
Mirar al cielo es algo que me atrapa.. me recuerda a ti, y a la inmensidad de lo que sentido.
Ya ha pasado el tiempo y su azul se a vuelto más para mi, que para ti. Estas distante, y es bueno; ya cabalgar entre las nubes me lleva a lugares nuevos en los que te desdibujas, pero en los que también hay felicidad
¡El cielo está regio! Y no pasa de serlo tal vez los que ya hemos pasado somos nosotros, por no atrevernos a mirar la vida juntos con certeza de eternidad. Pero está bien, la vida funciona «en la tierra como en el cielo», estés o no, duela o sea soportable.
El cielo se mueve o al menos eso creemos, mientras las nubes juegan a esconderse o a alcanzarse unas a otras. Yo, me quedo estática mirándolo, pero mi corazón se mueve como la primera vez que descubrí que ahí estaba la vida. Arriba, donde nadie toca, donde los sueños palidecen ante la realidad de lo que es realmente incierto. Y ahí me quedo, tranquila, solo con el agite que dan los sentimientos,pero los guardo.
Me encanta el cielo… y así será siempre, dando pasos (cortos o largos) por las nubes.
Siii que entrada tan bella, digno referente para los que amamos ver el cielo, sentir su inmensidad como dices…un abrazo.
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Así es, realmente el cielo es algo que cautiva. Gracias por venir, leer y comentar Abrazote
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Puro arte, andar por las nubes es mi sueño … cada día.
Gracias, Awilda.
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Mi querido Enrique… andar por las nubes… delegados se lo que nos hunde y además disfrutando de una inmensidad que nos sonríe y da luz. También mi sueño. Abrazote.
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Andar contemplando las nubes o imaginándolas en esos sueños que su imagen nos provoca, que no son pocos. La inmensidad del universo en cualquier sentimiento. Un abrazo.
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