer..
junio que sigue pasando sus páginas y yo camino despacio, pero más por disfrutar que por cansancio.
Junio en el que te veo, porque ya no me dejo invasor por la distancia.