Agosto… un mes que se las trae!
Esta semana ha sido de un agite único. Yo no soy de las que me gusta estar de un lado para otro, perdiendo el sentido de la grandeza de lo que de verdad importa; sin embargo el día a día y sus marañas de alguna forma nos envuelven.
Agosto ha despertado en estos días, de formas increíbles.

Sus grises se han dejado ver en todo esplendor y para cuando creemos, que así será el despertar… luego sucede una sorpresa de luz y todo cambia.

Un conato de sol en alegría, inunda de pronto el firmamento y Agosto va cambiando sus colores. Hasta nublarse otra vez. Es maravilloso el tiempo para poder contemplar esto…

Y no es igual mirar que observar. Miras cuando andas a la carrera; observas cuando te detienes a disfrutarlo.
Los días y sus exigencias, más bien la gente y sus exigencias nos piden o presionan para que hagamos esto o aquello… y la orden que más impera en todo esto es: “No Vivas” resume toda tu existencia a mi, a lo que yo quiero, a lo que haga que mis planes se realicen. Eso pasa a nivel laboral y personal; hay un desasosiego por someter a alguien más a cumplir caprichos, deseos y necesidades que no son propios.
Y al final…

Si nos descuidamos se nos agotan los días, justamente absorbidos por eso que otro quiere, terminando como zombies a la orden de una causa que ni siquiera nos gusta o nos llama la atención.
Quien no disfruta de un momento que le guste, con alguien que le estremezca, ¿que podrá contar de la vida?

Que fue lo que vió?

O mejor..¿qué fue lo que sintió?
Lo más que podría decirse es que: —a la carrera medio ví esto o aquello y de igual manera medio sentí algo. Pero al final el balance está vacío. No me gustan esos “medio-medio”
El poder ver y comprobar que un día comienza y termina, debería ser un recordatorio sutil pero contundente de que nuestra existencia va pasando y si seguimos solo corriendo tras los deberes que otros imponen, solo llegaremos cansados al final que alguien más construyó y no nosotros, por tanto ni siquiera para descansar en paz, tendríamos chance.

Entonces toca pasear por la nubes… y que espere, quien espere.
Las exigencias van a seguir estando allí, pero el color del día en el amanecer o en el momento que tengamos para registrar como nuestro, como mágico, como momento cumbre no lo estará, simplemente se irá si no lo pudimos disfrutar.
El trabajo va a seguir exigiendo lo que es habitual, los que esperan en la cocina para que les sirvan, seguirán estando allí recordando su demanda, los que requieren ser llevados de un lado a otro porque es su agenda (y no la tuya) lo seguirán haciendo, ese pareciera ser su trabajo. En fin, todo lo que nos distrae de nuestro ser y de lo que queremos hacer, seguirá estando; y eso es un contrapeso necesario para ejercitar el deseo que realmente tenemos.

Si solo nos acercáramos al amanecer cada vez que quisieramos, sin ninguna restricción a lo mejor se nos escapara algún detalle de valor, eso que nos hacen comprender y estar conscientes de que es un milagro poder ver y contemplar, aspirar su aire, estar ante la majestad de la inmensidad, tener fuerzas para estar de pie o sentado y estar suficientemente lúcido o en ensueño para saber que es un día especial que está amaneciendo o despidiéndose. Si eres de los que hasta ahora los haces sin que nada nunca te lo impida, aprovecha al máximo, porque en algún momento por una causa externa o interna, no lo harás. Se como es. Y quizás en ese momento, valores completamente cada oportunidad de estas.

Observar cuando todo está en calma es una delicia; observar cuando hay un caos alrededor es un milagro.
Sentir cuando eres correspondido es reconfortante; sentir cuando no recibes nada es sublime.
Saludar al día cuando el sol resplandece en todo su esplendor es un wow! Asegurado; saludar al día en medio de un ambiente lúgubre y gris es una tremenda conquista.

Y siguió el paseo por la nubes. Confieso que me seducen… y tu lo sabes bien, Cielo.
Un cielo sin nubes es como un jardín sin plantas, sin flores, sin pájaros que vuelen. No creo en las negativas que deben regir para que algo bueno pueda producirse. Creo más bien en la delicia de algo que ya es y que hace innecesario que otra cosa contraria aparezca.

Querer un cielo sin que hayan nubes, es como pedirle que no se exprese, que no tenga colores, que no viva.
Es como una vida que respira, pero que no sonríe, que no llora, que simplemente no siente. Es un absurdo…

Las nubes de Agosto, son como reflectores de el sol para expresar su belleza. Unas veces anuncia lluvia, otras simplemente que allá arriba, hay vida. Las emociones del cielo se traducen en todo lo que lo contiene, es un juego magnífico de luces entre sol ☀️, Luna 🌙, estrellas ✨ y nubes ☁️.
Por eso insisto, vale la pena detenerse y bajo el marco de tanta inmensidad, encontrarnos a nosotros mismos y lo que queremos hacer realmente. No se trata de cumplir o salir aprobado por la expectativa de otro, si no más bien, a través de meditar en el camino que hemos decidido andar, comprobar realmente si estamos a gusto.

Realmente, el tiempo es el bien de más valor que poseemos . Invertirlo en lo que no construye nuestros wow! No nos agita el corazón, no nos produce el placer de saborearlo; simplemente es tiempo muerto. Y nuestro epitafio podrá llegar a decir, y con razón:

Me quedo con el arrebato de los días. Las carrera las dejo para aquello que está fuera de mi, qu bo me imports o que no quiero, para aquello que solo puedo mirar y con la misma seguir.

Cada día que se va, me recuerda que el ciclo continua y se mueve. No hay dia y noche a la vez, al menos no, para una misma persona.
- Cuando un día se duerme, una noche se despierta.
- Cuando el telón del día se abre nuevamente, fuera del escenario queda la noche.
- Cuando nos atrevemos a detenernos a observar hacia dentro y a disfrutar de lo que sentimos, lo demás se irá en su carrera acostumbrada.

Yo me quedo en esta pausa (en movimiento)…
En la que te observo 👀

Te encuentro…😍

Y te siento… Cielo

Agosto un mes que empieza con carreras, haciéndome ver la necesidad que tengo de las pausas…
Una pausa no es la que te lleva a no avanzar, sino a saber cuando detenerte ante lo que realmente te importa o deseas.