En el camino de la vida , guardamos alguna semejanza o reflejo con las flores, ya que también tenemos diversos momentos.
Algunas veces como flores nos mostramos, aparecemos, de manera exuberante, como flor que abre para ser vista… simplemente cuando alguien nos llama la atención, nos acercamos porque sus atributos nos mantienen atentos de alguna manera, pero como flor al fin, ocurre que solo somos tomados para ser contemplados, para embellecer el lugar y nada más.

Otros veces tal vez, vamos en modo menos llamativos, pero nuestra intención es ser más constantes. Exhibimos colores no tan vivos, de esos que duran más , para estar presentes día a día en el paisaje de la vida (quizás de alguien). Cuando esto ocurre, podemos ser fácilmente obviados, y luego vienen los lamentos al comprobar que hay un gran vacío cuando ya no florecemos y nos extrañan…

Unos veces somos más tímidos, solo miramos y escondidos entre la espesura de lo que nos rodean, solo pensamos, sin atrevernos a decir mucho. Aunque si nuestros pensamientos se escucharán… podría derrumbar el mundo que conocemos .

También a veces nos vestimos de quietud, invocamos la pureza y simplemente nos quedamos ahí… sin más, respirado paz y compartiéndola con otros. Los pensamientos se dan de baja, para que no se agite el sosiego que se respira.

Hay momentos que solo nos reservamos... no enseñamos lo que somos con facilidad, quizás porque una herida nos marcó. En tales circunstancias nos vestimos de muchos petalos y quien se acerca realmente, es quien nos conoce.

Pero hay otros instantes, en que somos vibrantes... nos dejamos arrastrar por la pasión y nos desbordamos, nuestros colores no pasan desapercibidos, y es que lo que sentimos no se puede esconder, ni aún ante la ausencia del receptor de ello. Simplemente somos intensos.

Abrimos nuestro corazón y es descubierto, ya no hay nada que perder y simplemente lo expresamos. El sentimiento es tan fuerte que el color que nos embarga dura por mucho, mucho tiempo.

Y luego la vida nuevamente nos invita a lo normal, a lo cotidiano, a lo que nos mantiene en la línea delgada del “deber ser”…
Pero por dentro, nuestro interior es como una flor viva, de esas en que los colores arden en nuestros pensamientos…

Mira una flor… recuérdame en sus colores y ten la certeza que como ella, en algún momento tendré tu atención. 🌸