
A veces solo queremos cerrar los ojos y que no pase nada. Pero una vez más descubrimos, que las técnicas evasivas no tienen sentido; la vida no se maquilla de otra cosa porque nos neguemos a ver lo que ocurre.
Hay quien pasa la vida haciéndose la vista gorda frente a las realidades que pueden entorpecer sus planes, hasta que la vida les regala la oportunidad de ser partícipes del dolor colectivo. Entonces empiezan a comprender que no se puede sobre volar por el dolor de los demás, sin impregnarse aunque sea un poco de todo eso que sucede.
No se vive a ojos cerrados y mucho menos a corazón cerrado. Ser empáticos con el dolor del prójimo, nos hace más humanos y menos centrados sólo en nuestra propia existencia.
A ojos abiertos compartamos alegrías y lágrimas… eso es realmente la vida.
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Empatía… Eso es lo que falta. Si todos la usaramos sería todo tan distinto. Ponerse en el lugar de quienes sufren y si podemos hacerlo pues ayudar.
Todos en algún momento necesitamos de los demás.
Muy bella reflexión mi niña. Gracias.
Otro abrazo muy fuerte. Y mi cariño siempre.
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Ciertamente nos hace falta ponernos en los zapatos del otro. Eso nos haría más solidarios y menos enjuiciadores. No podemos ser indiferentes ante el dolor, y lamentablemente a veces nuestro propio corazón debe ser roto, para ser sensible a eso.
Un gran abrazo, querida Esperanza.
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💙💙💙
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Vivimos con los ojos cerrados. Ahora, con la pandemia de coronavirus, más todavía. Toda esa empatía, esa solidaridad, se las llevarán las aguas cuando estas vuelvan a su cauce.
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No sé si después de esto el mundo cambie, pero tengo la certeza de que haré mi parte, invitando a mi entorno a reforzar el amor por el otro… Abrazos! ❤️
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