Febrero que llueve… y escampa

A veces llueve mucho. Muy duro y por más tiempo del que uno se puede imaginar.

Pero nada mejor después de la lluvia que… ver como todo se despeja y que el azul del cielo, insista en sonreír.

Cuando llueve todos corremos a refugiarnos y algunas veces las gotas pueden llegar a sentirse como caricias heladas que si te mueves podrían hacerte alguna herida en la piel.

Y cuando se despeja el firmamento y algún rayo de sol se cuela, las caricias se vuelven cálidas y abrazables (término que quizás no existe en la RAE Jajajaja).

Cuando la tempestad pasa y nos enfocamos en lo limpio y calmado que llega luego, lo anterior se olvida y lo que queda es disfrutar del momento en el que el frío se ausenta.

Porque no son los momentos buenos los que nos construyen la fortaleza, sino los breves momentos de paz que pueden venir aún en medio de cualquier fuerte tormenta.

Febrero que llueves y escampa, que hace frío y más frío, que el sol sale y no se ve de un todo; quiero vivirte. Solo eso.

Espero que mis tormentas y las tuyas pasen y sepamos disfrutar de los momentos de claridad y calor.

Cada momento es necesario, para apreciar al fin, el que tenemos entre manos. Ninguna tormenta alcanzará para siempre al igual que los rayos de sol más profundos o vibrantes.

Y nosotros al igual que ellos pasaremos y solo quedarán las huellas que hayamos podido encargarnos de marcar sobre la superficie del corazón de alguien. Espero que estén las mías, sobre el tuyo.

Febrero 23; 6:14 pm

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