Por fin terminé la actividad de estos días con la pintura en casa. Esto me dejó cansada y muerta jajajaja. Los que han hecho esto alguna vez saben de lo que hablo y los que saben de la “fibro” que nos aqueja aún más pueden entenderlo.
Pero al margen del cansancio y todo eso, remover toda la casa me sirvió para otro tipo de pensamientos. Me permitió ver que generalmente soy obstinada en eso de llegar hasta el final, cueste lo que cueste. Sin embargo y más allá de la autocrítica, me surgió una lección en pleno movimiento.
A las cosas (como todo) a veces es necesario y bueno “removerlas”
Se que generalmente los “sabios” hablan de dejar que el tiempo cure todo y juegan a “hacerse los locos ” de forma elegante. Como si ese <todo> fuera a tomar su lugar sin que intervengamos, sobre todo si fuimos nosotros mismos los causantes de un desastre. “Deja todo en manos del tiempo” escuchamos y ¿cuál es el resultado? Que el tiempo pasa, nos hacemos más viejos solo eso; de soluciones y arreglos nada.
Querer limpiar y pintar un lugar requiere que se remuevan cosas que quizás han estado fijas por mucho tiempo. Pero es necesario.
Si no, haríamos como los que barren y colocan la basura bajo la alfombra, esconden el desorden bajo del sofá o como también dice algún dicho popular “se tapa el sol con un dedo”. Eso es simplemente absurdo.
Igualmente ocurre con las personas y las relaciones. A veces se pretende que “no pasa nada” porque simplemente no se habla de ellos. Se sonríe para los selfies de pareja o grupales y en el fondo no hay palabras reales y ciertas que conecten esas mismas vidas de la foto.
Lastimar a alguien y esperar que el tiempo lo sane o que una relación en la superficie logre borrar la ofensa es una salida infantil para una vida de adultos que pretendemos vivir.
Las cosas deben moverse, las situaciones deben abordarse. Es importante saber que piensa alguien más, que le hizo sentirse lastimado, escuchar su apreciación y si hay que pedir perdón, ¡pues se pide! y no con solo palabras sino con verdad, con el corazón.
Que valemos más que una pared limpia, que el amor entre las personas es el tesoro más importante que en algún momento podremos tener en nuestra vida. Que vale la pena el riesgo de abordar un problema, de llegar hasta el final, así se remuevan nuestros más profundos cimientos emocionales.
Y cuando decidimos “dejarlo así” a medias, sin mover nada; estamos diciendo (y diciéndonos a nosotros mismos) que estamos a gusto viviendo así, a “media asta” como bandera en duelo, insatisfechos pero bien en apariencia, limpios pero sucios por dentro; con relaciones vacías, pero bellas para mostrarlas en las redes.
Menos mal que terminó este trabajo de casa, miro una semana atrás y no se como fui capaz de llegar hasta el final, Dios es bueno. Y estos pensamientos vienen mientras me duele todo el cuerpo.