De la cosas cotidianas 44… oscuridad

Después de cada noche, viene el amanecer y todo túnel oscuro tiene una luz a su final...

Estamos acostumbrados a escuchar este tipo de frases, pero ¿qué pasa cuabdo la oscuridad se prolonga?

En estos días pasados pude tener mi lección en carne viva, a cerca de la oscuridad.😳

Y es que una cosa es tener la electrícidad fallando…

Otra, saber que la luz del día de alguna manera puede ayudar a ver algo a donde no llega la electricidad…

Y otra cosa mucho más radical, es estar totalmente a oscuras

Donde tus pupilas quieren ver y hacen todo lo posible por enfocar, con el único resultado de simplemente no ver nada.

El estar alrededor de seis días sin electricidad en casa, me sirvió para darme cuenta de algunas cosas (Las causas de estar sin el servicio las voy a obviar, porque eso sería tema para otra entrada y no quiero darle mucha atención a algo que puede pasarle a cualquiera en algún momento).

Toda situación difícil o inesperada sólo es un catalizador o revelador de lo que tenemos dentro. Así que voy mejor a lo que me dejaron estos días de oscuridad, al menos dentro de casa.

Cuando andamos a oscuras, tropezamos. Alguna vez te has levantado al baño en la noche, no quieres encender la luz y vas casi que a ojos cerrados… pero de pronto tropiezas, dándote un golpe en el dedo meñique de tu pie? Entonces el dolor te hace abrir los ojos, encender la luz y hasta palabrotas pueden venir a la boca de quién no la tiene amaestrada.

Simplemente la ausencia de no saber por donde andamos, nos hace más susceptibles a equivocarnos, a golpearnos, de seguro a lastimarnos.

Cuando andamos a oscuras usamos los recuerdos. Si sabemos bien donde están ubicadas las cosas en nuestra casa, sabremos cómo ir aunque falte la electricidad. En teoría es así, el recuerdo nos guía y podemos llegar hasta nuestro sofá y sentarnos sin mayor inconveniente; el detalle viene cuando algo cambia y la vida siempre lo hace.

Del mismo modo cuando estamos a oscuras en nuestra mente y corazón por un dolor, ya sea una pérdida física o un despecho; tendemos a sumergirnos en el recuerdo. Repasamos una y otra vez la misma escena, creyendo que con eso llenaremos el vacío, sin embargo, este se vuelve más grande con cada pala de recuerdo que cavamos en la tierra de nuestra mente. Quién vive de recuerdos terminará lastimado por la realidad.

Estar conscientes de que estamos en oscuridad, nos llevará a buscar la luz. Alguien que no sabe que no ve, no necesita la luz. Lo más importante para salir de una situación que nos agobia o hace mal, es precisamente reconocer que estamos en ella. A los que siempre están “bien” nada podrá mejorarlos o llevarlos a un paso más allá; su tope de bienestar ya ha sido colmado. Como decía un amigo “aquí estoy, esperando un día malo pa ver cómo es” lo decís a manera de chiste, pero quién está tan, pero tan bien; ya ha acostumbrado sus pupilas a lo oscuro y su cuerpo se ha hecho insensible a los golpes; entonces irremediablemente se quedará en esa conocida oscuridad.

Para los que no, los que experimentamos cambios y estos nos hacen llorar o reír, incomodarnos de algún modo es el trampolín para saltar de un lugar a otro o dicho de otra forma, cerrar una puerta que nos hacía daño.

Quedarse a oscuras, nos enseña a no ser negligentes➰. A veces no bastan las intenciones, sino que hay que llevar a cabo una acción. No es suficiente querer que el bombillo se encienda, hay que tocar el interruptor. No se pagará la cuenta sola, hay que hacer el pago aunque sea on line y hay que trabajar para tener el dinero de cubrir esas cuentas.

La oscuridad es el marco perfecto para buscar culpables, lo que no sirve de nada. Cuando estamos en los momentos difíciles, como humanos tendemos a buscar quién tiene la culpa de que estemos así; olvidando que somos responsables de cada decisión que tomamos o hemos dejado de asumir.

Así que a pesar de estar a oscuras todos esos días, esa lección alumbró de alguna manera áreas que necesitaban luz para mi. Al menos en la práctica.

Por eso decidí compartir contigo otra cotidianidad que me hace pensar.

De las cosas cotidianas 43… el reloj que corre y no para.

Las agujas del reloj corren y corren… no paran, y cuando lo hacen decimos “se dañó” porque no nos resulta natural que el tiempo se detenga, lo cotidiano es que siga su curso.

@escriboloquesientoypienso

No me gustan los “apuros “ (apuro: m. apremio, prisa, urgencia según una de las acepciones en la RAE) ni el sentirme empujada, pero al parecer es de las cosas más normales que tocan en la vida (definitivamente soy un poco <bastante> anormal).

Creo que nunca podría participar en un concurso de esos contra el reloj, tipo “Master Chef”, ese conteo de los segundos golpeando mi resistencia, terminaría enloqueciéndome. Segundos que miden quiénes somos, terminan convirtiéndonos en kamikazes de la rapidez.

Puedo escribir debajo de una escalera, mientes voy caminando, en el transcurso de un trasnocho, en medio del tráfico, a la sola luz de una vela, bajo la lluvia; con el desamor carcomiendo mis entrañas o el exceso de sentimiento haciendo temblar mi pulso al punto de que solo salgan garabatos, pero NO con el látigo del reloj persiguiéndome. ¿Será eso algún tipo de fobia?

Pero como a veces todo resulta irónico, de un tiempo para acá mi vida se ha convertido en una carrera constante por el bendito reloj. La hora de levantarse, la carrera por llegar a tiempo, un día pendiente de cumplir con todo en el horario previsto. Confieso que eso literalmente me agota. Miro de soslayo las manecillas que con un sonido sutil y a la vez ensordecedor, me desafían.

No se logra llegar a la meta solo por correr más de prisa, pero igual reconozco que los parámetros son necesarios, para evitar la anarquía y en el fondo algo de bondad tienen. Entonces la compasión sube a mi mente y volviendo la mirada hacia ese que corre, terminó pensando lo mismo que Sanz en una de sus canciones: “corre porque es un cobarde”

Lo cierto es que por las razones que sean y lo atienda no, el tema del reloj muchas veces me pone “contra las cuerdas” y temo que la mayoría de estas, no salgo todo lo aprobada que quisiera. No es que llego tarde, porque no lo hago; es solo que sentir la presión del reloj, es como un arma letal de última generación, queriendo fusilar a mi alma de pájaro que quiere volar sin que le marquen el rumbo o que le impongan los minutos que puede hacerlo.

Por eso soy libre cuando escribo, porque aquí, el único tic tac que se oye, es el de mi corazón que se acelera o aquieta, cuando te pienso y las letras se amontonan detrás de mis sentidos.

Y vuelvo a la realidad que impera, esa que sepulta cualquier cosa que se llame sueño a su lado, entonces viene la hora de dormir, para poder despertar mañana y seguir jugando a que le hago caso a uno que presiona por su rostro sudado y respiración jadeante, siempre como cansado, porque simplemente no se detiene. Aunque no vea sus pequeñas manos en este momento, siento la influencia de sus horas sobre mis párpados; ha ganado otra batalla, pero en algún momento podré desafiarlo y ganaré la guerra, o al menos no la haré más.

De las cosas cotidianas 41… sin conexión, sin wifi!📤📥💌

WiFi… el mas solicitado!!!

Cuando estaba en mi país, lo más común o cotidiano era quedarnos sin conexión a internet, es decir sin wifi.

Había que hacer malabares, pescar la señal, descargar en cámara lenta y agradecer cada vez que podía hacer una video llamada por el WhatsApp’s sin que terminara en un «conectando » que nunca se concretaba.

Allá era normal… tercer mundo, en manos de la revolución absurda de Maduro, donde no había inversión privada y todo eso que ya sabemos, y el que no lo sabe aunque sea por la noticias ha escuchado algo.

El caso es que ya no estoy allá, al menos por el momento y desde que llegué a este otro país tricolor, la conexión en el lugar donde estoy había estado bien.

Pero un día… como producto del más terroríficamente cuento de horror, la conexión se cayó.

—¡Oh no! Era como para no dejar de revivir la zozobra que ya conocía, en cuanto a tecnología móvil se refería.

A las 48 hrs del funesto suceso nos enteramos que no había ningún desperfecto, al menos no en la tecnología o en los aparatosos que portan la señal. No, el desperfecto al parecer no era en ningún equipo, sino más bien en el funcionamiento o percepciones de una persona. ¡Plop!

En este mundo global, donde todo casi toda la gente se conecta vía WhatsApp’s o cualquier red social, donde las video llamadas unen a las familias dispersas por todo el globo azul y donde entrar en una zona wifi es algo que todo el mundo ubica mientras está en calle; no suele ser normal que alguien que tiene contratado el servicio por años, lo desinstale así, de la noche a la mañana.

Y aunque ilógico o absurdo parezca, así fue. El lugar donde estaba se quedó sin wifi, los planes de la telefonía móvil que había contratado no estaban muy claros y aunque no consumí casi nada de lo que ofrecían, de un día para otro también quede sin forma de comunicarme.

Simplemente se perdió la conexión.

Y más allá de lo que el encendido de estos bombillitos puede traer a nuestras vidas, comprendí que hay quien elige estar simplemente «desconectado» y ahí, no hay wifi que valga.

Cuando las personas no se quieren poner en contacto contigo, ni que le cantes canciones.

Y es en esos momentos cuando realmente sabes quien está y quien no.

La facilidad que da la tecnología se agradece, y certifico que sí… ¡como se agradece! porque permite estar al tanto de cómo va la vida de quienes amamos, como los hijos, por ejemplo; esos que por decisiones tomadas por ellos mismos o por situaciones extremas, se encuentran fuera de nuestro alcance físico.

Sin embargo existe otro fenómeno que no puedo obviar, y eso lo he aprendido desde hace unos meses. Hay quien elige desconectarse de uno. El wifi mental de esa persona, ya no quiere conectar con la mente de uno. No aparece, no hay señal. No existe un plan alterno para comunicarse, porque simplemente eso no es prioritario.

Veo el parpadeo de estas luces azulitas y solo puedo pensar que mientras es fácil, cualquiera se comunica; pero cuando el asunto es más complicado ¿quien realmente está interesado en lo que nos pasa?

La conexión no depende de un todo de estar cerca o lejos, depende más del interés de alguien por uno. Y es ahí cuando la realidad realmente golpea en nuestra cara.

Hay personas que tenemos muy cerca, puede que hasta en la almohada de al lado, con quien estás todo el día,y realmente no estás conectado y pueden haber otros que a penas si físicamente se pueden ver y saben como están sus vidas realmente. Conexión.

Por eso no se trata de excusas de porque te llamo o no te llamo, de cuantos mensaje recibimos en las redes sociales; se trata al fin y al cabo, del amor que existe entre las personas, porque ese es el principal wifi que puede mantenernos conectados.

Lecciones tecnológicas de conexión aplicada a la vida y al sentimiento. 📶➿📲/♥️

De las cosas cotidianas 40… cultura de reciclar ♻️ 🗑 💔

Observando un poco los detalles del entorno, en estos días he encontrado a mi paso, muchos cestos como estos.

Y la palabra común en todos ellos, es REFICLAJE. Y por supuesto, metidos en todo este movimiento por salvar al planeta, esta iniciativa se aplaude.

Las disminución de desechos que no se biodegradan con facilidad es una petición y a la vez una orden que recibimos de parte de la naturaleza, pero a la que ciertamente le paramos poco.

Los expertos del tema, sabrán desarrollar esto mucho mejor que yo, por tanto todas esas especificaciones técnicas y filosofía que le acompañan se lo dejo a los que saben.

Lo que llamó atención y me puso a pensar fue en lo que decía el letrero Justo al lado del que invitaba a reciclar y que decía:

NO RECICLABLE.

Y es que a pesar de las buenas intenciones y hasta acciones que existan para hacer funcionar algo, a veces ya no se puede «reciclar más». Eso me hizo pensar en ciertas relaciones, que han durado su tiempo, que se agotaron o simplemente uno de los dos dijo: «hasta aquí» y en el aire la posibilidad de reciclar el sentimiento, a través un «vamos a ser amigos», como para tener una salida elegante y no asumir que se le destroza el alma a alguien. En ocasiones darán ganas de reír y otras de llorar.

Hay ocasiones en la vida en que no se puede reciclar más un sentimiento. Se pasa por todos los roles; ya que si no se llena una parte, se llena otra y así se va esquivando la papelera por mucho tiempo, hasta que te das cuenta que tienes en las manos algo que debe ir directamente al cesto, que no acepta más reciclaje.

Si quieres que algo funciones y no pierda su uso, o mucho mejor, su utilidad cuida de mantenerlo, para que no llegue el momento en que ya no sirva más y quieras reparar los daños con un reciclaje que no cabe.

Hay daños tan fuertes, que no son biodegradables en el corazón, marcas que no se borrarán por llamar de otra forma la relación, por tanto es bueno estar claros a la hora de saber que lo que espera, es una papelera.

El ser humano es muy complejo para quererlo meter en el reciclaje de sus sentimientos. Honra lo que sienten por ti y no lo deseches, porque de lo contrario acabarás también en la basura, sin opción a reciclaje. ♻️

De las cosas cotidianas 38… llegar hasta el final, un riesgo

Por fin terminé la actividad de estos días con la pintura en casa. Esto me dejó cansada y muerta jajajaja. Los que han hecho esto alguna vez saben de lo que hablo y los que saben de la «fibro» que nos aqueja aún más pueden entenderlo.

Pero al margen del cansancio y todo eso, remover toda la casa me sirvió para otro tipo de pensamientos. Me permitió ver que generalmente soy obstinada en eso de llegar hasta el final, cueste lo que cueste. Sin embargo y más allá de la autocrítica, me surgió una lección en pleno movimiento.

A las cosas (como todo) a veces es necesario y bueno «removerlas»

Se que generalmente los «sabios» hablan de dejar que el tiempo cure todo y juegan a «hacerse los locos » de forma elegante. Como si ese <todo> fuera a tomar su lugar sin que intervengamos, sobre todo si fuimos nosotros mismos los causantes de un desastre. «Deja todo en manos del tiempo» escuchamos y ¿cuál es el resultado? Que el tiempo pasa, nos hacemos más viejos solo eso; de soluciones y arreglos nada.

Querer limpiar y pintar un lugar requiere que se remuevan cosas que quizás han estado fijas por mucho tiempo. Pero es necesario.

Si no, haríamos como los que barren y colocan la basura bajo la alfombra, esconden el desorden bajo del sofá o como también dice algún dicho popular «se tapa el sol con un dedo». Eso es simplemente absurdo.

Igualmente ocurre con las personas y las relaciones. A veces se pretende que «no pasa nada» porque simplemente no se habla de ellos. Se sonríe para los selfies de pareja o grupales y en el fondo no hay palabras reales y ciertas que conecten esas mismas vidas de la foto.

Lastimar a alguien y esperar que el tiempo lo sane o que una relación en la superficie logre borrar la ofensa es una salida infantil para una vida de adultos que pretendemos vivir.

Las cosas deben moverse, las situaciones deben abordarse. Es importante saber que piensa alguien más, que le hizo sentirse lastimado, escuchar su apreciación y si hay que pedir perdón, ¡pues se pide! y no con solo palabras sino con verdad, con el corazón.

Que valemos más que una pared limpia, que el amor entre las personas es el tesoro más importante que en algún momento podremos tener en nuestra vida. Que vale la pena el riesgo de abordar un problema, de llegar hasta el final, así se remuevan nuestros más profundos cimientos emocionales.

Y cuando decidimos «dejarlo así» a medias, sin mover nada; estamos diciendo (y diciéndonos a nosotros mismos) que estamos a gusto viviendo así, a «media asta» como bandera en duelo, insatisfechos pero bien en apariencia, limpios pero sucios por dentro; con relaciones vacías, pero bellas para mostrarlas en las redes.

Menos mal que terminó este trabajo de casa, miro una semana atrás y no se como fui capaz de llegar hasta el final, Dios es bueno. Y estos pensamientos vienen mientras me duele todo el cuerpo.

De las cosas cotidianas 37… cubrir, cambiar, un clavo y otro 👩‍🎨

Como a todos nos ocurre, las paredes de nuestras casas se ensucian, se manchan o simplemente nos cansamos de ver siempre los mismos colores.

¿Entonces que hacemos? ¡Pues buscar un bote de pintura, una brocha o un rodillo y… manos a la obra!

Ayer precisamente me tocó hacerlo, por todas las razones que mencioné antes y quizás alguna más. Comenzamos a pintar y todo iba bien y sin problemas hasta que decidimos poner de blanco a una pared que había sido turquesa por los últimos tres años.

Hubo que raspar, lijar, el rodillo resbalaba y no cubría, así que tuvimos que hacerlo de la forma más lenta… con una pequeña brocha, poco a poco.

Y mientras la pared se resistía a dejar el color que por mucho tiempo llevaba, fui comprendiendo una cosa:

Todo cambio es una experiencia distinta, y sustituir siempre nos va a traer sus dificultades.

Pensé además en ese refrán popular que muchos hemos acuñado a lo largo de la historia y luego en la experiencia comprendemos que no es así, que no resulta: «Un clavo saca otro clavo»

Porque venga otra persona a nuestra vida o porque decidamos dejarla entrar de forma «desesperada» ante el dolor que otro nos causó, eso no quiere decir que lo de antes desaparezca como por arte de magia.

Nadie puede «cubrirnos» las heridas que nosotros mismos no hemos dañado.

Así yo hubiera lanzado todo el bote de pintura sobre la pared, el turquesa no se habría ido de un solo golpe. Ameritó tratar la superficie, y con paciencia ir echando las capas de pintura. Al día de hoy y ya con todo bien seco, toca echar otra mano de color blanco para terminar de cubrir lo que hasta ayer ofrecía resistencia. Fue un proceso.

Generalmente los recuerdos no se rinden.

La salida a un corazón roto, a una decepción acumulada, no es abrir con desespero la puerta a alguien que quizás venga con mayor posibilidad de profundizar los males que de borrarlos.

El mejor antídoto para un dolor del alma, de esos que nos dejan rotos el sentimiento, es conversarlo con nosotros mismos, cuestionarlo, preguntarnos y responder si de verdad estamos dispuestos a sufrir toda la vida por ello. Y al final puede que obtengamos una respuesta a favor nuestra… «Ya no quiero más esto» «quiero estar bien y dejar ir a quien no quiere quedarse».

Tal vez todo el dolor no decida irse tan rápido, pero la puerta quedará abierta para que se vaya escurriendo y cuando menos lo pensemos, habremos cambiado por dentro.

Entonces, si estaremos listos para echar otro color en la pared que estuvo fracturada en nuestro interior; luego de trabajarla y cuidarla el tiempo que fuese necesario.

Para unos, los que no sienten mucho, saltar de persona en persona es sencillo; prenden y apagan el sentimiento a conveniencia (o al menos eso creen). Aunque yo soy de las que piensa que quién puede hacerlo de esa manera, es porque en verdad no sintió nada, pero esto ya es tela para coser otro traje.

Para otros, los que sienten con todo, tardará quizás más este proceso, pero el cese del dolor llega. Cuando hacemos un repaso a lo largo de todo el tiempo que duró el sentimiento y lo que eso produjo en nosotros, será la llave más segura para olvidarlo.

Pintar parece sencillo, pero tiene su ciencia; amar parece fácil, pero cuesta la vida.

De las cosas cotidianas 36… gripe! 🤧

Tengo desde el viernes de La semana pasada, una gripe que literalmente ¡Me tiene destruida!

Y cómo a todo el mundo, a mi tampoco me gusta sentirme mal. Al menos no con males extras a los que me aquejan normalmente.

El caso es que se dice que si es un virus debe entrar y salir en tres días , que si el líquido, que si esto o lo otro, pero lo cierto es que a mi me fue de regular a peor. Cada día sirvió para irme sintiendo más mal.

Creo que hoy, ya sea por los remedios, por el descanso, o por algo agradable que me ocurrió ayer en la tarde, casi noche; estoy empezando a sentirme mejor, aún sin voz, pero mejor.

Entre malestar y malestar he comprobado que como humanos queremos «salir» de todo rápido; y si es algo que no nos gusta, más. Pero todo lleva su tiempo, y eso como personas que ya contamos algunos años, lo deberíamos no sólo saber, sino aplicar.

Son muy pocas las cosas que tienen el carácter de instantáneas y significativas a la vez.

Un bebé tarda nueve meses en su proceso de gestación para alumbrar a la vida, el cambio de nuestra dentadura inicial a la permanente lleva sus años, aprender a andar en bici también hay que practicarlo. Tocar un instrumento, sacar una carrera, amar a alguien. No es cosa de un día.

Entonces, si aún las cosas naturales, esas que no requieren de nuestra intervención directa llevan su tiempo o proceso y las que nos gustan adicionalmente también, además de requerir nuestro esfuerzo o dedicación; ¿porqué seguimos con el empeño de que todo sea rápido?

Las cosas pueden tomar el tiempo, que deben tomar. Y eso es algo que si lo entendemos, viviremos los días sobre esta tierra, con algo más de sosiego.

No hablo de resignarse y echarse al abandono, hablo de hacer lo que está a nuestro alcance y reposar al saber que la semilla no florecerá el mismo día que es sembrada. No funciona así.

Por mi parte, luego de esta semana de destrucción (jajaja) creo que se empieza a cumplir el tiempo de esta gripe. No me quedé dormida en los laureles, me atendí dentro de lo posible de mi situación y esperé a que cumpliera su estadía.

Decir que al tercer día se iría y pretender hacer todo normal como si no estaba pasando nada, habría sido simplemente una tontería.

Lo cierto es que:

🤧Somos frágiles,

🤧No nos recuperamos tan rápido como quisiéramos (de una gripe y de una relación rota)

🤧Así como la lluvia viene y se queda por varios días, nosotros también necesitamos por largos días, llorar y sacar lo que hay dentro.

Por tanto, a dejar que todo ocurra según lo necesitamos, que por apurarlo todo, el tiempo no nos hará caso. 🤧

De las cosas cotidianas 35… ¡calentarse! 🔥 🤯

¿Alguna vez te has calentado… pero así, que quieres consumirlo todo?

¿Que si el mundo tuviera un tapón (como en la peli de la Era del Hielo cuando la ardilla lo consigue) halarías de él, y dejarías que todo se fuera al caño?

Últimamente he estado meditando sobre la ira, su origen, implicaciones y consecuencias en nosotros mismos, pero no quiero extenderme en eso, sino en algo práctico y cotidiano que me ha pasó recientemente.

De este lado del mundo, es casi un milagro tener una laptop (aunque usted no lo crea) los precios para el venezolano común resultan inaccesible, así que como dice la canción 🎶»El que tenga una laptop (amor) que la cuide, que la cuide» 🎶.

Entonces estoy dentro del rango de los que agradecemos que la tenemos. Sin embargo, pasamos a ser de las estadísticas del que tiene y si eso presenta algún desperfecto, casi nunca lo podemos arreglar, porque el repuesto no se consigue o simplemente porque repáralo resulta muy caro y los órganos vitales los necesitamos para vivir, así que no los podemos vender, para cubrir cualquier necesidad de estas.

El punto es, que tengo una laptop que se «calienta» cualquiera que sepa un poco de ellas podrá decirme que si es la pila, que si es el ventilador y cualquier cantidad de razones disímiles. El caso es que se calienta, al punto de que me quema los dedos, y no por el tema que escribo (jajajajaj) sino porque es la temperatura-máquina en que se monta. 🔥

Pero pasa algo admirable con mi laptop de tercer mundo, algo obsoleta y sin muchas esperanzas de cambio… y es que se APAGA.

Cuando ella se calienta, por supervivencia, ¡Se apaga!

Y en esto días, luego de pensar en mi queja acostumbrada cuando esto ocurre, me la quede mirando y le dije:

—¡Chica, pero tú si eres sabia!

Así que me dispuse a aprender de ella también.

🔥Si uno se calienta y quiere decir mil cosas fuera de lugar, mejor se apaga (callado hasta el necio pasa por sabio).

🔥Si uno se calienta y quiere tirar la puerta, batuquear algún coroto, golpear alguna pared; ¡Mejor se apaga! Salir y tomar aire, respirar profundo y tratar de pensarlo en frío es una opción que aprovecharemos mejor. Si rompemos algo luego tenemos que reponerlo y aquí eso es imposible, y las paredes no se volverán más suaves porque las golpeemos.

😍Si uno se calienta y quiere terminar una relación que vale la pena; ¡Mejor se apaga! Es preferible desmayarnos un rato, que comprobar luego que acabaste con años de esfuerzo y buenas cosas por una calentura que ni sentido tenía.

En fin, aún con las vicisitudes que se viven al norte del sur, todavía se puede aprender a estar mejor.

Mi querida y antigua laptop, mi reconocimiento para ti; que por tu bien, sabes apagarte cuando es debido. ¿Yo? ¡Tomo nota! 🙈

De las cosas cotidianas 34… ¡¡¡sin wifi!!!! 😂😱🥶

«La CANTV une a la gente»

Ese era el eslogan publicitario que la compañía nacional de teléfonos tenía hace unos años en este «norte del sur».

Sin siquiera imaginar que la internet sería lo que sería y que tantas personas nos separaríamos vía una diáspora impuesta por el simple hecho de sobrevivir, hoy, suena irónico hasta recordar lo dicho en ese lema publicitario.

Es terrorífico, frustrante y sumamente angustioso, el quedarse desconectado, es decir, sin wifi. Pero esto es ya algo cotidiano. Así qué hay que aprender a sortear las dificultades.

Ni que pagues la factura, ni que tengas el módem y hayas comprado otro aparato adicional (que en este momento olvido cómo se llama) el resultado es el mismo –estás fueraincomunicado!

Si quieres hacer una transacción bancaria, no puedes; y si logras terminarla, revisar la cuenta luego para confirmar que todo está okey, es un mito de otro tiempo que ya se nos ha vuelto imposible hacer.

Ver correos y responderlos, enviar archivos que alguien espera, pagar servicios en línea, consultar a «San Google» y su esposa, la tan criticada «Wikipedia» resulta un carrera agobiante que nos deja exhaustos.

Paradójico e irónico eso de vivir en el siglo de las comunicaciones y avances tecnológicos y a la vez sentirnos fuera del tren que lo lleva, y mientras saborear la desagradable realidad del «botón en rojo» ¡si en rojo! Así se pone la sección en el aparato sobre la leyenda que dice «Internet «. 🙄

Y hay quien comenta que antes podíamos vivir de otra manera, y es valido. Pero luego de la llegada de la internet con la comunicación global y las vídeo llamadas que llenan de alguna manera la ausencia de muchos de los que amamos, es inconcebible vivir lo días «desconectados«.

Pero aquí estoy, dándole la vuelta a la contrariedad, pescando el segundo de la conexión para estar contigo, porque ya sabes que no hay prueba más dura del estar desconectados que la de no saberte por ahí… claro! Eso va más allá de cualquier wifi material, tienen que ver más con la conexión que tiene nuestro wifi emocional. Y ahí estamos c o n e c t a d o s.

¡En esta hora, vencí el obstáculo! 📲