Así de fue el día de ayer…

Así llegó el día de hoy…

Los colores han inundado a este Octubre que ha empezado a empacar nuevamente.
Le pregunto: —¿Vuelves a irte?
Me responde: —Ya sabes que soy como el tiempo, no me quedo.
—Pensé que estabas emocionado… tantos colores, tanta belleza, por momentos creí que harías algo increíble para quedarte.
—Tu misma lo has dicho, sería “increíble” es decir, que nadie lo podría aceptar como cierto. No puedo quedarme, porque no vine para hacerlo y tú lo sabes.
—Ayer estabas tan intenso…

—Sí, lo sé y fue real, fue de verdad, pero la intensidad no significa permanencia. No hice nada que no fuera cierto para mi, en ese momento.
—Y lo de esta mañana fue único…

—Y lo ha sido, tal cual lo dices, fue único; como cada instante que vivimos. Todos son irrepetibles aunque le pongamos la etiqueta de “rutina”.
—¿Y entonces… porque no paras?
—Porque no fui hecho para parar querida. Mi esencia es ésta, una treintena de oportunidades, de días juntos, de regalar lo mejor a quien lo quiera y luego seguir; a encontrarme yo mismo, a jugar a que me pierdo, para luego llegado el momento de volver, hacerlo.

—Ya sabes que en ese vaivén, quizás llegue un momento en que yo ya no esté… que me haya ido.
—Lo sé… no pretendo que estés siempre para verme, comprendo que tu vida también tiene sus demandas y que te irás en algún momento.
—Pero no quiero.

—Pequeña… y te llamo así no porque lo seas, porque más bien eres inmensa. Lo digo por la ternura que me inspiras.
—La vida es como un calendario. El tiempo abarcado en años, y dentro de cada año hay muchos meses, como yo.
—No es que lo entiendo mucho… digo.
—Los meses que empiezan y terminan son como las personas que llegan y también se van. Unas volverán fijamente y los esperarás con ansias, otras pasarán y ni siquiera recordarás su fecha de regreso.
—En algunos tendrás marcas importantes y esos serán tus días con círculos en el calendario. Habrán unos que te desagradarán, que no quieres que lleguen; otros señalarán recuerdos tristes y los mejores serán los que te llenarán el alma de colores y sentimientos profundos. Pero esos también se irán, incluyéndote a ti misma.
—¿Entonces todo se trata de eso… de ir y venir, hasta que acabe?

—Se trata más bien de estar conscientes de que todo acaba y no por eso tiene que causar dolor o desasosiego. A veces lo que se queda, lo hace, pero cambia. Yo mismo comencé colorido y en pocos minutos ya me voy quitando ese traje.
—Pero te veías muy bien así…
—Si, pero no me gusta verme de una misma manera todo el tiempo, ¿vale? Que no soy solo sonrisas, pequeña y puedo pasar de la risa al llanto en poco, como ustedes los humanos.

—Todo eso soy yo, con mis inundaciones propias y excesos, con cosas que ni yo mismo comprendo, pero acepto. Así que quiero que pienses en mi como Octubre, ese que viene, vive y se va con todo lo que es, sin dejar peso muerto sobre tus hombros.
—Bueno… yo tampoco quería que te quedaras como algo impuesto.
—Lo sé, por eso una vez más te dejo ver mis pensamientos. Me voy y tú estarás ocupada viendo al que viene, quizás comparándolo conmigo (mejor no) o tal vez esperando que pase rápido para en algún momento volver a encontrarnos.
—Que la vida Pequeña, está diseñada para que nadie se quede; porque ya sea por elección que se separen los caminos o por desgaste mismo de los cuerpos, todos y cada uno de ustedes, en algún momento tomarán distintos senderos. Por eso no es tan bueno quedarse anclado en los apegos.

—Mira ya he cambiado, mientras converso contigo los fuegos artificiales ya se han ido, ahora quedo yo, plano, quizás algo seco, por encima tranquilo.
—Yo también lo sé Octubre, que puedo comprender tus cambios programados, tu espíritu sin cadenas y tus colores que se enciendan y apaguen a tu conveniencia. Solo pienso que en el fondo, así seas tan “de ti mismo“… también me echarás de menos.
Hay un silencio… y Octubre se calla, sopla el viento, las nubes se mueven con lentitud, los pajaritos quizás también cantan.
Él sigue arreglando su maleta y piensa sin decirlo a la Pequeña:
—Quizás sea yo quien más te extrañe… porque cuando tu ni aún despiertas y corres a mi encuentro, yo ya he ido a asomarme un millón de veces a tu ventana, y te miro sin que lo sepas.
Octubre 24, 7:52 am