Hace una tarde de esas, de dolores de Octubre; donde la languidez de día se junta con la noche y celebran una fiesta mientras todo sucede.
Vengo a verla, y no estás, pero Octubre me dice que él, es él, sin que estés y que yo haga lo mismo, más lo dudo.
La tarde acompasada se sonidos de autos que como pájaros sabios buscan el lugar de retorno cuando toda luz muere, y luego con ella mañana se levantan.
La ciudad va encendiendo las luces de sus calles, quien no debe hacer más nada, prefiere ir a encerrarse, porque afuera no es seguro, aunque adentro no hay quien mande.
Las nubes grises pronto se confundirán de oscuro, si intentan llover, solo se verá en la caída; si luna no se impone quizás también la tapen.
Y yo aquí, vuelvo a observarle, con la terquedad del que no deja lo que quiere, ya lo sabes; y con la realidad que todo va a su ritmo sin que me espere.
Octubre de tarde, año que se escurre poco a poco, entre colores que apenas saben… con cara se madrugada.