Descansar en paz… 😴 ✝️

A veces miramos el camino por delante,
Nuestros pasos en reversa,
Y aun así pensamos que solo por movernos, avanzamos
Simplemente el horizonte se volverá mas distante.

Otras, preferimos la quietud, el silencio, la muerte...
Y el ruido del corazón es impresionante, agónico,
Las emociones están agitadas,
Las ganas de correr a la vida están dentro,
Pero afuera solo llueve y nos quedamos empapados.

Contradictorios, que somos así,
Incoherentes, incapaces de andar mucho tiempo
En línea recta,
Porque termina siendo una cuerda floja, que lastima los pies
Y el abismo abajo es demasiado grande.

Cuesta asumir el silencio y gozarlo, sin que este sea el "modus" de castigo,
Para el que nos habla mucho y dice nada,
Cuesta el coraje de dar pasos, porque eso implicaría soltar manos,
Esas, a las que alguna vez elegimos asirnos
Que quizás ahora, son solo peso muerto que nos agota.
Y nos hundimos.

Entonces la vida nos muestra una esquina,
Una curva cerrada que después de pasarla,
No hay vuelta atrás, que si seguimos vivos después de ella
Nuestra mirada cambia,
Quizás preferimos obviarla, pretender que el camino no la tiene,
Que todo siempre sigue igua, que no hay nada que cruzar.

Así se acaban nuestros días, y no vivimos...
Simplemente pretendíamos movernos,
Sin llegar a ningún lado, sin respirar demasiado, sin ningún sobresalto,
Creyendo que eso es "descansar en paz"
Para luego voltear y con una nostalgia llena de angustia, asumir que lo dejamos pasar
Y ya no hay tiempo...

Gritos… son necesarios? 😱🗣

Como humanos podemos «perder los papeles» en algún momento y desubicarnos, pero anclarnos en la estación del querer tener la razón en todo, todo el tiempo, puede ubicarnos dentro del rango de las personas que son desagradables.

Gritar es un verbo, que todos conjugamos alguna vez; pero la frecuencia de hacerlo, no garantiza que algo bueno o semejante a lo que esperamos, suceda.

Grita el que tiene miedo, quizás para pedir auxilio, porque se siente perdido, porque un gran peligro siente que se cierne sobre su vida, o porque la montaña rusa está en su tope más alto y la caída es inminente.

Grita el que necesita ser escuchado, y piensa que no le prestan atención; aquel que tiene problemas en su propio órgano auditivo, el que está convencido erróneamente de que «la letra entra con sangre».

Grita el impaciente, ese que quiere todo para ayer, e irónicamente sus acciones viven en el pasado. Aquel que maneja la vida de forma «express» y pasa por alto que cada ser humano tiene un ritmo, que no todos caminan y hablan igual y sobre todo que no piensan de la misma manera, aunque parezca obvio que así fuera.

Humanamente, gritamos.

Pero, gritar no hará espantar al miedo, ni ser escuchado por quien nos ignora y mucho menos hará que sucedan las cosas de la forma que quisiéramos, simplemente por que si.

El grito es un arma que a menudo usan los controladores, esos que creen tener el poder de decidir todo lo que ocurre en todas partes y en todas las personas. Por supuesto que eso nunca es así, y al darse cuenta de esa gran verdad, gritan.

➰El ejercicio de pedir perdón, puede dar la oportunidad de sentirse humano y bajar del pedestal de la perfección, entonces no será necesario el grito, sino que la vulnerabilidad de nuestra humanidad tendrá permiso para mostrarse➰.

Entonces viviremos.

Quiero…

Hoy quiero disfrutar el día, con lo que trae y cada cosa que vea; la vida se trata del todo que nos convoca, no de acciones que eviten el dolor y hagan un ídolo de la alegría, que termina teniendo patas cortas. Un color puede tener muchos matices.

Ver el día, con cuidado… así tenga velocidad para correr, fuerza para caminar o entereza para sólo arrastrarme. Porque estemos claros, cada una de estas etapas, situaciones o destinos, tienen una belleza y dolor en sí misma. Porque nadie corre sin sudar , camina sin cansarse o se arrastra sin dejar parte de la piel sobre la superficie que lo hace.

Hoy quiero permitirme sentir la brisa, jugando con mis cabellos, aunque estos se alboroten y hagan nulos el tiempo invertido en peinarlos y dejen sin efecto la Keratina. Las flores están abriendo, y cerrando y lo hacen despacio, con la prisa de lo eterno y yo quiero hacer lo mismo.

Porque hay caminos con muchas salidas, pero cuando decidimos alguna de ellas, no hay otro camino que tomar, más que ese. Por eso, hoy quiero sentir mis pasos, que se escuchan haciendo una armonía sobre el pavimento: una percusión suave, con velocidad de “vida” porque la muerte cuando toma el escenario, su rastro es de duelo y los pasos son borrados.

Poder oír en medio del ruido el paso de los aviones, a los pájaros, es un milagro escondido en medio del caos. Un paseo rápido en medio de alas cortas o muy largas, pueden ser la diferencia cuando de no tocar el suelo se trata. Replantearme la vida y no dejar que pase como algo que se evita, eso quiero.

Quiero


Mirar, aunque tenga los ojos cerrados, hacerlo sin juicio y un poco más allá de donde el solo horizonte me permite.

Sentir las texturas sin tildarlas de suaves o duras, sino experimentar la diferencia y saber que mis manos tienen el privilegio de tocarlas.

Llegar a saborear como exquisitos lo que se prueba a diario, como cotidiano y descubrir en ello hay gusto que no se había experimentado. Que la sal y lo dulce hacen un festín en las papilas dispuestas, llegando a construir recuerdos en quien se lo permite.

Escuchar la voz, de los que resulten hasta impertinentes, absurdos e ilógicos; porque al darnos la oportunidad de hacerlo, descubrimos un mundo escondido en el otro. Detesto los oídos ofensivos porque son lo hermanos del ego, que grita en cada palabra que es “ofendido” sino termina siendo el centro de todo.


Quiero
No detenerme en si estás cerca o lejos
Solo quiero darme el permiso de estar yo,
Porque al fin y al cabo es lo único que puedo decidir.

Decir Adiós… como es? 😞👋🏽

Decir adiós, es como saber que aunque tengas sed, nunca más vas a probar del líquido que te saciaba, o al menos eso creías. Se volverá medio vacío el vaso, que jamás estuvo lleno, pero que te empeñabas en ver con alguna porción que satisfacía, aunque fuera una simple gota que se secara en el camino.

Decir adiós, no es sólo batir la mano en señal de despedida, es más mover al corazón hacia el camino del olvido. Quizás muchas veces lo intentaste con fracasos, pero llegas al momento en que el propio adiós se presenta como la única opción viable para tu estabilidad, auto cuidado y hasta supervivencia. Lo tóxico, lo que hace daño, trae en sí mismo el regalo del adiós, basta que te atrevas a desempacar ese presente, te apropies de él y lo disfrutes.

Decir adiós duele… innegablemente, pero es que se dice adiós, sólo a aquello a lo que se le dio bienvenida y entonces pasó a formar parte de tu vida. Lo que no importa, simplemente entra y sale sin pena, ni gloria. Si no te duele decir adiós, es que en realidad no hubo nada por lo cual quedarse, por tanto aunque quizás pasaron años, no estabas. Duele, porque hay una herida terrible, unas preguntas cuyas respuestas perforan el sentimiento un vacío que ya lo abarca todo. Pero es menos doloroso decir adiós, que quedarse en la nada.

Decir adiós, puede ser terapéutico, te da el espacio para encontrarte contigo, con ese ser que quizás perdiste por estar a la sombra de alguien más, creyendo que ahí estaba la felicidad, la validación y tu propia estima. ¡Y al fin te das cuenta de que no es así! Por otro lado, hay adioses que se imponen y no opera la voluntad de ninguno en ellos, allí sólo podemos ser consolados por el tiempo vivido o disfrutando juntos; toca aprender a vivir nuevamente, en otro escenario, y asumirse a sí mismo, como la compañía inevitable.

Decir adiós, es necesario cuando estás haciendo algo que no te gusta, que no se parece a lo que eres y mucho menos a lo que quieres. Ahí, el dinero que consigues no es suficiente y puede asustar lo que traiga el quedarse “en el aire “ pero ese trabajo que no te llena, es solamente una tortura lenta, de cuyo verdugo recibes un salario. El tiempo invertido en ese desastre, no tiene precio y además es irreversible; por tanto valora tu vida, tu tiempo y no te marchites en medio de una actividad que no te permite crecer como ser humano o que degrada Justo en lo que has logrado acumular como parte de tu vida integral, con mucho esfuerzo.

Decir adiós es un riesgo; riesgo de que salga bien o salga mal. De que el arrepentimiento llegue, aún cuando no lo quieras y temas haber perdido hasta aquello que te hacía daño. Pero quién no asume riesgos no podrá escribir una historia, y se conformará con leer la de los otros. Ten valor y toma tu propio boli para escribir la tuya, no te sigas conformando con vivir a medias por no decir adiós y el temor que eso te impone. Salir o dejar ir, a veces es la única muestra de amor que puedes darle a una etapa, una persona o a ti mismo.

Ánimo que si se puede decir adiós, te lo cuenta alguien a quien nunca le han gustado las despedidas… pero es peor permanecer en compañía de lo que no es, de lo absurdo, de lo que inevitablemente te roba lo que eres.


Decirte adiós es lo que tengo,
para mantenerme viva,
para dejar de ser una sombra
que te acompaña sin condición
Aún sintiéndome sola.

Y el adiós es bueno, porque nos separa,
más que tú, cuando me olvidabas,
más definitivo que yo,
cuando sentía tu desprecio
Por eso este es el mejor momento, para decir adiós.

Quizás ni lo notes, como siempte
pero si alguna vez lo sientes,
ya habrá sucedido, el adiós es inminente
Para quién ha estado ausente, es normal, para mi es solo definitivo.

Decirte adiós desde el alma,
es reírme del dolor que me causas,
dejar atrás las cicatriz de tu herida
olvidarme de una vez, de tu bombre
y no sentirte ya más dueño de mis insomnios.

No recordarte, no pensarte,
no esperar que algún día aparezcas,
es la mejor manera de decirte adiós,
aunque las dudas a veces me griten que, no se si pueda.

Escribir… solo eso 🗒

Hay “clichés “ que se escuchan a menudo acerca de lo que se hace y lo que se ama. Se dice que somos más felices cuando amamos lo que hacemos… y me pregunto ¿acaso se trata de “hacer”?

Escribir para mi, nunca ha sido fácil. Las circunstancias siempre han sido adversas, y caben esos terribles absolutos en este corto párrafo. El ambiente no ha sido el propicio, el tiempo menos; pero simplemente soy letra, que algunas veces puede ser publicada y otras no.

Escribir en el tráfico, yendo de pasajera o manejando (al punto de tener que parar el auto), escribir debajo de una escalera porque está lloviendo, escribir desde el baño porque parecía que era el lugar donde se tenía alguna privacidad para hacerlo, hasta que el mundo y sus reclamos te sacaban de la magia.

Letras que agolpándose una tras otra, construyen una historia, un cuento, una versión de poesía incomprensible, una confesión que en ningún otro ámbito pudiera hacerse. Escribir… es una forma de vida.

Lo irónico es, que cuando uno piensa que las cosas están mal o que “hemos llegado al llegadero” (palabra propia del refrán pero que no existe), hay muy alta posibilidad de que el asunto pueda complicarse y ponerse peor.

En este momento, añoro los días complicados en que escribía corriendo, pero lo hacía. Venia a esta ventana y me tomaba un respiro… me reconciliaba con la vida. porque hay cosas que solo se decirlas, escribiendo. Y es que todo está peor, pero en este momento, mío y de nadie más, las letras vuelven a hacerme sonreír.

No escribo, como dije al principio de cuando comencé este atrevimiento (blog) hace algunos años, para dar respuestas, buscar seguidores furtivos, acaparar cometarios y sumar me gustan (de textos que ni se leen). Escribo porque esta es quien soy… una pluma incesante aunque no llegue a tocar el papel (la historia, el sentimiento, lo que ocurre, está en mi mente); dedos temblorosos sobre un teclado, porque a veces las letras se plasman más lentas en físico que el cuento que ellas mismas echan dentro de mi.

No tiene explicación lógica, pero no escribo para llenar páginas o un libro, escribo para vaciar mi alma y poder continuar, recibiendo nuevas letras. Producto de eso hay libros que escribo y páginas se llenan, no al revés.

Sino lo hago, pues… simplemente me marchito, como planta sin agua y flor sin rocío. Y duele, porque entonces, el amor a veces no encuentra por donde salir, y lo que me cuenta el día en cada paso queda sin registro y es injusto; porque el no hacerlo me hace sentir un zombie en tierra de nadie, donde la persona no importa y lo que es, menos. Solo sería un número más entre muchos insatisfechos y vacíos, que van y vienen, deambulando, en pro de conseguir recursos que nunca estarán completos.

Por eso estoy aquí, porque aquí pertenezco… y las letras me sonríen, están un poco arrugadas de tanto acumularse una sobre otra, apiñadas, como si fueran la mucha ropa en un pequeño equipaje, que está a reventar porque ya no tiene más capacidad para guardarlas. Así me siento.

Solo quiero escribir, o solo “soy” escribiendo. Por eso no puedo ser infiel a esto.

Soy letra, palabra, verso
Alma que cuenta lo que ocurre,
Texto inquieto, a veces lento
Confesión con comas y puntos.

Oraciones alborotadas que gritan,
Puntos suspensivos que se silencian
Cuando el único escape es,
La imaginación del que interpreta.

No hay aire, no hay sonrisa, ni lágrima
Sin letras el corazón tiene una deuda,
La menta se llena de preguntas
Y jamás habrá respuestas, sin letras.

Camino vacío, pentagrama sin notas,
Mano que no escribe, porque está muerta
Letra que se desliza y cae a tierra
Mensaje que no se comunica.

No puedo, no quiero, dejarlo es dejarme
Es necesaria una revolución adentro,
Cortar las cuerdas, romper cadenas
La vida es esta, y va pasando, sin escribir es fea.

Nadie podrá darnos, lo que nosotros mismos
Nos quitamos,
La lucha que no se hace, no trae recompensa
Las letras que no se escriben
Serán borradas del planeta. De nosotros.

Me conoces, por esto que está escrito,
Quizás tú puedes ver eso,
De lo que nadie se da cuenta
Las letras revelan, dan respuestas.

Sirven para decir adiós y pasar el dolor más grande,
Para entrar en la vida de alguien,
Con ellas puedo abrir el corazón
Decir lo que duele, es un espacio que acepta.

La censura nunca falta, los problemas se amontonan,
Las palabras escritas, me oxigenan
Vengo y respiro en cada letra
Tú las miras, sabes cuales te penetran.

El desorden, el caos, encuentra alivio
Mis pensamientos se ordenan, todo encuentra un sentido
Mientras sale cada letra
El universo se detiene, ellas se liberan, yo abro la puerta.

Por eso no más ausencia,
Voto por la vida,
Solo quiero escribir, porque
Aunque lo demás si cuenta, no es lo que me hace vivir.

Palabras de la Calle 1… Refugio

REFUGIO: (según lo que encontramos en “San web “)

Lugar que sirve para protegerse de un peligro.»el territorio feudal tenía su centro en el castillo del señor, que era el refugio en caso de ataque por enemigos»

Andar por la calle, implica estar alerta, porque entre vehículos, motos y ciclas, puede ser una verdadera odisea. No es mucho lo queda para el peatón, Pero, nada como andar sin necesidad de ir manejando, para darse cuenta de las “Palabras de la Calle”.

Es por esto que estoy dejando que, literalmente, la ciudad me hable a través de las palabras que se entrecruzan con mis pasos.

Y uno de estos ejemplos, es este: sobre una de las principales arterias viales de la enorme Bogotá, encontré esta palabra que una y otra vez me ha “guiñado” un ojo, llamando mi atención, cada vez que paso frente a ella. ➰R E F U G I O

Refugio… se sugiere que es un lugar donde estas “a salvo”, unos brazos que te brindan seguridad, un techo que te salve de la intemperie, la lluvia fría y el sol que quema.

Hay personas que son “refugios “, que tienen una palabra o un silencio en el momento Justo, cuyas acciones nos animan porque nos recuerdan que les importamos.

Y ser refugiado es sinónimo de “haber perdido” cosas, seres, tierra. No estar en la cobertura acostumbrada y ser objeto de circunstancias que definitivamente no se pueden cambiar.

El que quiere ser refugio, lo primero que debe estar consciente de hacer es “recoger los pedazos”; ya que el que está huyendo o se quedó sin nada, económica o emocionalmente hablando, tiene como resultado un vacío que lo llena todo, un alma cuyas grietas escurren el sabor de las heridas, temores que invaden a menudo y dolor que recuerda de manera constante, que hay una fractura en algún lado.

Quién es refugio, no ofrece “curitas o banditas” sabe que un corazón roto o un alma hecha polvo, no necesita palabras fingidas, recetas hechas o discursos que son impracticables. Un árbol que ha sido talado no recuperará la vida porque se le peguen ramas y algún fruto, con el mejor de los pegamentos. Al final todo eso está muerto, y lo muerto, no produce vida. Quizás el refugio sea ese tiempo (muy largo, algunas veces) que necesitará ese mismo árbol, para que pueda echar algún brote.

También ocurre, que en algunas oportunidades nos equivocamos de refugios, y terminamos en cuevas oscuras y lúgubres, que si bien protegen de la inclemencia del tiempo, no ayudan para nada. Esas cuevas terminan siendo relaciones que lo más probable es que no sumen nada y lo absorban todo. Pero se está tan lastimado previamente, que una sonrisa fingida, cuatro palabras hechas y una mano que nunca se extiende, pero que se presenta como si lo hiciera, parecen la salvación o el refugio. Mentiras que nos contamos a nosotros mismos.

Las cuevas son la continuidad del desacierto. El ambiente es tóxico, casi no se puede respirar una sonrisa, y el argumento que nos llegamos a dar es “mejor esto que estar solo”, entonces ya no huiremos de nadie, sino que nuestro peor enemigo estará dentro, ahí en esas palabras o razonamientos que nos decimos y que atentan contra nosotros mismos.

Un refugio es paz, aunque no hayan recursos, amor aunque haya distancia geográfica, oído atento aunque siempre se repita el mismo cuento que duele. Un refugio, también te hace saber lo que no está bien, aún cuando lo parezca, pero aún así el abrazo no se condiciona y está disponible.

El refugio está lleno de gracia, de entrega, de amor profundo, porque quien asume ese rol maravilloso, lo elige, nadie se lo impone y ejercerlo se convierte en crecimiento y desarrollo de alma.

Estoy rota… bien rota, y he entendido que solo eras una cueva. Pero todo suma en el ancho camino de la vida. Esto me sirve , para querer ser refugio, y serlo desde el verdadero querer, y no desde la apariencia de un lugar vacío, queriendo llenar a otros.

Mis heridas sirven, el perderlo todo también: porque entonces lo que soy realmente sale a la superficie. Refugio para el que no tiene nada, Luz en el Camino, verdad en medio de tanta relatividad.

Agradezco entonces, a quien no ha sido un Refugio, porque me lleva a entender lo que si lo es. ➰Todo suma➰

Palabra de la Calle: Refugio

Techo sobre mis ojos 
Gran seguridad
Miedo que se esfuma,
Paz que llega.

Lugar para el hambriento,
Paredes que no atrapan
Socorro lento
Oportunidad rara.

Ojos que observan,
Oídos que escuchan,
Manos que tocan,
Soledad en despedida.

Ausencia de ausencias
Vida que invita
Calor en el frío,
Abismo lleno.

No quiero ser… olvido 🤍

Hay distancias que duelen, silencios que atraviesan, ausencias que nos derriban. Y todo ello es parte de la vida.

La distancia se puede acortar si hay suficiente voluntad como para tomar un avión, hacer travesía en barco, o rodar por carretera; mientras que un virus no aparezca y te aísle hasta de pensamientos. Para esto se requiere determinación.

➰El silencio puede romperse, sin embargo a veces decir algo es sólo eso, algo, que no llega a ser suficientemente valioso como para callar definitivamente esa ausencia de palabras. Bastaría un texto, pero a veces ni siquiera eso ocurre.

La ausencia es totalmente opuesta a la presencia, parece obvio ese concepto, pero no es que sucede porque lo físico no se vea, sino porque lo intangible ya no se manifiesta. Los detalles, el pensamiento conectado y el recuerdo permanente no permite que exista. Si no es así, asistiremos al funeral de un sentimiento.

Pero a pesar de todo eso, yo me niego a ser olvido; a que ya no existas o no existamos, a qué ya el “nosotros” no lo conjuguen nuestros encuentros cómplices y que den vida. Que la ganas se mueran y la vida se apague; eso sería resignarse.

Y sigo aquí, con el recuerdo de compañero y el sentimiento intacto, o más bien protegido de todo los arañazos que esas lanzas inevitables que mencioné arriba le han propiciado.

Estoy aquí… pensando en ti. Puede que estas palabras, te suenen a verdad.

El sol baja… color 💭☀️🌸

Cómo si el sol bajara, se vistiera de púrpura, y en su centro se manifestaran todas las constelaciones. A su encuentro la soledad desaparece al contacto de su suavidad y los abrazos suceden sólo con verla.

La brisa pasa, alborota su risa y su presencia es el esplendor del encanto. Alrededor todo se matiza de su belleza, porque aún siendo una sola, es capaz de llenarlo todo.

Pestañas de oro, que se mueven indicando que mira mucho más allá de lo que creemos; observa hasta lo que ocurre dentro, donde nadie más penetra. Su rostro armoniza con la vida, aunque las horas el día avanzan, es como un sol de medianoche.

Quizás tú, también te has vestido en sus colores, llamando la atención de mis pupilas que van tras de ti, sin ropa. El cielo gira entonces en tu entorno y se construye un universo paralelo, ese que he conocido desde que te he descubierto.

No serás movido por el viento, porque tu rostro está grabado en la memoria, esa que a veces quisiera usar solo de vez en cuando. Son mis ojos y no los tuyos, los que te buscan y sin más te encuentran, porque tú también me sabes a abrazos y cercanía, aunque todo eso ya no exista.

La luz baja hecha colores, las líneas de tu ser se ven y desdibujan. Pétalos y brazos, miradas y pistilos; yo que quiero decirte algo… y solo te veo.

Como si el sol bajara… y se quedara en mi corazón en un tono distinto, así te conservas en mi, y es lo que toca, quizás lo perfecto.

Espinas… que hincan y señalan 🎋☁️

Paso a tu lado y te miro, apuntando hacia arriba como llamando la atención. Quisiera tocarte, pero dueles, quizás es más protección que otra cosa.

Como eso que hacemos cuando alguien nos lastima, tal vez surgen espinas que resguardan la herida, o simplemente disimulan el dolor. Pero tú estás erguida, y las espinas parece que no pesan.

Aunque sé, por experiencia que ninguna espina es liviana, al igual que el dolor que pueden producir. Sin embargo, a pesar de todo, el cielo baja y te toca; tu estiras tus puntas y se encuentran.

La belleza del amor, que no sabe de temor, ni siquiera el de ser lastimado… ellas quizás hincan, pero señalan hacia eso tan sublime, que las arropan.

Tristeza… quien escapa de ella? 🤍💭😔

Cuando estamos tristes la realidad se vuelve más lenta, los pasos tienen algo más de peso y la sonrisa parece una mueca indescriptible.

Las palabras pueden doler, sobre todo aquellas que ni se dicen, los agravios se sobre dimensionan, y el ser sobrio, no es la opción que se toma más frecuentemente.

El camino tiende a volverse menos llamativo, y el polvo puede empezar a caer sobre el alma, corriendo el peligro de quedarnos inmóviles como estatuas de sal, sin esperanza.

La tristeza duele, pero es parte de la vida. Termina dándole más sabor a los momentos felices, aunque efímeros y nos recuerda el verdadero valor a la alegría… esa que viene de adentro y no es determinada por nadie.

Hay quien se avergüenza de ella, de la tristeza; como si asumirla te quitara méritos o ser vulnerable fuera el pecado imperdonable. Pero, quién se empeña en obviarla, terminará siendo un payaso de sus propias mentiras, con fachada de aserrín que se desmorona fácil.

Yo estoy triste… porque soy humana. Porque extraño a los que amo y en este momento, aún con toda la tecnología existente, no puedo tenerles cerca y cuidar de ellos. Porque sentada en el piso frío de mi situación, veo qué hay manos que aún sin querer pasan y empujan a ver si podemos descender a la roca madre. Estoy triste y quizás es bueno para mi orgullo porque pese a que no se rinde, sufre golpes mortales y eso da pie a una humildad teórica, que ahora se desarrolla.

Y cuando tocaba seguir viendo hacia el piso y secar una lágrima tonta que sale sin aviso… levanto la mirada arriba y me doy cuenta de una verdad maravillosa: “Es posible volar al lado de la luna, aunque seamos pequeños; solo basta estar dispuestos a extender las alas”

Entonces, la tristeza no se va de un todo… pero la esperanza estira sus brazos y me abraza; sigo mirando al cielo. Tú sabes, que te veo.