
El corazón tiembla, cuando se encuentra con un sentimiento intenso, de esos que no se explican, solo se sienten.
Un corazón tiembla muchas veces de frío, cuando no es arropado por un amor que corresponde, que cuida, que no anula.
El corazón también tiembla de miedo, ese que ocurre cuando la incertidumbre embarga y solo peligros le acechan.
Un corazón tiembla al correr incesante tras algo que nunca alcanza, y termina cansado, sin más poder dar un paso más.
El corazón tiembla, si está vivo; si es sensible a lo que ocurre, si todavía tiene por descubrir, territorios impensados,
Un corazón tiembla, porque basta que sienta, para que se acerque a otro y le invite a hacerlo juntos.
El corazón, un corazón pueden ser nuestra carta más real de presentación, si dejamos de temerle a mostrarnos vulnerables.