Enero sigue avanzando, pero aún no se va, sus atardeceres… sus días todavía tienen algo que decir.

▪️Aún nos falta por ver…
Aunque a veces pensemos que ya lo hemos visto todo (bueno o malo) probablemente seamos capaces de descubrir algo peor a lo que hemos visto hasta ahora, pero también algo extraordinariamente mejor.
Esa tarde de este Enero, nunca pensé que fuera así… pero así fue. Para mi sorpresa y placer, se puso cada vez mejor.

Los días han a avanzado y en medio de un silencio casi impuesto, he estado dando vueltas a mis pensamientos… esos que difícilmente se deslastran de lo que siento. Como los colores, los cuales en algún momento no los percibamos, simplemente están ahí. Tal como pude ver, en este otro atardecer.

▪️Amanecer no depende de nosotros.
No está en nuestro dominio que el sol salga o que se oculte, así como tampoco que el amor llegue y se vaya.

No andamos por la vida con un botón al alcance de nuestra mano, diciendo: 🔴
-Enciendo el amor (ON)🔛
– Apago el Amor (OFF) ✖️⚫️
Sobre todo cuando el asunto es de sentimientos, ese bendito botón se ausenta de nuestro alcance.
Por supuesto, hay personas con las cuales nos resulta mucho más sencillo decir: ¡ hasta aquí! La supervivencia te lleva a pasar la hoja y aunque duele y raspa el alma de alguna manera, seguimos y nos sentimos hasta muchísimo mejor así, sin esa persona.
Sin embargo también ocurre lo contrario… el botón se esconde o borra y no lo encontramos por ningún lado… y somos testigos de esos sentimientos que llegan para quedarse, porque simplemente hicieron hogar en nuestra alma, corazón y mente. Esas son palabras mayores. Fuera del rango de nuestra determinación simple y dispuesta. ¿Que si logramos vivir a pesar de ello? ¡Claro! Los signos vitales son manifiestos, pero solo el que pasa por un sentimiento de esos sin botón de «apagado» existente, sabe de que les estoy hablando. De todas maneras, el punto es, no tenemos el control (al menos no, como muchas veces lo pensamos).
▪️La crisis es una oportunidad para medir lo que sentimos.

No existe ningún sentimiento que podamos experimentar, que en algún segundo de su tiempo no nos haga vivir un momento de crisis y eso es tan necesario, como preciso es saber para quién siente, ¿qué tanto es lo que siente y hasta dónde lo puede llevar eso? Es fácil acariciar un sentimiento en el ambiente del idilio sin querer pasar jamás por el sube y baja de emociones. Si lo sientes, en algún momento eso te va a sacudir (y mira que a veces creemos que no saldremos de dicha sacudida).

Sin embargo, a pesar de todo eso, es maravilloso poder experimentar lo que un sentimiento nos permite. Eso es más efectivo o potente que cualquier «ayuda» que muchos usen para tener sensaciones que han llamado extremas.
▪️Dentro de toda dificultad, hay un tiempo de descanso.

No somos capaces de soportarlo todo. En algún momento nos quebramos. Somos humanos y como tales, tendremos la oportunidad de reconocerlo al decir: -Se me acabaron las fuerzas, no puedo más.
Habrá quien lo tome a mal (y hasta se burle o diga algo inapropiado)… son esos los que podemos considerar como la compañía no deseada en el camino.

Y otros que nos invitaran a ver al cielo… y a dejar nuestras cargas, mientras descansamos sobre una cama de nubes. Con esos me encanta compartir el viaje (aunque los otros también sean necesarios de algún modo y para colmo abunden 🙄).
▪️Esperar algo no implica que lo vayamos a recibir.

Esperar es un arte del corazón… no es una técnica que se puede aprender. Si intelectualmente lo asimilamos, es lo que tengamos en el corazón, lo que nos va a permitir desarrollarlo.
Esperar sin expectativas, es totalmente paradójico, pero es la forma más noble de hacerlo. ¿Porqué? Por que la mayor probabilidad es que lo recibido diste mucho de lo que nuestra imaginación había construido (en unos casos supera las expectativas y en otro se queda corto). Esperar no debe estar definido por lo que nosotros somos y estamos dispuestos a entregar; ya que no todos tenemos la misma actitud frente a este hecho ni las percepciones son iguales.
Esperar es saber que vamos a recibir… y lo que sea, estemos dispuestos a que sea motivo de celebración.

▪️Muchas palabras son para el mundo; las que nos decimos a nosotros mismos son las verdaderas.
A veces es mucho más sencillo comunicar en forma general a 1000 personas que dirigir un mensaje a pocas y tal vez el mensaje o las palabras más difíciles de expresar son las que nos damos a nosotros mismos… esas en las cuales no hay «adornos» de ningún tipo, porque en el fondo (y a lo mejor en la superficie) sabemos quienes somos y de que «pata cojeamos».

Ese es el momento de claridad, cuando tomamos valor para correr la cortina que evita que nosotros mismos veamos lo que somos. Como una noche que se abre y una Luna que se deja ver sin ningún reparo, en una conversación con su reflejo en el cielo, porque simplemente ella está y la noche al ver su sinceridad la acompañó hasta el amanecer para que también le sirviera de telón en medio de su conversación.
▪️Hay momentos en los que no vemos bien.

Aunque parezca que si, por diversos motivos nuestra percepción puede tornarse equivocada. Somos propensos a que nuestros pensamientos sean envueltos en una neblina de dudas, que no nos dejan realmente disfrutar de lo que sentimos… enseguida se suben al techo de nuestra mente los ¿porqué y los hasta cuando? Que casi nos ahogan.

Sin que tengamos la oportunidad inmediata de entender, que detrás de eso que «tapa» o nubla la visión de nuestros sentidos, está lo que sentimos y eso debemos honrar, porque al hacerlo somos consecuentes con nosotros mismos. Las máscaras se caen… debe ser así.
▪️Lo que sentimos es luz!
Pareciera que debemos caminar por las dudas, para llegar a las certezas.

Luego que decidimos asumir lo que sentimos, todo va teniendo sentido.

Van apareciendo los colores.

No hay nada más cierto que lo que reconocemos que sentimos. Eso lo podemos confirmar sin la intervención de nadie, nuestros pensamientos están ahí.

Y cada día que amanece nos da la oportunidad de reencontrarnos con justamente eso… con lo que sentimos.
Es tiempo de celebrarlo, de dejarnos inundar por el amor, de dejar el temor en su lugar (afuera) y de seguir dando pasos hacia la verdad, la nuestra, la que habla de nuestros sentimientos. El resto es solo escenografía del camino.

Enero, vamos… que no te has ido.
Gracias por cada una de estas maravillosas ventanas que antes antes mis ojos. Lo que siento, me lleva hasta ese Cielo, el mío. El que me hace suspirar en cada oportunidad que tengo en el camino.