
Como cielo diverso es nuestra vida, llena nubarrones que parecen no cesar, con ventanas azules en el fondo, donde quisiéramos quedarnos.
El viento de los acontecimientos nos mueve y a veces comienza a llover en nosotros antes que en el cielo. Todo termina mojado, alborotado y revuelto.
Entonces algo se despeja, inusitadamente llega la sensatez abrazada de la calma, y los rayos de sol se convierten en pequeños universos luminosos que nos acompañan, mientras dura la brevedad de la sonrisa.
Como el cielo, la vida no se repite, porque nadie podrá sentir algo exactamente igual, dos veces. Nuestras nubes y soles nos pertenecen, como lo único real e intangible a la vez, que tenemos.
Nada se detiene, ni el cielo arriba dando origen a formas y figuras extraordinarias, ni aquí abajo la vida, que va dejando una huella, mientras camina segura hacia el final.
Sigue valiendo la pena, ser parte de esto… aunque la lluvia predomine y sigamos con el alma mojada, y los rayos de sol a veces solo parezcan utopías.