Podría decir… lo que no siento ❤️

Podría decir que te he olvidado,
que tus palabras ya no se acunan en mi alma,
haciendo que mi vida despertara con ellas.

Podría decir que no me importas,
al menos ya no tanto como para preguntar al viento por tí,
e imaginar que cuando él me roza, tú me tocas.

Podría decir que ya no soy la misma,
que soñaba contigo aún a ojos abiertos, sintiéndote cerca
tanto como para creerlo como una verdad.

Podría decir que soy libre de ti,
de tu recuerdo en modo fijo en mi pensamiento,
haciendo que cada cosa que veo sea una evocación involuntaria.

Podría decir que tu voz ya no me atrapa,
que ya no resulta irresistible al punto de oírte una y otra vez
cada vez que te escucho en las notas que me dejas.

Podría decirte que el amor, palideció
que perdió ese color y brilló que hace que mi corazón se acelere
y mis manos te busquen aún sin encontrarte.

Podría decirte que ya no me dueles,
que si no me has querido, no tiene importancia
y que mi corazón está libre de tus heridas.

➰➰Podría… podría decirte muchas cosas que me salven de ti, que me hagan sentirme fuerte en la distancia, que te hagan parecer un recuerdo lejano en el cajón del olvido; pero nada de eso sería cierto, porque no te has ido y tú sigues en mi, mientras respire. Por eso, guardo silencio, porque podría decir lo que no siento y tú, te darías cuenta➰➰.

Jugar o no jugar… cada pieza en su lugar 🧩

No se jugar..

Confieso que nunca he sido buena para hacer juegos digitales. Esa puntuaciones que se ganan de un mundo a otro, me resultan abrumadoras y lejos de divertirme, me generan estrés.

Si hay juegos en los que debes correr y alguien te persigue, termina hasta cansándome y asustándome. No me lo tomo a juego, me lo tomo en serio. Por eso digo, no se jugar.

Me gusta la tranquilidad de un juego de mesa, que aunque muchos llevan conteo del tiempo a través de un reloj de arena, la interacción con la mirada de los otros jugadores, me recuerdan que no pasa nada si me equivoco.

Igual me gustan los juegos al aire libre, donde hay pelotas y otros instrumentos, pero se que nadie va a perseguirme o matarme por obtener un punto (como ocurre en los videos juegos o games del móvil)

Si se trata de las personas, me niego a jugar. No soy de las que se toma los sentimientos a la ligera, ni la entrada y salida de las personas en nuestra vida, como si no importaran nada. Todos importan, hasta el que se bajó de modo intempestivo en en andén equivocado.

Para mi los sentimientos de las personas son sagrados, no digo un «Te quiero» si no lo siento o por llenar un vacío. Simplemente no juego. Aunque claro, eso no signifique que no hayan jugado conmigo alguna vez, y por cierto, salí lastimada.

Pero ayer, en medio de la cuarentena que a todos nos devora, recordé que hace como un mes quise comprar un puzzle de 2000 piezas, pero entre una cosa y otra no lo hice, y me dije: «si lo hubiera comprado, este sería un excelente momento para hacerlo, luego del cese de las labores de la casa, que nunca terminan«.🙄

Fue entonces, cuando fui a la app de mi tabla y encontré una aplicación que simulaba muy bien lo de hacer un rompecabezas. ¡Quedé encantada! Y lo que más me gustó fue la sensación que daba cuando podía colocar la pieza que encajaba en otra. Inmediatamente había una especie de flash que sugería que ambas piezas se fusionaban. Cuando se hace de manera normal (no digital) esto no ocurre,

A veces la pieza encaja pero no es la que va; tiene la misma forma pero no es la pinta que se espera. Sin embargo, la magia ocurre cuando las piezas realmente encajan y la belleza del escenario que se construye, aparece.

Y me quede pensando en eso… «Cada pieza tiene su lugar» y que bueno es encontrar el de cada uno, en este puzzle de la vida. Hay personas con las que vamos a calzar, y otras que tendrán formas que aparentan acogernos, pero no es así.

Creo que he avanzado… aunque todavía los juegos digitales de persecución o cosas que te comen, me siguen generando ansiedad; también he podido experimentar el disfrutar a través de la pantalla de otro tipo de entretenimiento. Que maravilla es cuando aparece la imagen; que milagro es, cuando lo que se llena y aclara es la vida de uno,

No se jugar… pero me gusta cada pieza en su lugar.

Muchos caminos… un destino 〰️➖〰️

No todos los caminos conducen a Roma…

Unos se acercarán, otros se desviaran y otros conducirán al extremo opuesto. Y Roma será un incierto en tu vida, si no decides tomar la ruta que a ella conlleva.

Hay quien decide andar por muchos, tomar atajos y creer que tiene todos los destino controlados.

✖️Mentira personal.

Existen muchos caminos por los cuales podemos o queremos transitar, pero al final sólo uno nos llevará a lo que hemos denominado propósito de vida.

Andarse por las ramas puede divertir; y hacer que el tiempo transcurra pretendiendo que estamos “ocupados” nos dejará una sensación momentánea de importantes, pero el vacío de no estar apuntando hacia lo que de verdad somos, dejará huellas inútiles producto de unos pies dispersos y cansados.

No te engañes, no se llega al cielo si no se tienen alas, no se anda el suelo si no estás dispuesto a ensuciarte los pies; no se llena un libro si no se escriben sus páginas.

➰Pasar la vida a la ciega, es perder el tiempo. Y al final es lo único que no podrás recuperar. Ajusta las prioridades, vive con intención. Llega.➰

#CorazonConOjosAbiertos

Máscaras o mascarillas… vida! 🙈

En estos días de reposo obligados para muchos y de quietud interrumpida para otros, abundan las mascarillas.

A tal punto de exaltación nos ha llevado el virus con pretensión de Rey (porque usa corona) que las fulanas mascarillas se han agotado en cualquier farmacia o droguería en que se quieran comprar y de conseguirlas los precios son exagerados.

Tales instrumentos de protección, son algo incomodos. Para quien no está acostumbrado, se puede llegar a sentir hasta con dificultad para respirar con libertad. Si eres mujer, ni se te ocurra pintar tus labios y ponerte eso, porque sería un tanto desastroso, casi al estilo Guasón. Con la mascarilla el rostro se tapa.

Del mismo modo, al observar esos tapabocas y su importante función para evitar contagios innecesarios, llego a pensar además que, muchos andan con máscaras permanentes y no les incomoda.

Fingir que somos alguien más, que estamos más arriba de lo que en realidad sabemos que estamos; pretender sonreír cuando no tenemos ni una pizca de alegría y más aún, acomodados en una perfección que estamos muy lejos ni siquiera de rozar, es llevar una máscara. Unas van tan cocidas a la piel, que casi nadie sabe cómo es la persona que las lleva en verdad. Es un maquillaje permanente.

Al final ambas cosas sirven para escondernos, para que exista una real dificultad en quien quiera «invadirnos» de alguna forma. Las gotas del virus no entran a nuestra mucosa de nariz y boca, porque chocan con la mascarilla; la real y genuina intención que tenga alguien en saber quien es ese que se esconde tras la máscara, también encontrará impedimento al chocar contra el muro de la apariencia.

Este virus en algún momento pasará, es la esperanza que todos tenemos. Y ya no será necesario el uso de tapabocas o mascarillas, pero me pregunto… ¿cuándo pasará la necesidad de llevar una máscara, para esconder nuestras realidades internas? Creo que en el fondo ese es un virus peor, el de la hipocresía y la actuación permanente; porque puede acabar con lo que realmente somos y convertirnos en alguien sin una identidad verdadera. Hacerse uno con la máscara, hace que nos perdamos a nosotros mismos, como la famosa peli que lleva ese nombre «La Máscara «.

Nada como respirar. Eso puede hacerlo quien ya no tiene el virus y sobre todo, quien no está atado a la mentira de aparentar.

El tobogán de la vida… diversión 🎢🎡

La vida es como un tobogán, subimos y mientras lo hacemos nos imaginamos como serán las emociones que sentiremos al deslizarnos.

A veces cuesta subir más que otras. El temor casi nos paraliza cuando somos pequeños y la escalera que conduce hacia la aventura nos parece simplemente el Himalaya. Hasta que rompemos la barrera y subimos.

Cuando nos colocamos en el punto más alto, nos creemos los dueños del mundo. «Nadie ha llegado tan alto como nosotros » nos repetimos. Y se nos hace pequeño e insignificante todo aquel que no ha podido llegar al lugar donde estamos.

Luego viene el dejarnos llevar y lanzarnos a la aventura. ¿Cuánto tiempo dura eso? Tal vez unos breves segundos, ante muchas horas quizás de haber luchado para poder hacer esa hazaña

Es rico y la emoción sube, mientras vamos bajando y somos capaces de preguntarnos ¿Como pudimos estar tanto tiempo privándonos de esa diversión? Hasta que… tocamos suelo.

Algunas veces, sobre todo en las primeras, no calculamos bien y terminamos estrellándonos literalmente contra el suelo o la grama en el mejor de los casos. Cuando corremos con menos suerte, el suelo es de cemento rústico y terminamos hasta con las rodillas raspadas y llorando.

Así es la vida… a veces anhelamos tanto algo, y queremos remontar cualquier obstáculo, vencemos los miedos y subimos casi que al límite de lo que podemos soportar. Pero lo hacemos, aún sabiendo que corremos riesgo.

Vivimos ese momento, y al experimentarlo nos damos cuenta de que era más breve y menos intenso de lo que esperábamos. Y sobre todo, que más temprano que tarde comenzamos a bajar de la cima de esa emoción, a nuestra propia realidad que se mantiene igual, como esperándonos para hacernos sentir peor.

Algunas veces se termina bien y en paz, producto de lo rutinario que se volvió subir y lanzarse otra vez en lo mismo. Pero en otras ocasiones la bajada se hace de la forma más despectiva y traumática, quedándonos heridos y demandantes de algo más, que no terminamos de alcanzar.

Debemos estas conscientes de que los toboganes, como todo aquello que buscamos por diversión, son para un momento específico, un rato que ya pasa, una simple etapa del camino que es transitoria.

Las personas son otra cosa.

Somos seres humanos sensibles, vulnerables y cuyas emociones propias a veces nos juegan malas pasadas al ser tan intensas.

Entonces, solo queda recomendarte algo… cuando te quieras divertir, sube al tobogán hasta que te canses, o quizás a una montaña rusa si eres más grande; vete al cine, practica el deporte que más te guste, si eres digital, aplica a los video juegos… pero por favor, nunca, nunca, nunca busques saciar tu sed de diversión con las personas.

Puede que alguna o muchas te parezcan divertidas, que te sientas a gusto y ese sea el motivo de querer estar ahí de cualquier forma, pero no olvides que los seres humanos no poseemos un botón de «ON» para encender la diversión de acuerdo a la demanda de esta que tengas en algún momento.

Los humanos somos complicados, y puede que tristemente confundamos diversión con real interés, o «un rato» con un «para siempre» y las heridas que dejan estas percepciones equivocadas, se vuelven profundas e indelebles

Así que ya sabes… por favor, si sólo quieres jugar, abundan juegos de mesa de todo tipo, pasatiempos escritos o digitales y un sinfín de opciones para matar el ocio, divirtiéndote. Las personas no son para eso, recuérdalo. ➰Por favor➰.

Enero 30, 10:50 am

Rosa… en cinco pasos 🌷

Bella y suave,

Pero no menos fuerte.

Buscando mirar

Lo que no hace daño.

En silencio

Guarda callada lo que siente.

Libertad y luz

Hasta que la corten o se seque.

Vida rosada

Color tenia de un corazón que vibra.

➰➰Rosa en cinco pasos, viva y parada ante la vida, con pétalos suaves y fortaleza por dentro. Como todos aquellos que nos hemos sentido pequeños ante las circunstancias, y aún así… seguimos➰➰.

De las cosas cotidianas 41… sin conexión, sin wifi!📤📥💌

WiFi… el mas solicitado!!!

Cuando estaba en mi país, lo más común o cotidiano era quedarnos sin conexión a internet, es decir sin wifi.

Había que hacer malabares, pescar la señal, descargar en cámara lenta y agradecer cada vez que podía hacer una video llamada por el WhatsApp’s sin que terminara en un «conectando » que nunca se concretaba.

Allá era normal… tercer mundo, en manos de la revolución absurda de Maduro, donde no había inversión privada y todo eso que ya sabemos, y el que no lo sabe aunque sea por la noticias ha escuchado algo.

El caso es que ya no estoy allá, al menos por el momento y desde que llegué a este otro país tricolor, la conexión en el lugar donde estoy había estado bien.

Pero un día… como producto del más terroríficamente cuento de horror, la conexión se cayó.

—¡Oh no! Era como para no dejar de revivir la zozobra que ya conocía, en cuanto a tecnología móvil se refería.

A las 48 hrs del funesto suceso nos enteramos que no había ningún desperfecto, al menos no en la tecnología o en los aparatosos que portan la señal. No, el desperfecto al parecer no era en ningún equipo, sino más bien en el funcionamiento o percepciones de una persona. ¡Plop!

En este mundo global, donde todo casi toda la gente se conecta vía WhatsApp’s o cualquier red social, donde las video llamadas unen a las familias dispersas por todo el globo azul y donde entrar en una zona wifi es algo que todo el mundo ubica mientras está en calle; no suele ser normal que alguien que tiene contratado el servicio por años, lo desinstale así, de la noche a la mañana.

Y aunque ilógico o absurdo parezca, así fue. El lugar donde estaba se quedó sin wifi, los planes de la telefonía móvil que había contratado no estaban muy claros y aunque no consumí casi nada de lo que ofrecían, de un día para otro también quede sin forma de comunicarme.

Simplemente se perdió la conexión.

Y más allá de lo que el encendido de estos bombillitos puede traer a nuestras vidas, comprendí que hay quien elige estar simplemente «desconectado» y ahí, no hay wifi que valga.

Cuando las personas no se quieren poner en contacto contigo, ni que le cantes canciones.

Y es en esos momentos cuando realmente sabes quien está y quien no.

La facilidad que da la tecnología se agradece, y certifico que sí… ¡como se agradece! porque permite estar al tanto de cómo va la vida de quienes amamos, como los hijos, por ejemplo; esos que por decisiones tomadas por ellos mismos o por situaciones extremas, se encuentran fuera de nuestro alcance físico.

Sin embargo existe otro fenómeno que no puedo obviar, y eso lo he aprendido desde hace unos meses. Hay quien elige desconectarse de uno. El wifi mental de esa persona, ya no quiere conectar con la mente de uno. No aparece, no hay señal. No existe un plan alterno para comunicarse, porque simplemente eso no es prioritario.

Veo el parpadeo de estas luces azulitas y solo puedo pensar que mientras es fácil, cualquiera se comunica; pero cuando el asunto es más complicado ¿quien realmente está interesado en lo que nos pasa?

La conexión no depende de un todo de estar cerca o lejos, depende más del interés de alguien por uno. Y es ahí cuando la realidad realmente golpea en nuestra cara.

Hay personas que tenemos muy cerca, puede que hasta en la almohada de al lado, con quien estás todo el día,y realmente no estás conectado y pueden haber otros que a penas si físicamente se pueden ver y saben como están sus vidas realmente. Conexión.

Por eso no se trata de excusas de porque te llamo o no te llamo, de cuantos mensaje recibimos en las redes sociales; se trata al fin y al cabo, del amor que existe entre las personas, porque ese es el principal wifi que puede mantenernos conectados.

Lecciones tecnológicas de conexión aplicada a la vida y al sentimiento. 📶➿📲/♥️