Hoy el día está claro,
Como los pensamientos cuando todo sale de acuerdo a lo que esperábamos.
Hay pájaros revoloteando por doquier, alegrando al día con su canto, ese mismo que no se calla aún en los días de frío extremo y ausencia de sol.
El cielo se despeja con la misma facilidad con la que se nubla.
Del mismo modo ocurre con nosotros y lo que reflejan nuestras actitudes emocionales. De pronto parecemos estar en la cúspide de la montaña, sintiendo el sol rozarnos la piel con sus rayos, riéndonos de todo el camino que hemos dejado atrás en la subida, creyéndonos los dueños del mundo porque le miramos desde arriba.
Y también ocurre que nos hundimos en el más profundo de los charcos. No vemos por donde caminamos y tropezamos lastimándonos, miramos la cima de la montaña y se convierte en un imposible más para nuestros débiles pasos, vemos al mundo desde abajo sintiendo que nos aplasta.
Sensaciones bipolares que nos ahogan, y si nos descuidamos socavan las bases de nuestro propio ser.
El cielo cambia de aspecto y se vuelve claro u oscuro… pero sigue siendo cielo. La expansión más grande que podemos ver y confirmar en este globo azul. El no deja de ser quien es, a pesar de que el tiempo cambie, no deja de ser el lugar de los astros, tanto el del día como la de la noche. Es el firmamento, y su nombre como la propia raíz de esa palabra lo indica, es «firme».
Aprendiendo un poco del cielo que veo, entonces puede decirse que nuestras circunstancias también variarán. De pronto tendremos el sol pegando sobre nosotros y nos sentiremos a gusto o no, pero también habrán días de escasa luz, en las que no podemos saber qué hay en el paso siguiente.
El detalle consiste entonces en saber ¿quiénes somos? y mantenernos allí. Sino, seremos veletas emocionales, inestables bipolares que espantaran a cualquiera que se acerque con intención de amarnos, de cuidarnos, de aceptarnos.
No estamos llamados a ser marionetas de nuestras percepciones, porque estas pueden ser erradas. A pesar de la niebla que trae sobre nosotros el ser volteados por una emoción fuerte, tenemos la opción de detenernos a pensar que eso puede cambiar y que nosotros somos un elemento importante en todo eso. Quizás no lo que lo determine por completo, pero si tenemos un papel que jugar en cómo nos afecta cada cosa.
Si todo lo que en nosotros se mueve, va solo en función de las circunstancias, viviremos con terremotos constantes en lo que pensamos sobre nuestra propia persona . Unas veces nos creeremos dignos de todo lo bueno y otros nos sentiremos al nivel de los insectos que se arrastran, y ese vaivén no nos hace bien.
Contemplo Enero, y él como el cielo ha aprendido la lección. Habrá quien quiera que sus diss pasen rápido y también quien desee que no se vaya; pero él sigue siendo lo que es, un mes de 31 días, el primero del año, el que va lento para muchos y en el que se pagan los desafueros de las fiestas en el mes anterior. ¿Pero eso le cambia? ¡No! Como el cielo, sigue siendo Enero, ni más, ni menos.
Todos somos seres emocionales con espacio para la alegría y la tristeza, para el amor y el odio, para el hacer mucho y no hacer nada; sin embargo vivir en el extremo de cada cosa «haciendo picos» de ellas, no puede desequilibrar, porque se pierda la real esencia de cada cosa.
Por tanto, como el día de hoy que tiene posibilidades de nublarse luego, hagamos como el cielo, que se conserva azul, allá, al fondo, donde quizás nuestros ojos no alcancen a ver.
Asi nuestro interior, a pesar de las luces que nos encandilen, de los aplausos o adulaciones que recibamos; de los desprecios y olvidos que nos lastiman… seamos lo que somos. Seres humanos, con valor propio, con virtudes y errores que deben servir para revisarnos y mejorar, con ilusiones y esperanzas no vanas, sino ancladas en el esfuerzo que estemos dispuesto a entregar para conseguir alguna buena causa. Conscientes de que podemos errar y corregir y acertar y celebrar.
Enero sonríe ante el azul, sabiendo que durará poco; pero sobre todo sabiendo que durará lo necesario para no olvidar el cielo que se esconderá en otro momento.
Tu y yo, somos lo que somos y olvidarnos de ello y querer sustituirlo por algo más, nos hace daño; como una peonza que gira sin tener reposo o descanso en su propio centro.
Solo tenemos equilibrio, cuando hemos descubierto realmente quienes somos.
Enero 24; 9:23 am