El día llego hace rato… Sin esperar por mí, porque no tiene que hacerlo. Lo “normal” es que yo venga en pos de él y así lo hago, sin excusas. A cada uno le toca una parte; esa es la mía.
Le vi sin abrir los ojos, desde el letargo profundo de quien despidió a la madrugada hace apenas un par de horas. Casi que quise quedarme en sus horas. Pero ella es fiel a lo que es fiel, no me dejó, me arrulló y dormí un rato.
Este azul desde hace rato, manda allá arriba y aún así, la ciudad mantiene cierto nivel de silencio. Es como si callar o hablar bajito ha sido su tónica de estos días. Como si la bulla y el jolgorio de Septiembre ha quedado en el olvido.
Lo comprendo, tanto ruido termina a veces dejándonos inertes, no queriendo escuchar en tono alto, casi nada.
Hasta los autos pasan despacio, como no queriendo irrumpir de alguna manera, y las personas andan por las calles, quizás recordando que ya otro año termina y su balance quizás, no sea el esperado. Nada ha cambiado.
El sol ha subido, dejándolo todo al descubierto… y a la vez también regalando algo de sombra. Quien expone las pupilas a su esplendor, no es capaz de mirar ya nada y verlo.
Todo está bajo el paraguas de su luz, y el cielo no duda de cambiar su tono azul a un contundente amarillo, si lo miras. Por eso siempre influye, desde donde vemos, para entender el color que terminamos poniéndole a las cosas.
Si te alejas, descubres azul, si te acercas lo de él te consume, te absorbe, te hace suyo. Podría llamarse peligroso, pero también protector, todo depende si entregas lo que eres o defiendes hasta lo sumo tú esencia y no quieres matizarla con nada.
La perspectiva cambia cuando rozas lo que miras y aún más, cuando la distancia empequeñece todos los recuerdos.
Entonces toca elegir ¿como vas? Si de cerca, al ras, tocando hasta lo que duele o en la lejanía, fingiendo que así, sin casi ver, ese dolor no existe .
Entonces ocurren los milagros. Reconocemos que nos gusta tenerlo todo, que embarrarnos el alma con lo que hiere, también es una de las opciones que más visitamos; y que verlo en perspectiva, más de lejos, también es algo que de cuando en vez, usamos.
Que somos como un día, tarde de este Octubre, en el que los sueños se nos han trasnochado y sin poder hacer más nada, se ha quedado en el lecho; quizás enfermo, lento, y hasta del sentimiento, también ya ha sido desahuciado.
Octubre deja ver su día, otro, en el que por novena vez le acompaño.
Lo miro en su amplitud y a trazos, con sus espacios a color y sin ellos.
Octubre 9, 8:27 am.