Cuando salimos de lo conocido y decidimos ir más allá de donde estamos acostumbrados… ahí operan los cambios, las transformaciones, los milagros.
Y puede ocurrir que no seamos nosotros los que propiciemos tales saltos, sino que algún agente externo empuja, lo que para nosotros siempre fue un «tabú » del conformismo. —Nada como «lo conocido, lo lógico, lo seguro» nos lo repetimos las veces que sea necesario para aquietar, mutilar o matar dentro, cualquier intento de hacer lo distinto.
Cruzar una calle trae riesgos, y nadie quiere eso. Sería más fácil que todo llegue hasta donde estamos, a esa orilla tranquila, donde no pasa nada más que en nuestra imaginacion. Esa misma en la que somos héroes (o heroínas) mientras cerramos los ojos, pero que en la realidad, no somos más que cobardes, escondidos tras retóricas que nos justifican aparentemente.
Amar, es un pasaje con destino mágico y paradas obligatorias en el dolor o sufrimiento. Entonces queremos comprar el boleto en primera clase y nunca acercarnos a los límites en que podamos salir lastimados (no así nos ocurre con el límite de lastimar). Como resultado tendremos relaciones quizás duraderas, pero que nunca se atrevieron a abordar lo que realmente desagradaba. El sentimiento se maquilla y se ve mejor, las emociones se estiran y no parecen viejas, el amor no se pone a prueba, pero raquítico también funciona porque cabe en cualquier parte.
Pero…
Ningún descubrimiento que valga la pena se ha llevado a cabo sin errar muchas veces, y tener que saber lidiar con la frustración que eso produce. Quizás eso construye la paciencia de la espera.
Ningún músculo se estimula sin el cansancio y hasta dolor que produce ejercitarnos. Quizás eso trae fortaleza y resistencia para el resto de nuestras actividades.
Ningún sentimiento real ha permanecido en el tiempo, sin que las lágrimas hayan adornado los rostros de quienes lo profesan. Quizás eso permite que la sensibilidad se cultive y seamos personas «de verdad».
En fin, no hay nacimiento sin un parto, y este trae consigo dolores y expectativas y hasta temores. Así que pretender evadir todo esto, es querer arrancar de un libro, las páginas que añaden emoción a la historia.
Si todo es igual, perfecto y en el mismo lado, cansa, aburre y la zona de confort puede convertirse en algún momento en la cárcel de la cual es posible que no salgamos.
Quedarnos quietos,
Dormido el sentimiento
No sentir nada, solo el temor
De sentir.
Nos hace eternos, presos, vacíos.
No hay salida, para quien no mira la puerta
Habitantes del temor continuo,
Del que no cruza, no se atreve,
No vive (amor).
El riesgo esta ahí, y "corre el riesgo" de quedarse cómodo, si no se despereza.
La costumbre ataca, y dejarla fuera hace doler la piel del placer, de lo corriente.
No existe sobresalto, para quien no ama,
Para quien no descubre en las fauces del dolor,
Eso que no es correspondido.
Y nos quedamos quietos, seguimos viendo la vida,
A través de algo que creemos puerta
Cuando en verdad es solo el ojo gastado de una cerradura.