Crónicas del Trasmi 1… observación 👀 🚍

En medio de esta ciudad gótica, que se ha vuelto un caos debido a las manifestaciones del paro y todo una serie de sucesos que me recuerdan lo que viví al otro lado de esta misma frontera, hay una “marea roja” que permite el traslado de las personas comunes y de los que no circulan en sus vehículos los días qué hay pico y placa.

El Trasmilenio va por todos lado y corta la ciudad en cualquier cantidad de pedazos, conectándolos entre sí. Cuando el tráfico se para por las trancas normales en una autopista por la cual no puedes ir a más de 50km p/h (what???), la marea roja avanza y permite que la ciudad no se quede inmóvil. Pero, al momento de ser afectada por cualquiera de las manifestaciones, el servicio se suspende y empieza el calvario para sus usuarios, a los cuales les toca caminar a veces 3 horas para llegar a su destino.

Al margen de los beneficios y tinte social que pueda tener este colectivo y el tema relacionado con los hechos que ocurren en este país tricolor sin Estrellas, lo que más me gusta de poder usar este medio de transporte, es la gente. Soy observadora por naturaleza, y de ahí la capacidad para crear historias escritas y la mayoría de las veces en mi mente.

Y es que luego de pasar casi un año usando sólo taxis, para evitar contagio del COVID, que ya me dió y fue realmente malo, y sumando las dosis de las vacunas puestas, que supuestamente dan inmunidad, he vuelto a la experiencia de andar en el Trasmi. He aprendido a tomar los que tienen rutas específicas, pasando por pocas estaciones, hasta llegar a mi destino. Me ha costado algunas angustias, el sentirme perdida, el no conseguir quien te de una respuesta certera, y sobre todo me ha servido para “observar”. El sentirme sola en medio de tanta gente, me ha llevado a prestar atención a los detalles, para no perder tiempo estando parada donde no es y definiendo realmente cuál vía quiero tomar. Suena fácil decirlo, pero un “pelito” más complicado hacerlo.

Los cierto es, que lo que a simple vista podría ser lo más desagradable, se convierte en una gran oportunidad para mi. Porque en medio de esa masa de gente que se mueve con diferentes destinos, hay muchas vidas contando una historia que muchas veces ni ellos mismos saben que la quieren contar.

Lo normal es que cada uno vaya protegido con el muro que se levanta al sacar su dispositivo móvil, y fijar toda su atención allí. Y este es un fenómeno que no entiendo mucho, porque las noticias reportan que cada minuto son robados unos miles de teléfonos celulares, pero en ningún caso las personas dejan de usarlo en medio del transporte público. Hay de todos tamaños, colores y precios. Cosa que me pregunto menudo es, como alguien con un aparato de ese perfil, viaja en transporte público? Eso me recuerda a los tiempos en que veía en mi país ranchos con parabólicas.

Todos van como diciendo “no me importa la que pase fuera de mi”. No me veas, no me hables, respeta mi espacio (y no por el COVID). Nuestra capacidad de evasión se ha desarrollado exponencialmente con el uso de la tecnología. Y me incluyo allí, porque déjame en una isla desierta con un móvil y wifi, y puede que no me de cuenta que faltan humanos a mi alrededor 😔. Nos llama más la atención ver la vida “perfecta” de gente que no conocemos ni veremos jamás en persona, que darnos cuenta de la necesidad del prójimo que viaja al lado. Eso ocurre a veces con los que acompañan en el transporte público (y nos parece normal que nos distanciemos porque no los conocemos), y otras con respecto a los mismos que son parte de nuestra vida y ahí, si rodamos.

Siento muchas emociones mientras voy sentadas o de pie, los 20 o 25 minutos que tarda este gusano rojo en llevarme de la 134 a la 45. Y digo gusano, no a modo despectivo, sino porque son como varios autobuses juntos, unidos por una suerte de acordeon, que permite que su viaje sobre el pavimento tenga ese movimiento que tienen los invertebrados.

Pero lo más interesante, son las historias que escucho y observo. Es el escenario perfecto para ventas comerciales, conciertos “unplugged”, y ver la necesidad en cada rostro que sube con la intención de levantarse unos pesos, para comer, para sostener a una familia, o simplemente para proveerse del vició que tiene. Todo es válido en el Trasmi. Y justo son esos personajes los que me sacuden, entonces creo que vale la pena hablar de ello.

Escribir de lo que siento y pienso, cuando una madre se sube con un chiquitito a vender “cauchitos” para el pelo, mientras el nene no encuentra de dónde agarrarse para no caerse, conmueve. Me han dicho que soy un poco tonta, con respecto a estas realidades, que muchas veces son falsas, que no crea todo lo que vea… pero al margen de la verdad o la mentira, siempre me pregunto ¿qué decisiones tomó esa persona en un momento, que la llevaron a todo esto? Y me digo con certeza…. Yo también podría estar allí.

Entre una lágrima, sonrisa y hasta admiración que algunos me provocan, iré contando lo que ocurre de ida o vuelta, entre los paréntesis rojos de mi día.

Ayer me sorprendió ver una pareja relativamente joven. Él, con cara de vicio sin atención, en quizás una crisis de abstinencia, ella como ausente en medio de tanta gente y en el coche una criatura que no tiene idea de lo que ocurre. Ellos estaban a la entrada de la estación de Alcalá, justo antes del dispositivo donde se coloca la tarjeta y el contador de personas baja, dándote acceso por que has pagado. Ellos querían pasar, entre una persona y otra, lanzar el coche y lograr burlar el dispositivo, sin tener que pasar por el lector de pago. No se si por falta de dinero solamente, o por la adrenalina que produce violar la norma. Y la policía estaba allí, al lado de los dispositivos.

¿Qué ocurre en el ser humano cuando pasa esto? Yo me quede algo como paralizada al ver al hombre casi que empujando el coche para mantener el detector bajo mientras yo pasaba, para que así ellos pudieran ingresar, aprovechando mi salida. No importa el riesgo, no es suficiente la policía.. no importa nada? Será, porque ya no hay nada que perder?

Fue todo tan rápido que no alcancé a tomar una fotografía de ellos, pero se me subió una sensación como de angustia al pecho. ¿Cómo sería esa historia que produjo ese bebé en el coche? estarán conscientes de lo que significa criar a un hijo? Pensé en los míos, en los tres… y el corazón se me arrugó.

Allí, en esa entrada, quedaban esas tres vidas. No pude alcanzar a mirar luego si lograron pasar o no, solo se que así como se veía oscura la entrada mientras yo subía a la rampa que me conectaba con la vía, de esa misma forma oscura se mostraban sus vidas. N

Que a veces no se trata de los gobiernos, que la entable mente en su mayoría que todos fueron entrenados para ser indiferentes y malos con los ciudadano (y no digo todos porque tengo esperanza de que no sea así). Se trata más bien de cada uno, de lo que hacemos o dejamos de hacer. Hay ocasiones en que las personas sienten alivio solo con ser escuchadas, y si a eso le añades u pan para su estómago puedes convertirte en un verdadero milagro.


A veces solo toca ayudar, sin preguntar
Amar sin esperar,
Saciar el hambre sin que haya gratitud
Extender una mano, aunque para eso
Nos tengamos que agachar.

Es mi intención compartir lo que veo; lo que hago como una gota de agua en medio de un desierto de dolor, no. Porque no se trata, de lo bueno que yo pueda hacer (que casi nunca es de verdad), sino de visibilizar para mi misma, lo que ocurre a mi alrededor, de las historias agradables o no con que me puedo topar, y sobre todo de un despertar. Despertar a ser humano, que a veces en definitiva es lo más difícil que podemos aspirar.

Ciudad Gótica, Junio 13; 2021 8:47 am

Viendo el día… pienso 💭

Comienza el día, aunque alguno hoy no amaneció, por mi parte yo si; prueba de esto, el teclado produciendo caracteres en obediencia a mis dedos , y estos haciendo lo mismo con respecto a los comandos que dicta mi cerebro. Tengo vida, es una realidad y mucho más que un motivo plano para agradecer.

El taxímetro va marcando, mientras que el conductor sortea no muy diligentemente los atascos vehiculares, normales. Es una autopista, y no se puede ir a más de 60 kilómetros… que alguien me explique que es lo que esta errado, si el concepto de autopista o el marcador de velocidad de los vehículos.

Y miro al conductor…

Más de cincuenta, caucásico, diría más bien extremadamente blanco, de los que algún rayo de sol, les deja un color rojizo que manifiesta irritación. De manejo tranquilo, eso evidencia que su noche fue al menos normal. Nada de peleas, ni tragos en su haber. El tapabocas bien puesto, nariz y boca cubiertas y el mentón a salvo; eso me dice que piensa en el cuidado. Puede ser de esos que piensa en su familia.

No hay música en su radio, en lugar de eso, noticias. De esas que dicen cómo va el virus, que anuncian el “tercer pico”.

Mientras la ciudad sigue su rumbo, los puestos de comida en la calle despiertan, mucho antes de los negocios organizados, que pagan impuestos y contratan trabajadores formales. La informalidad les lleva un paso adelante. El empresario tiene horarios, la necesidad de la calle no.

Y los “Poli Malos” también están temprano, pareciera que es igual en todas partes, al menos en este lado del continente. Cada vez que alguien los ve, en lugar de sentir alivio, el estrés que produce el temor llega. Nadie quiere ganarse la lotería de un “antojo policial”. Aunque debo hacer la salvedad que: no todos son iguales, habrá quien si este ganado a la idea de servir al ciudadano y proteger la ciudad, pero como siempre, el mal proceder de uno echa a perder la reputación de otros.

Diferentes latitudes y mismas necesidades. El ser humano es igual, y en cualquier parte del mundo, se enferma. Nunca he pasado por aquí, sin que una larga “fila” no me haga pensar: —¿y que es lo que reparten aquí?. Luego recuerdo lo que me han dicho sobre la medicina prepagada y todo el bla, bla, bla del sistema de salud de este lugar. Al final del cuento, la gente padece y no hay quien supla sus necesidades de manera oportuna. Si estás enfermo y tienes que madrugar para obtener un médicamente luego de pasar horas en una fila… tú me dirás si eso es un sistema que funcione.

Y llego a mi destino, al lugar que me acapara por las próximas 12 horas. Aquí el tiempo se detiene, como este reloj que hace días está sin pilas, pero total, se que no me voy a ir, sin terminar lo que me toca. Así que le he dejado descansar de su carrera por un tiempo… al tiempo.

Hora de guardar los sueños… de saber que la vida es difícil y eso nos sirve para atesorar los buenos momentos que hemos tenido, y la esperanza por los que vendrán.

Marzo 25; 7:21 am

Espinas… que hincan y señalan 🎋☁️

Paso a tu lado y te miro, apuntando hacia arriba como llamando la atención. Quisiera tocarte, pero dueles, quizás es más protección que otra cosa.

Como eso que hacemos cuando alguien nos lastima, tal vez surgen espinas que resguardan la herida, o simplemente disimulan el dolor. Pero tú estás erguida, y las espinas parece que no pesan.

Aunque sé, por experiencia que ninguna espina es liviana, al igual que el dolor que pueden producir. Sin embargo, a pesar de todo, el cielo baja y te toca; tu estiras tus puntas y se encuentran.

La belleza del amor, que no sabe de temor, ni siquiera el de ser lastimado… ellas quizás hincan, pero señalan hacia eso tan sublime, que las arropan.

Belleza… que bueno verte! 😍🌺

Belleza… de la que abunda y aunque estemos ciegos para no admirarla, existe. Como si el mundo estuviera en calma, y las malas noticias no fueran el grito fuerte de este tiempo.

Belleza ingenua, sin malicia y dobles intenciones; capaz de seducir, pero no de manipular. Disponibilidad para ser vista, sin aspaviento y poses de reina desubicada. En la simpleza de saber quien se es.

Belleza, a pesar de saber que es efímera, que las horas están contadas (como las de todos) y eso no es motivo de lamentos o de dramas innecesarios. Con pocos pétalos, pero en ellos concentrados la hermosura de saberse roja. Un universo que se mueve sin tener que correr.

Belleza, que te miro y un suspiro se queda a mitad de camino; mientras sueño que veas lo que yo también veo. Y los colores tienen sentido, y las pequeñas cosas del camino, vuelven a hacer que nos encontremos.

Belleza, es saberte ahí, asomado a mi vida, recorriendo la maravilla que no observamos por creer que tenemos cosas más importantes que buscar y en qué invertir nuestros propios pensamientos. Y eso es parte de nuestros errores humanos.

De lo que me permitió ver, el levantamiento de la cuarentena estricta.

Dia anterior… día de hoy 4to paso en Octubre 💭

Hay veces en que los días nos abrazan con sus afanes y no desgastan a lo sumo. No en vano Pablo dijo: «Por nada estéis afanosos». Pero somos propensos y hasta tercos con esto del afán, que no es más que la frustración de comprobar que no tenemos «el control «.

Ayer amaneció bello…

El sol hizo un despliegue de luz, espectacular.

Provocaba solo estar allí y disfrutar de tanta luz, de tanta belleza y esplendor. Pero ya sabemos que la vida no nos deja «enchinchorrarnos» en ninguna trinchera; ya sea por una cosa u otra, nos sacude.

Y eso está bien, porque de lo contrario el polvo de la inercia se nos pega, con la consecuencia obligatoria de quedarnos entumecidos hasta el límite de ya no movilizar ni siquiera los pensamientos hacia lo que una vez quisimos. Nos volveríamos simples figuras pegadas en el camino que alguien más transita; ¡y claro! Es obvio que tarde o temprano seremos eso en la vida de los demás, pero empeñarnos en empujar el proceso sería contraproducente hasta para nosotros mismos.

El movernos hacia algo o alguien mantiene nuestro enfoque en su lugar, los músculos del cuerpo y hasta los mentales (si pudiera decirse así) ejercitados: en fin nos permite experimentar qué estamos vivos o que al menos pretendemos estarlo.

Así que contemplé y fue un verdadero deleite la forma en que comenzó el día de ayer. Luego los propios afanes de día, se subieron al puesto de copiloto y me hicieron arrancar.

El sol pillaba mis pasos por todos lados y lo agradecí profundamente porque hay momentos en que a pesar de que «amanece» seguimos viendo todo en penumbras.

Confieso que no soy muy dada a estar manejando de un lado a otro y cuando lo hago es por una causa que lo amerita. Si soy quien está detrás del volante por seguridad mía y de los demás, debo dejar pasar mucho de lo que quisiera observar, y aunque a veces solo me detengo al borde de la vía y lo hago, hay otras en que simplemente no puedo, y eso definitivamente me quita las ganas de ir por ahí todo el tiempo enclaustrada dentro de un vehículo. Pero claro, si quiero a la persona a quien debo llevar o si voy a su encuentro , el asunto se resuelve. 😊 Voy sin que me pese.

No sabemos quién realmente nos quiere, hasta que no somos lo que precisamente ese otro espera o desea. Cualquiera te quiere si eres Justo lo que le pediste al genio de la lámpara.

Cuando te sientes bien y tienes recursos, quizás hasta el pariente más lejano te busque, y tu casa esté siempre llena. Pases a ser el familiar o amigo popular, que todos quieren visitar, porque siempre salen con algo de tu domicilio; ya que tu función en todo eso es que nadie se vaya con las manos vacías. Y te sientes bien, tu orgullo está arriba y te repites a ti mismo: «que bueno soy, porque doy».

Te gustan las adulaciones y sentirte imprescindible o más que necesario. Y esa sensación aunque la «pagues » con todo eso que entregas, te resulta irrisorio porque necesitas esa dosis de adulación para sentirte importante. Craso error.

¿Pero cuando no es así? ¿Qué ocurre?.

Cuando las fuerzas se agotan y el dinero se acaba, ¿quien está a tu lado capaz de sentarse en el piso contigo, si no hay muebles? ¿quién está pendiente de cómo te sientes cuándo sólo pueda escribirte un antiguo mensaje de texto, porque las video llamadas estén fuera de tu alcance? ¿A quien le resultas agradable cuando ya no eres atractivo?

Mirando la ciudad y sus males, me di cuenta de que a veces manejamos la vida como los políticos; los que si tienen algo de que lucrarse hacen las obras en las vías, colocan la valla de «trabájanos para usted» y aparentemente están allí, pendiente de todo <muestran interés>. Pero cuando ya no hay «queso en la tostada» abandonan la función de servicio para la cual se postularon alguna vez e hicieron hasta lo imposible por ganar. La ciudad pierde brillo para ellos cuando ya no hay ningún provecho económico que pueda sacarse de sus contratos.

Operamos así en lo pequeño que son nuestras relaciones personales, y extrapolamos esa filosofía hueca a lo más grande que es cuando la relación es de alcances locales, regionales y hasta nacionales.

No subo la foto del estado en que está la vialidad que conecta las dos ciudades más importantes del Estado donde vivo, porque simplemente me da pena. Dejaron perder todo un trecho de la avenida que comunica las dos lugares, solo por desidia. El caso es visible, hay carros en el canal que no corresponde y accidentes ocurren sin que nadie los evite con tan solo una señal de «peligro». Se perdió el interés, porque ya ese contrato no da para la riqueza personal de alguien. Realmente es atroz el accionar bajo esa filosofía de egoísmo y maldad.

Entonces es preferible detenerse un poco y observar otra cosa, antes que lo terrible del ser humano y que el reflejo de sus acciones nos arrope hasta sentir que asfixia.

Continué el camino…

Me repito…

El color existe, para quien esté dispuesto a verlo.

Y no todo está perdido, aunque lo parezca.

En cualquier parte puede presentarse aquello que nos reconcilie con las ganas de continuar el camino, aún cuando hayamos decidido tirar el boleto del viaje.

Comprobar que de lejos a veces las cosas parecen más imponentes o que estamos equivocados es una experiencia que sólo logramos saborear, si nos acercamos.

No es igual estar al pie, que a unos cuantos kilómetros.

Lo que puede tener forma idílica desde muy lejos, puede desmoronase como naipes que se soplan, al comprobar una tosca realidad.

Los sustos nunca faltan, la vía como la vida está llena de sobresaltos, los sinsabores están allí dispuestos a dejarnos en el paladar trozos de amargura, de desasosiego e impotencia, pero el camino continúa. El quiere ser descubierto.

Y en el momento que te detienes a disfrutarlo, puede que no estés a salvo de un «regalo» que te venga de arriba. Un pájaro que pase y vuele y te lo empañe.

Aún así, el camino sigue y el paisaje es bello.

No se invalida lo que podemos apreciar y disfrutar de todo nuestro camino por todos los huecos en que caigamos, y aunque ellos de alguna manera nos dañen o quiebren, no tiene que ser para siempre.

La tarde de ayer «se quebró y» y creo que yo con ella. No me di el permiso de estar mal, simplemente el sentirme mal me arropó hasta el punto de que también mi cuerpo se rindió por unas cuantas horas. Mis compañeros de la «Fibro» saben como es esto, y mientras la tarde lloraba «a moco suelto» yo también lo hacía sin quizás tener fuerzas de gritar las lágrimas.

El día de ayer se despidió, todo estaba mojado alrededor, pero sacó su pañuelo y enjugó nuestras lágrimas … Octubre despacio luego me dijo: «Vamos, acompáñame… sigamos «.

Y así terminamos el ciclo de llanto y nos dimos un tiempo para que la luz de los últimos minutos del día, nos calentaran el alma de a poco.

La tristeza dejó sus rastros, pero también la belleza pintó su cuadro.

Y hoy al cuarto paso de este Octubre melancólico, que ve pasar sus días como hojas bellas que caen de los árboles, el día y yo, hemos comenzado muy temprano.

Antes de que el wifi y su señal intermitente me fastidie, antes que las llamadas del día me saquen de la oportunidad de contemplar la calma y su importancia en mi vida. Estoy aquí, mirándole, mirándonos de frente.

Los colores avanzan, ya el día despierta. Los pajaritos hacen su llamado a que «volemos «, que no dejemos el polvo en nuestras alas.

El día se aclara y Octubre orgulloso como quien se perfila para asumir los pasos del día, con agrado.

No sabemos que traerá este regalo, pero de algo estoy convencida y es de que lo es… un inmenso regalo que supera cualquier cosa que tengamos.

La vida unan vez más con sus vestidos únicos, y del mismo modo nos invita a su fiesta única; no como la que pensamos nosotros en nuestras limitadas mentes sino como ella, en la agenda se su Creador sabe dárnosla.

Octubre bello y delicioso, con tonos graves e intrigantes, aquí nos encontramos nuevamente. No te canses.

Y el día sonríe y se sonroja, porque sabe que hablo de él y le observo, con ojos de admiración pase lo que pase.

Sentir el camino… cada paso 👣 🎉💋

Que a veces nos empeñamos en abrir caminos, y en fijarnos destinos tan ambiciosos, que perdemos de vista el disfrute de cada paso.

De nada sirve un camino, muchos pasos andados y un destino «grandioso» si cuando llegas lo haces desgastado y con el placer y la alegría, fuera de tu equipaje.

Siente cada paso, y con eso el camino te llevará donde quieras. 🥰

El camino… con o sin huellas 🌅

En la vida algunas veces (para los más privilegiados) ocurren momentos de muchas»fiestas». Hay invitaciones por doquier, muchos se desviven por estar en ella; gozar del ambiente de la música, del servicio que se sirve en lo que se comparte con exquisitos sabores, de las personas nuevas que vienen sonriendo, de toda la diversión que significa estar en «modo fiesta».

Es entonces cuando se pueden ver un sinfín de huellas llenando el camino. Se consiguen muchos likes, todo el mundo quiere estar donde la abundancia es exhibida, donde los problemas no existen y hay colores brillantes que lo adornan todo.

Hay cola para ser parte de ese tipo de camino. Nadie pregunta si te sientes solo, porque entre risa y risa, simplemente se asume que se está bien. No hay razón aparente para pensar lo contrario. Se anda el camino, la mayoría (por no decir todos) quieren estar ahí con nosotros.

Pero hay otro tipo de momentos, esos en los que el camino se vuelve menos brillante, más difícil y hasta incómodo. Uno que otro intenso dolor se cuela por las rendijas del alma y el ruido de alguna manera cesa. No existe música, a menos que se silbe y quizás no haya mucha fuerza para hacerlo. Sientes la puerta de la salida soñar vez tras vez.

Las huellas ya no abundan, quizás alguna casi por error, se mantenga. Las voces dulces faltan, la mano que saludaba o estaba ahí de algún modo, prefirió para tomar su maleta e irse.

Es fácil recibir la invitación a la fiesta y a las luces, eso es para todos . No tanto resulta para quien más bien es un llamado a acercarse al momento difícil, ese en que el todo está más cerca de la preocupación o de la crisis.

Ser de los que solo disfruta la fiesta, y esa es la razón para marcar las huellas, conducirá inevitablemente a solo brincar de fiesta en fiesta, y se estará propenso a vivir una embriaguez permanente, sin conocer realmente a nadie, sin profundizar su alma, sin llegar a querer realmente.

Ser de los que está dispuesto a andar el camino con o sin música para bailar, abundancia para compartir y sonrisas a la orden del día, puede que lleve también a llorar, pero al final permitirá crear lazos reales que superen todas las estaciones del camino.

Como todo en la vida, en el camino… decidimos que hacer y con quien, y sobre todo donde se dejan las huellas.

De paseo por la vida…descubriendo 👀❣️

😮Las imágenes de Esta entrada han sido eliminadas y miradas a Instagram, ya que no me queda espacio en el blog y debo liberar. Para ver las fotos puedes ir a @escriboloquesientoypienso🙄

Hay momentos en la vida en que no queremos andar más. El camino se vuelve una repetición de sucesos que nos cansan, de paisaje que ya conocemos y no queremos más… y de pronto alguien nos invita a otra parte del camino.

En principio rechazamos la invitación, porque en el fondo nos sentimos cómodos con nuestras propias miserias, tanto como para no atrevernos a soltarlas. Hasta que por una razón que a veces no comprendemos, decidimos asumir la nueva aventura y empezamos a abrir los sentidos otra vez.. el camino no espera.

Cuando pensábamos que no habría un nuevo lugar por donde pasar, el paisaje simplemente cambia y se abre a nuestro paso.

Una voz en nuestro interior nos susurra bajito, para que los otros no oigan: —¿Cómo es que me he empeñado en sepultarme en una sola parte del camino, habiendo tanto por conquistar y ver?

Claro eso nos lo decimos y luego nos hacemos los locos, tentados a seguir acariciando el dolor que ya el camino anteriormente nos había proporcionado; y como nos sabemos la ruta es fácil deslizarnos hasta sus rincones tenebrosos nuevamente. Hasta que…

Empezamos a ver nuestra soledad como la de un árbol solo a la orilla del camino que está en riesgo de morir. Y determinamos que no queremos que esos nos ocurra.

Podemos ser refugio para otros. Lugar donde el nido de las ilusiones aparezcan, entonces pierde todo sentido lo que nos habíamos empeñado en conservar del camino anterior, el que no nos conducía a ningún lado. Nos animamos al pensar que otras vidas vengan, un alguien que realmente si quiera estar, como esos árboles que luego de algún tiempo echan raíces y se fortalecen.

Entonces entendemos, que la vida como un camino, es mucho más de lo que simplemente hasta ahora, habíamos andado.

Que hay cosas interesantes que podemos descubrir y gente realmente valiosa en la cual podamos estar interesados. No todo se acabó en los pasos que dimos. Estamos vivos.

Los colores van apareciendo si nos atrevemos a abrir los ojos. De empeñarnos en solo tenerlos cerrados, conseguiremos avanzar a tientas quizás, pero de seguro caeremos y nos golpearemos más, y lo peor nos perderemos de admirar y sobre todo de disfrutar lo que se nos presenta y está ahí para nosotros. Parece ilógico que lo obviemos, pero eso hacemos.

Aceptar que la aventura nos espera en el camino, es regalarnos un sinfín de sensaciones…

Regalos que no esperábamos…

Lugares de descanso, donde podremos pensar, desahogarnos y hasta tomar desiciones.

Es así como podemos asumir que podemos cruzar cualquier orilla y acercarnos, que las distancias se acortan si queremos y que no siempre el agua divide territorios, sino que algunas veces solo es una prueba para animar a alguien a luchar por lo que quiere. Nos embarcamos.

Y la vida se hace cercana. El camino empieza a pintarse de colores distintos.

Perdemos el miedo que da atravesar el puente, aunque el viento puede sacudirlo, recordamos que es lo que tenemos para hacer posible nuestra llegada al otro lado. Si mantenemos la mirada en ello, aunque nos asustamos, terminamos cruzándolo.

Y ante nuestros ojos la fiesta de lo que sentimos, comienza.

Descubrimos que la risa no nos ha sido negada, sino que éramos nosotros quienes nos empeñábamos en taparla con tristes recuerdos.

Y la vida se presente de pronto con el mejor de sus trajes puestos, invitándonos a sentir, a visitar nuevamente el salón de la Alegría, donde no tenemos que pagar nada, y como único requisito para estar ahí, se requiere de las ganas.

Cada flor comienza a tener sentido nuevamente, cada hoja que se mueve nos sonríe. Y no que antes no lo hicieran, sino que no lo veíamos. Estábamos demasiados ensimismados en nuestros propios dolores.

Y comprendemos que vale la pena emprender otro camino, aceptar la invitación a la aventura, sacudirnos ese polvo de la desilusión que se había pegado a nuestras alas y nos impedía volar…

Entonces terminamos convencidos de que la vida es una ruta por la cual podemos salir a pasear. ¿Porque empeñarnos en negarnos a eso? Por la tonta manía de creer que tenemos un después.

Continuo el camino, ahora mismo, no me niego a lo que pase. Cruzo el puente, recorro la distancia, disfruto las flores, agradezco cada instante que esté para ser vivido, sabiendo que es un regalo. De paseo… voy contigo.

Andar y parar… 🛤🌳

El que se afana por solo llegar, puede que esté tan cansado al final, que no logre disfrutar nada al llegar.

El camino también está lleno de bancas y lugares donde parar a solo disfrutar de lo que está a la vista, de lo que hemos andado o simplemente de tomar el respiro necesario para poder continuar y hasta replantearnos si queremos continuar en la misma ruta o no.

Del modo que sea, todo el camino también contempla un descanso.

No es más fuerte quien nunca toma un tiempo para sí, sino aquel que conociendo sus capacidades sabe cómo administrarlas.

Disfruta el camino… se puede andar y parar, descansa.

El camino… una vez más, el camino…. 💭 🛤

Pensando un poco, en este día que ya se ha ido…

En el camino de la vida

Muchas veces podemos

Sentirnos cansados y

Agobiados,

Las subidas cuestan,

Las bajadas nos desenfrenan

Lo que adorna nos deslumbra

Y puede hacernos caer.

Si el camino es solo recto

Nos hastiamos, nos da sueño

Corriendo el riesgo de

Chocar, de lastimarnos.

Si son muchas las curvas o

Desvíos, simplemente nos

Perdemos, al punto de no

Poder recuperar la ruta que

Teníamos.

Y entonces… ¿cuál es el camino?

EL MEJOR CAMINO,

El verdadero es el que te permite

Pasar por todo ello, sin que te

Quedes en el intento.

Es sería la trampa, la mentira,

El invento…

Lo de “no hacer nada” “confórmate “

“Quédate quieto”

Subirás y bajarás en un momento,

Las curvas las sortearás

Igual que el camino recto,

Nada de eso te atará, pues tú sabes

A dónde vas,

Indistintamente que otro quiera

Dirigir la escritura de tu cuento.

EL CAMINO sin duda necesitará

Ser pisado, Para adquirir sentido

Entonces, entonces quien lo anda

Será el que determine su destino.

Cuando ya o quieras mas,

Sabrás

Que ya se acabó el camino…

Mientras sigo aquí…

Tú, parte de mi camino, quizás el punto de llegada o el desvío, la curva donde me pierdo, el andar derecho y recto, lo que también me hace quedarme a la vera y en el centro. El papel en blanco donde mis letras escriben el cuento.