Te perdí, me perdí en el camino perdidos andamos.
Quedarme si ti, ha sido el vacío al que siempre le temía, pero que escondía de buena gana.
Era mi egoísmo de saberme vacía, aunque contigo nunca tuve compañía.
Me perdí, te perdí, nos perdimos, pero es que siempre hubo una gran nada entre nosotros, y ahora siento que es ella quien me abraza mirándome a los ojos, fijamente.
No sabíamos de “nosotros” no hubo eso, pero tampoco “tú y yo”, ya que el verbo, el adjetivo y la oración de todos los párrafos de mi vida eras “tú” y yo solo repetía esa misma oración, del viejo párrafo en el libro de siempre, en una vida dejo de ser mía.
Por eso me perdí, te perdí, y estamos perdidos, porque no había un camino donde encontrarnos; y las brújulas no sirven, porque no hay lugar de destino que nos espere… a ti, a mi, a ese nosotros inexistente.
Un laberinto conocido se abrió ante mi, me tragó, al fin algo o alguien tuvo el valor de desgarrarme por dentro y de una sola vez, entonces te vi… o dicho de una manera más real, te deje de ver.
Entonces comprendí que estabas perdido; perdido de mi vida, de mis manos, de cualquier cosa que quisiera unirte conmigo.
Y sigues igual, con las brújulas en todos lados, creyendo que vas a alguna parte; y vas…
Sigues sin mi, y ni siquiera te das cuenta, que me perdí, y estoy perdida… y quizás es la mejor estación que me ha tocado
El no saber por donde vas, que estés perdido de mi, mientras extraño lo que no tuve, y esa es la manera más sincera de estar perdida.
Perdido de mi, perdida de ti; perdidos de un nosotros que no existe.
Aplauso a nosotros, que estamos perdidos, y que si todo ocurre como debe ser, no recobraremos ya más nunca, algún camino.
Perdidos, pero sin siquiera sentir dolor por eso. Es lo más triste. Sólo conjugando el verbo…