Entre la cosas más complejas que tenemos los humanos está la de querer una cosa y terminar haciendo otra. Podrá decirse incongruencia, inconsistencia o cualquier otro «in» que se cite, pero lo cierto es que en cualquier momento rodamos con esto.
Eso ocurre mucho con la mal llamada, satanizada o hasta equivocada «Pasión «.
Si googleamos esa palabra en búsqueda del conocimiento que el sabio Google nos ofrece podemos encontrar que pasión es y cito:
«La pasión (del verbo en latín, patior, que significa sufrir o sentir) es una emoción definida como un sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto. Así, la pasión es una emoción intensa que engloba el entusiasmo o deseo por algo».
Es curioso que su raíz etimológica asocia la pasión con sentir, que podría estar ligado a sufrir. Y escuchamos una y mil veces que debemos hacer las cosas con pasión, a veces sin pensar mucho en su implicación.
El que hace algo con pasión o el que siente pasión por alguien, no deja las cosas a medias, no se desgana, no pierde interés <a la primera de cambio>. La pasión te lleva a iniciar y terminar a pesar de cualquier mal pronóstico o temor que se presente en el camino. Lleva el riesgo de doler, pero aún así te mantienes, por eso se habla de intensidad, esa que no languidece fácilmente.
Quien se deja abrazar por la poesía, sabe de la pasión que desborda su contenido . Quien camina el sendero del relato, de las novelas, de las letras experimenta la pasión que hace que su mano tiemble y muchas veces hasta su ser completo con algunas escenas y que además, las lágrimas o la risa sin que puedan evitase, también vengan.
En fin, aunque no creo tener toda la definición de la pasión, al menos si tengo más claro lo que no es pasión. La pasión y el desinterés no van juntas. Jamás.
Pedir entonces moderación o control (ya que vivimos en el tiempo de los «auto» y entre ellos el autocontrol) a la pasión es como decirle a las piernas que no corran, a la Alegría que no sonría, al sol que no brille. Y lo cumbre es que cuando conseguimos «controlarla» creemos que lo hemos alcanzado todo, que ya la tarea está hecha, hasta que empezamos a sentir que nuestra llama se apaga, sin que tengamos una explicación para ello y esa, es una sensación desagradable.
Sin pasión, podemos escribir muchos textos y llenar muchas páginas que no dirán nada de nosotros, y el corazón siempre se quedará escondido, a salvo. Sin pasión los besos no saben igual, puede haber mucho «deber» y hasta costumbre de por medio, pero no es lo mismo para quienes participan del beso (y esto es más allá de edad y hasta asuntos meramente sexuales). Sin pasión el camino es solo una larga línea recta que cansa y hastía, y por más que lleve a algún lado ni siquiera estar allí emociona. Sin pasión puedes tener todos los recursos del mundo y no sabrás en que invertirlos y mucho menos en quien.
Si le dijéramos al sol:—Por favor compórtate, deja de brillar. ¿Sabes que ocurriría? Si, exactamente eso… ¡moriríamos!
Entonces piénsalo mejor cuando digas o te digas «hay que controlar esto que me apasiona» porque puede que simplemente estés haciendo(te) una simple invitación a morir.
No hablo de vivir en el desenfreno y la locura sin sentido, hablo más bien de quitar los cartones que rigidizan lo que sentimos. Solo eso.
Ya te he dicho, control y pasión… no me caben en la misma oración.
Cada vez que miro el sol y lo veo ahí brillar
Siento en mi su palpitar, adentro en mi interior
Y es ese misma emoción que me abraza con pasión
Cuando por si o por no, me pongo en ti a pensar.
Awilda Castillo 