Como es del dominio público, la migración en VENEZUELA se ha vuelto un acto cotidiano…
Ir a los aeropuertos locales es una odisea, desde sus precarias condiciones hasta conseguir un boleto que es algo de otro mundo, en estos días.
Sin embargo, en esta última visita que tuve que hacer para el aeropuerto de mi ciudad local, fue mucho más que eso lo que me llamó la atención. Se pudiera escribir una novela, componer una canción o hacer un cuadro a partir de todas las emociones que allí se respiran cuando los vuelos llegan o se van.
El sol se asomó ese día, como quien quería alumbrar todas las cosas que vi, y que no quise dejar pasar.
Ante la incertidumbre de excede el peso permitido, llegaba entonces la pregunta obligada que todos se han hecho alguna vez : —¿Como meto en una sola maleta de 20 kilos, toda mi vida? Y ahí mismo empezaba el suplicio de echar de menos lo que no se podía llevar, aún sin subir al vuelo correspondiente, todavía.
Los aeropuertos generan ansiedades… entre el vaivén de las maletas que deben ser saturadas de plásticos, para evitar que cualquier mano insana las abra y tome de allí lo que no le pertenece; están también las emociones que significan abandonar tu lugar de origen, ya sea de forma temporal o definitiva.
Vi gente que se abrazaba, temiendo que fuera la última vez que lo hicieran, y el dolor de un éxodo no deseado por nadie avasallando tanto al que se iba, como al que se quedaba. Por respeto al dolor ajeno, no enfoque mi cámara de forma concreta en ellos. Ya también me ha tocado estar despidiendo a quien quiero, y certifico que puede ser devastador pensar en que ya no veremos a quien se ama, como por ejemplo una hija, que fue mi caso.
Cada uno tendrá una historia, un pasado pegado a su espalda el cual no podrá borrar, por muchos kilómetros hacia el norte o sur que se vaya. Se pueden conseguir mayores y hasta mejores oportunidades que en el suelo patrio, sin embargo la persona será la misma, y es a eso a lo que en definitiva deberá enfrentarse.
Unos llegaron al aeropuerto sintiéndose conquistadores de su libertad, desafiando cualquier peligro o temor, convencidos de que podían dar más de lo que las condiciones actuales aquí le permitían, otros llagaron sintiéndose culpables con el fracaso a cuesta, porque por más que quisieron, no pudieron quedarse.
💭Este escenario típico de nuestros días en VENEZUELA, me llevo a pensar que:
🔘Todos nos vamos. En algún momento nos tocará partir, vía aeropuerto o vía tumba, y entonces ¿cómo serían las caras de quien nos despidan?
¿Serían caras de alivio y conformidad, por reconocer que tuvimos una vida buena, acorde con lo que pensamos y dijimos?
¿Quienes derramarían lágrimas ante nuestro adiós, y cuál sería su motivo? ¿Acaso habría dolor por no vernos más o una Alegría retorcida y reprimida, por saberse libres de nuestra presencia?
¿Nuestro viaje sería en que tipo de clase? ¿Que méritos acumulamos para la eternidad o en que realmente creímos?
¿Recordaríamos que no hay equipaje necesario para después que se acabe la vida? Ya no más carreras, ni más dinero, ni más hipoteca, ni más calidad de vida, herencias, divorcios, niños que nacen, compromisos laborales… nada!
💭Por otro lado,también pensaba, en aquel que sale con destino cierto a vivir lo que le queda, y pude hacer rápidamente un inventario de mis ideas al respecto:
🔘Quien se va, a donde llegue, llegará con él mismo. Sus defectos, sus costumbres, su valores y anti valores; por tanto cuan importante es cultivarnos nosotros y lo qué hay en el corazón, para evitar dar malas cosechas al otro lado de cualquiera de nuestras fronteras.
🔘El ser humano puede conseguir todos los logros profesionales y materiales y seguir siendo infeliz. Pueden estar esperándonos en otro país con todas las oportunidades, pero si no estamos bien internamente, quizás nosotros seamos los inoportunos.
🔘Nada es definitivo. Hay quien se va en busca de bienestar, regresa do en un féretro y sin haber sido velado por nadie, por morir solo en un lugar extraño.
🔘Es necesario adaptarse y saber que el visitante es el que llega, que quien irrumpe en la vida de los locales es quien procede de otro país, por tanto toca alinearse con las costumbres, normas y leyes; las pretensiones personales quedan rezagadas.
🔘El alivio que se siente al principio por salir de la mala situación que se deja atrás, se transforma en poco tiempo en angustia por estar viendo constantemente al retrovisor de la vida, asomándose de continuo por las vías digitales a los que se han quedado en el hogar origen; quizás eso hace menos dulce la aventura.
🔘Los planes y promesas de «yo regreso cuando todo sea mejor» pueden diluirse en el tiempo. Hay relaciones que se enfrían, parentescos que se pierden por la falta de atención, olvidos que se materializan porque ya estando juntos habían grietas. Cambios que llegan y no se pueden evitar.
Esto y más, se me ocurrió al ver las maletas, las lágrimas, las sonrisas y los aviones saliendo, en medio de esta cotidianidad que lleva por nombre lo que ya todos conocen como»migrantes venezolanos». Y el himno nacional y la canción VENEZUELA, se escucharon entre los latidos de mi corazón, deseando la bendición y suerte para todos aquellos que se atrevieron a materializar la aventura. Por los que salieron…. salud! 🇻🇪