Este último día de Octubre quiso amanecer temprano. Ya desde las 4:30 am se dejaban ver algunos visos de luz por allá arriba. Por supuesto que mi cámara no capta eso (por lo limitado de mis recursos) pero la perfección de la retina si lo hace.
Más tarde , el reloj adelantado en sus diez minutos de costumbre, me indicaba que el espectáculo ya había comenzado.

Es increíble ver luego como en cuestión de minutos

Se iba corriendo el velo

Poco a poco…

Casi con urgencia , el día se dejó ver

Aunque quizás él podía pensar que la urgencia la tenía otra, lo que era muy válido.

Las nubes se mostraron mucho antes de las seis, y lo que generalmente es una superficie azul despejada, adornada con pocas pompas blancas y rosadas fue una gran mezcla de grandes y esponjosas nubes de colores varios que se movían. Como dije ayer, nadie quería perderse la fiesta de la despedida.
Y a mi, que no me gustan… ni las despedidas, ni los tantos alborotos, allí estaba en medio de ellas.
Todo justo en su lugar desde antes de las seis, para empezar el día

Si algún pintor quisiera registra en su lienzo este amanecer, tendría que hacer uso de todos los colores de su paleta.

Para acercarse un poco a la maravilla de los trajes que Octubre usa en su despedida.

Los contrates perfectos si existen, y esos los dá la luz y la sombra. Cosas que no es hecha por humanos, pero verlo es un privilegio que a veces se nos escapa, por no ser conscientes de que lo tenemos.

Que la ciudad duerme y el día esté despierto es increíble.

Que exista oportunidad para poder admirarle, lo es más, más increíble.
Y aunque todo el espectáculo sea hermoso, la despedida es despedida y también duele.
Octubre te vas, gracias por tus treinta y un despliegue de bondad para conmigo, dejando que me acercara aún con lo que no entiendo.
Nos veremos quizás desde otra ventana, pero igual ruego por ese quizás, nos veremos.

Y los colores siguen cambiando y los pasos del reloj, siguen corriendo.
Aquí mis pensamientos al aire de esta hora, Octubre:
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A veces estamos ansiosos porque algo suceda, y no pasa, no ocurre. Pretendemos empujar el reloj como si él hiciera caso a nuestras apetencias, y no es así. Luego nos quedamos quietos y vemos como el tiempo más bien nos consume, mucho más rápido de lo que quisiéramos.
Entonces entendemos que no es de apuros, ni de brincos; que se trata más bien de de hacer con lo que llega. Un amanecer no empezará o terminará más pronto porque uno quiera, ni una persona estará a nuestro lado solo porque se lo pidas.
El radio de acción de mayor influencia que tenemos es sobre nosotros mismos, y es allí donde debemos enfilar las carabinas.
No es darle a otro para que ese haga nuestra receta, es cocinar el plato y degustarlo; y luego si alguien más lo pruebe quizás se interese por saber ¿cómo fue hecho?
No controlamos el curso del reloj, pero si podemos programar a que hora dormimos y despertamos. Entonces no culpemos a más nadie por lo que hacemos o dejamos.
Los hechos que duelen, simplemente duelen, decir que no es escondernos de la realidad y sería una tontería que no nos llevará a ningún lado, porque tarde o temprano a eso que le huimos, por estar corriendo nos tocará chocar con él y verlo a la cara.
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Que hoy también es otro día Octubre, vamos a bebernos los segundos sorbo a sorbo.
Octubre 31, 6:44 am