¿Tú de qué vas? 😳

Hoy Noviembre levanta una mano rosada en el horizonte para despedirse… y quizás yo también junto con él.

Ver más allá de lo que alcanzan nuestros ojos, sumar ideas por encima de las limitaciones que restan, amar más aunque no exista interés manifiesto de otra parte; son prácticas que nos llevan a otra dimensión.

Quizás para muchos, la dime sino de los locos.

El mes se está yendo, a mi alrededor y en mi propia vida, muchas cosas con él.

Los finales sirven para hacer honor a los comienzos, para recordar con dulzura los «durante» pero también para abrazar de alguna manera, la más sana, los cierres de las etapas.

Esta mañana Noviembre se ha vestido de modo diferente, porque sabe que no tiene nada que perder, que sus horas ya terminan, pero es solo el inicio de un nuevo comienzo que en algún momento tendremos al frente.

Le miro y me alegra su paso, no levanto la mano como él para despedirme, no soy tan fuerte.

Luego deja el sonrojo y cambia a colores neutros y adquiere un aire más circunspecto. Aunque se quiera hacer de esos a los que no le da nada irse, también en el fondo se le contagia mi humanidad y se afecta un poco.

Esta vez soy yo quien le dice:

—Nos volveremos a ver, no se en que lugar, pero si que nos miraremos a los ojos nuevamente.

Las despedidas son inmanejables cuando empiezan, transcurren y terminan. Son heridas de las cuales nadie sale ileso, y si así fuera, lo más probables es que nunca estuvo presente de verdad.

Noviembre, ¿tú que vas? ¿Yo de qué voy?

Noviembre 29, 9:09 am. 😳🙄

No, si, quizás… versos ♥️

No me pidas que no llore si te has ido

No me digas que no pasa lo qué pasa,

No se calla una verdad con la mordaza

No se llora sin que no te haya dolido.

Si te digo que me duele el no verte

Si no existe disimulo que lo tape

Si expresarlo quizás suene a disparate

Si lo siento es de verdad, y esa es mi suerte.

Quizás pienses que al decirlo me equivoque,

Quizás tú atención no me la gano

Quizás yo voy sola y es tu mano

Quizás es la que me roza, sin que toques.

Que ya está por terminar este otro año

Que pensarte puede hacer que me desboque

Que tú sigues sin sentir, casi inhumano.

Pensamientos, conversando… Noviembre 💭⁉️

Hay días que vienen a nuestra ventana y nos llaman, y casi con su mano nos arrastran.

Quizás nosotros estamos viéndole pero tememos que el día por completo llegue y se acabe.

—Vamos que solo son horas -dice. Date prisa que no hay tiempo para perder.

Mientras quizás solo estamos haciéndonos conscientes de este nuestro hoy, en el que respiramos.

Entonces decidimos saludarle en modo formal, pero aún en nuestros ojos la nitidez, no se consigue.

Y las nubes juegan a pintar formas en el azul, a separarse dando sensación de movimiento; entonces comprobamos que los únicos empeñados en permanecer estáticos, somos nosotros.

La mañana comienza y son variados los colores. Este día de Noviembre sonríe como diciendo: —Es un día de los pares, de los que te gustan y además tiene un «ocho», ¿que más puedes pedir?

Ayer en la despedida todo era gris y hoy el cielo ha limpiado su apariencia, mostrando tonos envidiables para cualquier pintor experto.

—¿Qué más puedo pedir? -pienso.

El corazón no contesta, solo calla y observa, llenándose de lo que ve, sabiendo cómo late lentamente… el sentimiento.

El sol no tiene ninguna prisa, con su antesala basta para que la luz vaya entrando y los colores tomen sus vestidos más bonitos.

—Que no puedes perdértelo, insiste. Porque luego ya llegan los agites y no nos vemos.

Sonrío y agradezco, porque a veces nos afanamos tanto con el envoltorio del regalo, que olvidamos por completo lo que hay dentro.

Como si en un éxtasis del pincel, los colores adquirieran matices impensables, el cielo una vez más vuelve a ser el lienzo reciclable, donde puede estrenarse cada día, una inspiración nueva.

—Por eso quería que estuvieras y lo vieras. Y este día de Noviembre entonces da pasos lentamente ante mis ojos.

—Nos cegamos a veces por cualquier brillo, y pasamos por alto lo que en verdad resplandece. Estiro mis brazos lo más que puedo, y siento que puedo tocarlo.

Mientras, las nubes continúan con su movimiento, haciendo formas y difuminándose sin poder estar quietas.

Ya los ruidos del día aparecieron, los pies que corren tras los compromisos van andando, el tráfico despierta y también hay cornetas.

El día y yo mantenemos el silencio (como lejos de todo).

Un rastro se muestra en el cielo infinito, mínimo, ante tanta grandeza.

Como un pequeño paso que deja una huella, en el camino enorme de la vida.

—Quizás ya no te vea, digo con nostalgia anticipada.

—Donde vayas yo iré, aún con otra apariencia. Su respuesta me calma de algún modo.

Y ver lo natural con lo hecho por el hombre, contrasta lo posible con lo que no se puede; el alcance de lo inalcanzable, la bondad aún existente en un mundo de fríos.

—Nada es obvio ni casual, me dice.

—Ya lo entiendo y por eso no me opongo. Mis pensamientos siguen mientras el día va cambiando ante mis ojos.

Hay conversaciones que son necesarias tenerlas, aunque quizás pocos la entiendan. Lo obvio casi nunca tiene sentido o acierto. Los silencios no son solo desinterés mudo.

Hay personas a las cuales nos acercaremos sin reparo y en algún momento hay que poner distancia, quizás por seguridad de nosotros mismos y quizás el egoísmo temporal, consiga argumento.

Hay momentos en los que no sabemos con exactitud ¿que hacer? y cerrar los ojos no es opción, porque la realidad está galopando por delante. Entonces toca salir a comprobar y ver ¿cuál es nuestro papel? Y decidir con que nos quedamos o dejamos de un lado definitivamente.

Hay palabras que se nos amontonan en el ser, y dejarlas ahí produce estancamiento, dejadez y hasta dolor; por tanto es mejor dejarlas libres y que floten en el aire si es que para quién estaban dirigidas, no existe.

Hay cosas que no podemos explicar y las sentimos, mucho más de lo que nosotros mismos quisiéramos o alcanzamos a entender; y toca aprender a vivir con ello, hasta que un día te descubres sin sentir y con un gran vacío.

Hay historias que nunca van a ocurrir, entonces sería bueno nunca, pero nunca llegar a pensarlas.

Noviembre entre los que dices y me enseñas y entre lo que yo pienso, siento y digo.

Noviembre 28, 6:50 am

Noviembre amanece… sorpresa?

Hay días en los que quisiéramos que la vida nos sorprendiera… y encontrar en el buzón del amanecer un «Hola» inesperado, pero no sucede.

Y el tiempo da ciertos estirones lentos, y se toca con la punta de los dedos, los tobillos; hace su recorrido tic tac… mientras escucho el susurro repetido de una onomatopeya que no cesa.

Hay días en los que quisiéramos sorprender nosotros a la vida, y encontrarnos listos para decir: «si o no» porque así lo queramos. Pero no sucede, son muchos años de letargo y estamos acostumbrados.

Y en nosotros algo se debate por dentro, creemos que tenemos fuerza por un rato, el reto se hace a nuestra altura… y luego… decidimos otra vez quedarnos donde estamos. Y el tic tac del reloj, que no perdona, sigue pasando.

Hay días en los que quisiéramos que solo el momento se detuviera, y esa sería la mayor de las sorpresas de nuestra existencia. Pero por supuesto, no sucede; cada instante es una gota que se evapora en un día acalorado.

Y pretendemos decir que si, que podemos retener el momento, para luego comprobar al minuto siguiente que es imposible. Aunque tomes fotografías de ese ahora, ni la risa, ni los mismos colores volverán a repetirse de la misma manera.

Hay días en los que simplemente amanece y esa es la sorpresa, no haber pasado del lado de los muertos aunque así en la noche pareciera.

Y nos vemos reflejados en el día, en lo pasajero que resultan sus horas y nos decimos: «ahora si aprovecharé cada segundo», para luego sumergirnos una vez en tareas vacías y sentir que volveremos a morir cuando llegue la noche.

Nosotros somos la sorpresa y no nos damos cuenta hasta que nos miramos con ojos humildes realmente. Nos pasamos la vida esperando que alguien más nos regale motivos, que anhelamos tanto abrir su paquete como si fuera la única sorpresa que de verdad importara.

Dejamos en las circunstancias o en alguien más la maravilla de ser sorprendidos y de experimentar a través de ellos la maravilla que puede presentarnos el estar vivos, cuando esa es una responsabilidad mayormente nuestra.

Nosotros somos la sorpresa, porque estamos llamados a vivir sin ‘pesos muertos’ y eso implica decir «Hola» sin esperar respuesta alguna. Nuestra también es la responsabilidad de decir «no» a lo que simplemente no queremos y dar la bienvenida a lo que anhelamos. En nosotros esta la sorpresa de embellecer cada instante y por eso dejaremos que pase sin pena y estaremos en el próximo momento también dando de nosotros. Que amanece, y somos nosotros la sorpresa, porque de lo contrario no habría quien le observase.

Hoy, me quedo en la sorpresa…y te pienso.

Ya te vas Noviembre, falta muy poco.

Noviembre 27, 6:30 am

Todo sucede… Noviembre

El tiempo no se detiene, Noviembre lentamente se consume, como una vela en la más larga de las noches.

El sol una vez más vuelve a subir hoy, a hacer su recorrido, a dejar iluminado todo a su paso y de la misma manera a dejar en oscuridad el lugar de su ausencia.

Nada deja de suceder, aunque perdamos de vista eso que ocurre, aunque no nos enteremos o sepamos, todo sigue pasando aún sin estar protagonizándolo.

Hoy también hay nubes y un cielo inmenso que sigue ocupándolo todo. Es más grande lo que cubre arriba, que los pedazos de algo que tenemos aquí abajo, pero sin embargo nuestros ojos dificilmente se despegan del suelo.

Así somos, así estamos acostumbrados a lo pequeño, a lo tangible, a lo que muchas veces nos deja insatisfechos.

Hoy los pajaritos están de fiesta con las nubes…

Ensayan una nueva danza y ellas estiran sus brazos y los toman, juntos visten de fiesta el nuevo día, sin necesidad de que ningún otro acontecimiento suceda para estar contentos.

Eso también debe bastarnos, el que tengamos un día nuevo para estrenarlo y estar alegres, con ojos de fiesta a donde nos movamos.

Celebremos entonces Noviembre que el tiempo no se detiene y la fiesta tampoco.

Que basta mirar hacia arriba para inundarnos de la maravilla del día.

Y aunque los problemas no se van, hay formas de sobrevolarlos, porque aún estamos vivos.

Todo ocurre y también termina, esas son certezas que acompañan.

Aunque a veces las horas pasan lentas, la alegría penetra rápido en el corazón cuando la dejamos.

Noviembre 26, 8:30 am

Estrofas… de Noviembre 💭

Cuan agotadores son los días que no se esperan,

Cuan pesada la luz irrumpe en la oscuridad que construimos,

Cuan lejos estamos de sentirnos bien con lo que no nos gusta

Cuan cierto es, que la mentira nos ahoga.

Vivimos en un mundo que no respiramos,

Vivimos en la asfixia de tener la vida de otro,

Vivimos en la insatisfacción interna y la sonrisa afuera,

Vivimos en una lápida que no siente con etiqueta de vida.

Hay colores que no nos atrevemos a mirar, por ser muy bellos

Hay carreras que no hacemos porque el destino es muy lejos,

Hay situaciones que no enfrentamos, y duele, pero es menos riesgo

Hay emociones que matamos por no entender su intensidad, su fuego.

Hasta que nos damos cuenta que todo es breve

Hasta que entendemos que hay que atreverse

Hasta que un sentimiento nos arrebata y activa

Hasta que estamos cerca ya se acabar el cuento… entonces la vida vale.

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La vida a veces transcurre callada, como para no hacer ruido y despertarnos de nuestro letargo, de la pérdida del tiempo que no vuelve.

Y fingimos ser felices haciéndonos disfraces de alegría, jugando a no pisar donde no conviene y borrando los caminos hechos para nosotros.

Los absurdos son tantos que a veces preferimos empujar la vida para que termine y así escapar de ella, pero no nos damos cuenta de que ella tiene su ritmo y nadie puede detenerla, pero tampoco acelerarla.

Entonces nuestro propio cuerpo al espejo nos recuerda, que el ciclo del tiempo se va cumpliendo y lo que no decidimos hacer en su momento, ese, el oportuno, quizás sea otra frustración que colgar en el ropero.

Huimos, huimos de nosotros mismos y nos adornamos con tanto utilería que a veces olvidamos cuál es la obra en la que actuamos, y entonces aplicamos el mismo parlamento a todo, sin que logremos realmente comunicarnos; convertidos en aquel que repite sus mentiras hasta sentir obligatoriamente, que las cree.

Y un día… quizás muy cerca del último, queremos echar a andar hacia atrás la rueda del camino, llegar hasta los pasos aquellos que no dimos, para volver a marcarlos, sintiendo la magnitud de todo ese sin sentido, que fue el posdatar para después una vida que se iba consumiendo.

Quizás la cordura de estar loco llega tarde, cuando ya hasta las fuerzas nos fallen.

Noviembre 25, 6:50 am

Noviembre…el de este ahora

Ayer el día extendió un manto rojo sobre si, para irse a dormir. Fue un día que terminó con emociones guardadas para la eternidad.

Hoy amanece con la luz que da el saberse vivo…

Quizás suena tonto asomarse de la misma manera a ver el día. Y es que creemos que siempre lo vamos a poder hacer, por eso alguna vez desestimamos los detalles del fondo.

Hasta que la vida sorprende y te habla al oído diciéndote: «mira esto y grábalo porque es posible que ya no lo veas más » entonces lo rutinario y seguro adquiere otro nivel de importancia.

De la misma manera ocurre con las personas, esas que muchas veces obviamos: las que siempre están en nuestra vida por alguna u otra razón. Les vemos aparecer diariamente y asumimos que son parte fija del paisaje, nada importante o que despierte nuestra atención.

Son las mismas escaleras que nos llevan a mostrar el mismo horizonte. Así pensamos…

Y el cielo puede parecernos igual que siempre, sin que prestemos mucha atención o sea objeto de alguna admiración especial, porque total «es el cielo» «siempre está allí».

La verdad es que no es así. Hay lugares donde el sol no brilla con frecuencia y existen ciudades donde a pesar que hay un cielo esplendoroso la cantidad de edificaciones atrapa la mirada, siendo reo del bullicio y el trajín del día, sin que puedas levantar los ojos suficiente como para ver el azul por algún lado.

Entonces cuando no podemos ver más eso, es que lamentamos el tiempo perdido no aprovechándolo mientras estaba a mano.

Soy de las personas que me gusta vivir con intención y no quiere decir que todas las veces lo logre, sin embargo piso las hojas del camino y muchas veces disfruto del sonido que desprenden y de alguna palabra que a ellas mismas se les escape, por sentir algún dolor cuando voy encima de ellas.

Porque de nada sirve un paisaje si no lo miro, lo respiro, lo observo mientras cambia.

Porque de nada sirven las letras que no se escriben, porque quién podría leerlas, (incluyendo a quien mismo las escribe).

Porque de nada sirve la música más bella sin oídos que la disfrute y gente que esté dispuesta a ser movida por ella.

Porque de nada sirve un amor, un sentimiento que no se exprese, es como atrofiar nuestra mejor parte y poner una lápida en nuestros corazones, pretendiendo que así estamos mejor.

Que los días son bellos, porque aunque lo parezcan, no son iguales y el hacernos conscientes de eso permite que cada vez podamos estar quietos ante ellos y admirarlos

No hay que esperar a que no se esté, para apreciar lo que teníamos. Detesto las flores en las tumbas y la ausencia de ellas mientras hubo vida que pudiera aspirar sus fragancias.

Se habla mucho del «ahora» y se sigue desperdiciando. Por eso visito este Noviembre, de esta manera una vez más, porque no se cuando se rompa la racha de registrar este tipo de pensamientos diariamente.

💭No me quedo con las ganas de mirar lo ya visto y descubrir que me sigue gustando desnudar el paisaje.

💭No me quedo con las letras que tocan a mi espalda y quieren salir, simplemente como ahora, las dejo.

💭No me quedo con el sentimiento que tengo, como de costumbre, te lo expreso, aunque quizás aprendiendo a hacerlo de forma más callada.

Noviembre, tú que te vas, como ya ves, te detallo. Puede que vengan otros con tu mismo nombre, pero nunca van a ser igual a este, el de este ahora.

Noviembre 24, 7:20 am

Somos lo que somos…

Aquel que sabe quién es, puede equivocarse mil veces en el camino, pero su ruta estará marcada en su mente y corazón. Estará dispuesto a recorrerlo, verá las señales y aún cuando el final no se aproxime, estará seguro de querer seguir. Permanencia.

Porque no se trata de lo que otro diga que es, sino más bien de la certeza que tenga sobre si mismo, del entendimiento de su propósito. Eso es algo que no es de afuera. Convicción.

Vientos, temporales, problemas no estarán ausentes de la puesta en práctica del propósito que se tenga, porque si no se prueba, no se conoce la resistencia. Fuerza

No se necesita ser más alto o estar más arriba que los demás, para que el valor de lo que somos sea puesto en evidencia. Somos lo que estamos dispuesto a hacer sin que haya la presión de la competencia. Seguridad.

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Todos tenemos permiso para dudar, estar confundidos, no saber que hacer en algún momento de la vida; sin embargo lo que somos en el fondo (cuando nadie más ve) es lo que nos permitirá encontrar la ruta, convertir los objetivos en realidades tangibles o puede que nos deje ahogarnos en el mismo vaso de dudas que hemos construido para no salir de ahí, y a eso lo llamamos comodidad para calmar nuestras propias inquietudes.

El día 23… le llaman Nociembre

Amanece borroso y son mis ojos…

Los que quizás enfocan defectuosamente el objetivo. Entonces replanteo mi mirada y termino dándole un poco de mayor objetividad al panorama.

Y resulta … que lo que estaba entre nieblas (en mis ojos) se vuelve un poco más claro, más nítido, más real y caminable.

Voy al encuentro del día, como si nunca nos hubiéramos despedido, como si el ayer que dolió o que no se dio, no hiciera ninguna marca reprochable en mi vida.

Me acerco como quien decide volver asistir a la fiesta de sorpresas, aunque nunca haya existido una que me diera alegría. Que regalarle el beneficio de la duda a que todo salga bien, también es válido.

El día está ahí, muy en su sitio, regio, inmutable, nada lo hace salir de lo que es, ni nadie interfiere con sus minutos. Los mortales nos volvemos locos con ellos, pero él, el está seguro.

No lo duda, me saluda… como si no tuviera nada que ver con mis emociones pasadas. Su apariencia no cambia, sigue siendo bello, quizás el más bello que pueda ver. Todo en su sitio, nubes en colores, sol por ascender, montañas quietas.

En esta oportunidad le llaman 23 y le apellidan Noviembre, lo que da un aire más solemne cuando lo nombro. Juega con los claros y oscuros a su antojo, me deslumbra como siempre y yo le creo. Por las horas que dura, me hace suya y luego se va hasta sin despedirse.

De largo alcance como sólo el tiene. Puede marcarme desde la superficie del suelo y hacer que me pierda hasta la más alta profundidad del cielo, todo está ahí y él me lo asoma. Y yo, como niña en mañana de navidad me emociono, para luego saber una y otra vez que no era el regalo mío, sino que era el de todos.

Hasta Luna que sonríe tímidamente por ahí, le hace una reverencia y aparta sus ojos de mi, aunque logro tomarla en un click, aunque sea un poco. ¿Quien se salva de reverenciarlo? si él se pasea como lo que es, el día. No hay otro, es el único que puedo tener ante mi, son sus horas las que respiran a mi costado y es la vida quien deja su sello y me recuerda que debo estar a su nivel, llamada a vivir.

Sol aún no sale, me deja esperando un poco más, dando chance a su amada Luna de dejarse ver un poco más, y a la vez aprovechando de algún manto gris que ofrecen las nubes.

Que lo tiene todo y el lo sabe. Eso que captura mi atención y me mantiene ahí al filo de su luz, de su paso y también de su propia oscuridad. Aunque a veces me pregunto si alguna vez me extrañará cuando no esté. Por supuesto que el calla, no da respuestas que le comprometan, ni que muestren identificación de sus sentimientos conmigo. Es el día, no necesita más.

Ya lo ojos más claros, y algo de lucidez puesta en el corazón, me hacen que le vea de lejos, que la distancia sea amiga y a la vez salvadora, de esas que te cuidan de los propios errores que estamos dispuestos a cometer cuando solo nos dejamos llevar por lo que sentimos.

Le llaman día, y le han puesto el mote de 24, su apellido Noviembre y son las 6:20 am, mientras dure.

Escuchar… virtud de la paciencia

Porque nadie da lo que no tiene…

Si te es tan difícil escucharme a mi, es porque no eres capaz de hacerlo contigo mismo.

Ser empático con alguien en su problema o felicidad, nos lleva a escuchar (intencionalmente). Cuando no lo podemos hacer, es porque no estamos ejercitados en esa virtud.

La oportunidad comienza con nosotros mismos y el sabernos escuchar, y sobretodo eso se da cuando no nos ocultamos lo que sentimos.

Si no cultivamos la paciencia hacia nosotros y disponemos del tiempo de escuchar nuestro propio dolor, mirar nuestras equivocaciones y celebrar algún pequeño acierto que nos ocurra ¿cómo podremos hacerlo con los otros?

Escuchar comienza desde nuestro interior, porque lo que tenemos para ofrecer a otros, sale de allí.