Encontrémonos… ven conmigo

Esta es la invitación, para seguir juntos…

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Esta será la nueva ventana que se abre para continuar escribiendo de lo que se mueve dentro de mi y necesita ser expresado en letras. Si estás dentro, se bienvenido(a) nuevamente. Siempre ha sido un placer que estemos juntos. Si es la primera vez, te invito a ser parte de lo que mi corazón piensa… si, porque eso hace y simplemente la razón, siente.

Te animas y nos vemos ahí…?

Gritos… son necesarios? 😱🗣

Como humanos podemos «perder los papeles» en algún momento y desubicarnos, pero anclarnos en la estación del querer tener la razón en todo, todo el tiempo, puede ubicarnos dentro del rango de las personas que son desagradables.

Gritar es un verbo, que todos conjugamos alguna vez; pero la frecuencia de hacerlo, no garantiza que algo bueno o semejante a lo que esperamos, suceda.

Grita el que tiene miedo, quizás para pedir auxilio, porque se siente perdido, porque un gran peligro siente que se cierne sobre su vida, o porque la montaña rusa está en su tope más alto y la caída es inminente.

Grita el que necesita ser escuchado, y piensa que no le prestan atención; aquel que tiene problemas en su propio órgano auditivo, el que está convencido erróneamente de que «la letra entra con sangre».

Grita el impaciente, ese que quiere todo para ayer, e irónicamente sus acciones viven en el pasado. Aquel que maneja la vida de forma «express» y pasa por alto que cada ser humano tiene un ritmo, que no todos caminan y hablan igual y sobre todo que no piensan de la misma manera, aunque parezca obvio que así fuera.

Humanamente, gritamos.

Pero, gritar no hará espantar al miedo, ni ser escuchado por quien nos ignora y mucho menos hará que sucedan las cosas de la forma que quisiéramos, simplemente por que si.

El grito es un arma que a menudo usan los controladores, esos que creen tener el poder de decidir todo lo que ocurre en todas partes y en todas las personas. Por supuesto que eso nunca es así, y al darse cuenta de esa gran verdad, gritan.

➰El ejercicio de pedir perdón, puede dar la oportunidad de sentirse humano y bajar del pedestal de la perfección, entonces no será necesario el grito, sino que la vulnerabilidad de nuestra humanidad tendrá permiso para mostrarse➰.

Entonces viviremos.

Alarmas… suenan 😳 🚨

Un día nuevo comienza, la luz se levanta aunque la oscuridad insistiera mucho en quedarse. Está bonito.

Se oyen sirenas desde muy temprano, alguien está en angustia y el grito acelerado de una ambulancia rompe con el silencio y la quietud de la madrugada. Algo pasa.

Motivos distintos, sonidos muy parecidos, resultados lamentables. Si es un herido pudo ser un choque, un robo, un accidente de alguna manera. Si es un enfermo, ir al hospital en este momento es más riesgos que estar fuera. La corona del virus, sigue dando miedo.

Se oyen las sirenas al norte y silencio un poco el ruido de afuera, concentrándome en lo que ocurre aquí adentro, en mi, y te encuentro. Seguimos siendo humanos que no pueden dejar las emociones de un tiro, aunque pretendamos controlarlas, donarlas o apaciguarlas. Fracaso seguro.

Y me nuevo al sur, donde el trabajo espera y no hay descanso, y también se oyen sirenas, la emergencia está a la orden del día. Son los bomberos, su camión rojo, y su alarma insistente me dicen que algo está en llamas, que se quema. Incendio en la ciudad fría.

Hay otra sirena, una alarma que también se niega a dejar de llamar la atención… el ritmo del corazón acelerado que no se cansa de bombear recuerdos, de apretar el alma y de no soltar el amor que hace tiempo ya me abraza. Grillos del alma.

Y el tiempo avanza, el reloj marca con suavidad y persistencia a la vez, colocando a cada uno donde va; al cumplimiento de las labores, al recordatorio de que todo tiene fecha de caducidad, incluyéndome. Vuelvo a lo que me toca.

Diciembre 22;2020 7:06 am

Se extraña… te extraño 💭✖️

Extraña el corazón que siente, ese que fue embargado por una pasión, por una emoción, por un sentimiento.

Extraña aquel que ha recorrido un camino y lo ha disfrutado, pero que sabe, que jamás volverá a pisarlo.

Se extrañan esas páginas leídas que nos dieron aliento y otras que hasta incomodaron, cuando se hace presente su espacio vacío en nuestra biblioteca.

Extraña la mano que acaricia, que sostiene, que levanta; cuando no existe más el ser que de ella necesitaba… se ha ido.

Extraña quien viendo salir el sol, contempla también la belleza de la vida y ahora está en una tumba de concreto, con techo de nubes siempre grises.

Se extraña la voz, esa que despertaba con una palabra de presencia, con tonos a veces disonantes, pero que portaban el sonido de los días, y ahora hay silencio aterrador que mata.

Extraña quien llegó a la cúspide y admiró la belleza desde la cima, el aire cálido y el brillo de los rayos de sol, cuando el resto de la vida toca estar al ras del suelo, al pie de la montaña, sin volver a encontrar el camino por el que se asciende.

En fin, se extraña a quién es parte de nuestra vida, a lo que hicimos con agrado, eso que logramos como “lo último”, el ver lo que ya no vemos, los amigos que hemos olvidado y nos olvidan, las rosas que ya marchitas no florecen; los relatos que escribimos y que no han vuelto a aparecer en nuestros cuadernos, la poesía que se quedó colgada junto al sentimiento, la rabia que ya no aviva ante lo injusto.

Se extraña ser… y eso es lo terrible.

Preguntas… respuestas

Que tengamos todas las preguntas, no quiere decir que seguramente cada una de ellas, tenga una respuesta.

A veces nos encontramos ante abismos infranqueables, calles sin salidas, emociones sin retorno; y de alguna manera preguntamos porqué o en el mejor de los casos, para qué; pretendiendo con esta pregunta darle un corte más filosófico y profundo. Pero lo cierto es que al preguntar la afirmación que va implícita es: esto que me ocurre o lo que no llega, “no me lo merezco” 🤨y es entonces cuando viene una pregunta tras otra.

Y hay un silencio grande…

¿Porqué? por que no hay un compromiso escrito en el cielo de que por cada pregunta tiene que haber una respuesta o más aún, una salida.

En medio de las turbulencias humanas, que parecen ahora más frecuentes que antes; quizás por la existencia de las redes sociales, que parecen omniscientes y divulgan todo lo que ocurre (todo el tiempo), nuestra vida se sumerge continuamente en un caos, y las olas que baten nuestra alma son esas “preguntas “.

Lo cumbre es que las hacemos al aire, y la mayoría de las veces no a nosotros mismos. No nos preguntemos ¿qué sentimos? O ¿qué origina en nosotros cierta reacción? Y la más grande de todas las preguntas ¿cómo es que llegue a dónde estoy? No, generalmente nos centramos en una interrogación cómo está: “¿porque me ocurre esto a mi?” Entre paréntesis, “yo que soy tan Bueno(a)”

Echemos un ojo a nuestra vida hoy, ahora… no ayer, ni mañana que aún no llega. Lo que eres, lo que tienes, lo que sientes… ¿es producto realmente de tus propias acciones, creencias y decisiones?

¿Estás consciente?

¡Muchas preguntas! Si, pero son las que deben retumbar en nuestro interior, antes de inundar todo el exterior con la frustración que nos da, no tener las respuestas.

Que haya respuesta, no nos dejará satisfechos; que exista una salida no implica que no volvamos al error; que encontremos el camino no significa que ya nunca estaremos perdidos

Los faros… en calma y en tormenta 🚤 🌊

➰➰Los faros en las tormentas… salvan vidas y cuando las noches son claras y serenas, encandilan.➰➰

Algunas veces somos faros en el camino de alguien; su destino no está muy claro, tiende a perder el enfoque, su mano ha estado sin asir la de nadie, por mucho tiempo. Y somos faros.

Nuestra luz inspira, nuestra compañía es espada que rompe las cadenas de la soledad, las palabras unen y hay un camino para ser andado, juntos.

Otras veces, aunque seguimos siendo los mismos (faros); simplemente encandilamos o resultamos molestos; alguien está muy bien. La vida es fácil, sin tormentas, el destino es un invento maquillado al antojo; salta de mano en mano y el corazón no importa. Ser faro molesta, a quien le gusta navegar en las sombras.

Nuestra luz se vuelve una flecha, que tal vez señala los caminos ocultos, lo que puede enmendarse, la cara que no se ve, cubierta por maquillaje. La luz, delata.

Por eso los faros terminan siendo alivio de muchos y parte de la vida de ninguno, porque nadie se los lleva a casa, pero saben que estarán ahí marcando el rumbo, gritando ¡hay salida! Cuando todo parece acabarse y la niebla se convierte en la vida.

Me gustan los faros, me gusta ser faro… aunque a alguno le den ganas, de apagarme.

Panes y personas…. atención y trabajo 😍 🥖

¿A quien no le gusta el pan? hasta a quienes les hace daño el trigo como a mí, igual les gusta.

Quizás es fácil comprarlo y ya, pero para quienes se disponen a hacerlo, están conscientes de que no podrán obtener lo que esperan, sin antes no haberse ensuciado las manos y que algún rastro de harina quede sobre la ropa.

Todo amerita una elaboración…

Y así como el pan puede ser “a la carta” y simplemente se paga y se obtiene; tal vez existan relaciones. Pero en las que se quiere obtener el mejor resultado, estamos conscientes de que hay que invertir tiempo y trabajo. La intencionalidad manifiesta, no se separa de un objetivo propuesto, y más cuando se trata de personas.

Quizás como el pan, las cosas no salgan en los primeros intentos tal como lo esperamos, pero el que no deserta es quien logra el cometido.

A veces hornear equivale a una que otra quemada, a veces acercarse a alguien con una intención real, nos produzca heridas. Todo dependerá al final, de que tanto queremos ser los que hacen el pan y que tanto nos importa la persona a quien destinamos nuestra atención.

Ya me contarás, como te va con el pan… y si te atreves a ser del que pone sus manos en la masa, para darle de tu atención y fuerza y obtener el resultado que quieres. Con la otra persona… igual .

Maestros… lecciones 👨‍🏫

El aprendizaje es un tremendo proceso que nos ocurre desde el mismo momento en que nacemos.

Al llegar al cole, los maestros se encargan de compartirnos información que nos servirá en algún momento para las profesiones que decidamos tener en el futuro, o al menos esa es la justificación más usada por el modelo de educación tradicional.

Pero en la medida que vamos creciendo, conocemos a nuestros verdaderos «Maestros» aquellos que con con las alegrías, heridas y dolores que nos causan, nos marcan a veces de una forma indeleble.

Maestros como aquellos que nos hacen tocar el cielo y podemos ver el dolor en otra perspectiva; pero que luego nos dejan caer y aprendemos que solo fuimos «circunstancias» y como tales, ellos no se quedan para siempre.

Maestros como esos que te sacaron sonrisas de donde no las había, y te las creíste; pero luego te hicieron llorar a cántaros, entonces aprendemos que la sonrisa no depende de otro humano, sino de lo que se mueve dentro de nosotros mismos.

Maestros de los más fuertes, de los que te hicieron sentir que ibas con ellos en el camino, que sus pasos y los tuyos iban al mismo lugar, para luego descubrir que caminabas solo desde el principio; entonces aprendemos que el camino no deja de serlo, porque hayan decidido abandonarte.

Maestros que te invitaron a la fiesta, te pusiste el mejor vestido e ibas con la mayor de las ilusiones, y cuando llegaste, ese, el Maestro bailaba con otra(o) y se iba juntos; lo que permitió aprender que la música suena para nosotros aunque no hay quien quiera sacarnos a bailar.

Maestros que van a nuestro lado, reconstruidos, y verles nos da ánimo para recoger nuestros pedazos y hacer lo mismo; aprendemos con ellos que las caídas y maltratos compartidos, a veces duelen menos.

Maestros tan increíbles como aquellos que vienen a nosotros a pedirnos consejo, ánimo y guía, cuando nos sentíamos que no podíamos hacer nada ni siquiera por nosotros mismos; entonces aprendimos que éramos más fuerte de lo que pensábamos y que pesar de que un Maestro previo se llevó las ganas, todavía queda mucho que podemos aportar a otros.

Maestros que nos enseñaron a sonreír de verdad, sinceramente, luego de verles a ellos ser la mentira más evidente, a través de selfies y fotos de alegría, que solo eran el marco del gran vacío que les sustentaba; entonces aprendimos a no sonreír para las fotos, sino por los motivos que tenemos.

Maestros, esos… que nos enseñan materias en la escuela o el instituto, que recordaremos con gratitud académica; y maestros esos… que nunca olvidaremos porque sus actitudes, palabras y acciones nos hicieron comprender que podemos equivocarnos al depositar nuestros sentimientos en alguien, pero que a la vez nos dejaron las lecciones más claras de la vida.

Para ambos Maestros, gracias!

Somos lo que somos…

Aquel que sabe quién es, puede equivocarse mil veces en el camino, pero su ruta estará marcada en su mente y corazón. Estará dispuesto a recorrerlo, verá las señales y aún cuando el final no se aproxime, estará seguro de querer seguir. Permanencia.

Porque no se trata de lo que otro diga que es, sino más bien de la certeza que tenga sobre si mismo, del entendimiento de su propósito. Eso es algo que no es de afuera. Convicción.

Vientos, temporales, problemas no estarán ausentes de la puesta en práctica del propósito que se tenga, porque si no se prueba, no se conoce la resistencia. Fuerza

No se necesita ser más alto o estar más arriba que los demás, para que el valor de lo que somos sea puesto en evidencia. Somos lo que estamos dispuesto a hacer sin que haya la presión de la competencia. Seguridad.

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Todos tenemos permiso para dudar, estar confundidos, no saber que hacer en algún momento de la vida; sin embargo lo que somos en el fondo (cuando nadie más ve) es lo que nos permitirá encontrar la ruta, convertir los objetivos en realidades tangibles o puede que nos deje ahogarnos en el mismo vaso de dudas que hemos construido para no salir de ahí, y a eso lo llamamos comodidad para calmar nuestras propias inquietudes.

Nuevos… a estrenar matices🎨

Simple,

Algunas veces podremos olvidar que tenemos una paleta de colores en las manos, que estamos facultados para fusionar y encontrar tonos nuevos. La libertad es creativa y los paisajes cambian de acuerdo a los colores con los cuales decidamos pintarlos.

No todos los ojos son puros.

Si llegas a cansarte de los mismos colores todo el tiempo, solo tienes que mover tu paleta y hacer tonos nuevos; claro, eso si es que quieres…. que no siempre pasa. 🎨