Escribir sobre lo que pensamos y más aún sobre lo que sentimos, puede convertirse en una verdadera odisea, una aventura de riesgo o un camino del cual alguien en algún momento insista en que debemos abandonarlo (más por su propio bien, que por el nuestro). Cada uno tiene su propia experiencia al respecto, pero para mí son esas tres y un poco más. Agreguémosle el ingrediente de la censura y el estar bajo la aprobación o no del otro, quizás del que se tiene más cerca (hablando de distancia física), pero que cada vez está más lejos del alma que es la esencia de lo que somos. Y eso realmente termina siendo, titánico.

No es sencillo, a veces resulta una carrera contra el tiempo, una inminente locura, un no claudicar aunque falten las fuerzas. Y me pregunto entonces, como quizás también te lo has preguntado tú ¿porqué lo hago? Si la comodidad (o la mediocridad) sugieren que es mejor dejar lo quieto, quieto y que no es necesario levantar polvo con las letras, sino ajustarlas a lo que no haga ruido en la mente de quien dice que nos «gobierna o controla» o en el peor de los casos, de quien se adjudica el título de dueño de nuestra vida. ¿Suenan a insurrección o rebeldía.. Mis palabras de este día ?
Quizás es que descubro que mis letras por no rendirse terminan siendo eso, una sutil revolución dada por lo que pienso y sobre todo por lo que siento, que me mueve y no permite que esas mismas letras, cesen o guarden el silencio que muchas veces les impongo, sin lograr el cometido.

Muchos escriben en la comodidad de su aposento, en medio de lo que un horario a su medida les permite, en un ambiente agradable o quizás apartado, y si no tan bonito, confortable y particular, al menos sí, respetado por los otros. Algunos tendrán el privilegio de tener una cita con sus letras a horas establecidas, con rutinas perfectas en las cuales las musas llegan, se sientan y en ese encuentro todo lo demás queda afuera, porque tienen permiso del mundo y de ellos mismos, para expresar lo que quieran… Sin escándalos, sin calificaciones o limitaciones externas que solo aprietan o sirven de mordaza a lo que en algún momento sale si es de verdad que lo tienes dentro.
Y existen otros que corremos cada vez que hay que escribir, y lo hacemos quizás en un teclado más incomodo y una pantalla más chiquita, pero es tanto lo que fluye por dentro que es imposible presentarle el silencio a las letras. Tal vez hay de los que no van con su propio nombre y sin embargo lo que son impregna cada letra que escriben, por lo que tiemblan cada vez que se cuela en alguna red y son identificables; ya que quien les ha leído alguna vez encontrará como enlazarlo cuando salga aún en la sombra de algún seudónimo, porque simplemente las palabras que escribimos cuentan lo que somos.

Si eres de uno u otro y escribes, si te sientes con mordaza o eres libre… Hacerlo, escribir, es lo que continuamente va dejando páginas llenas en el libro que tienes la oportunidad de escribir, y ese libro es la vida y sus páginas los días en los cuales nuestras letras pasan del registro en nuestra mente a ser escritas en cualquier superficie que se deje.
Yo no soy de las que goza de tiempo, ni espacio físico para hacerlo. Mi escritura es más a la carrera y batallo día a día con quien me quiere silenciar, sin embargo «a estas alturas del libro» ya no renunciaría a esto, por nada. Y a veces en el ruidoso silencio de mi pensamiento digo: -¡Qué se caiga el mundo que se ha de caer! y quizás me toque a mí misma, caer con él.
Y es que si yo, sintiendo lo que siento dejara de hacerlo, de escribir… Mi vida sería simplemente un embuste barato de los que se venden en las tiendas de la hipocresía social; de esos que muchos frecuentan y soportan a través de píldoras que a diario consumen de «palabras acomodadas para el gusto exigente», «letras complacientes que hablan mentiras que gustan» o «escritos a la carta» que alguien encarga para sentirse adulado o sobre todo, «letras que están a la medida de lo que otro sienta», que es totalmente diferente a lo que inspira salir a estas que me pertenecen y que son tuyas, también. Eso simplemente sería un sórdido vacío al que me niego a condenar estas letras mías que desde mi corazón hasta ti, me acompañan.
Mis letras de hoy son la revolución de mi alma, quizás más fuertes que otros días; sin embargo esto es también parte de lo que siento y pienso.
Nadie me las puede arrebatar, ni las letras, ni él sentimiento que las produce… Y ya sabes que es tuyo…
Escribo en mi mente, en una servilleta, en un papel cualquiera, en este cel que a veces se vuelve mi mejor compañero y otras el enemigo más odiado cuando falla. Escribo en hojas que luego arrugo para botar, y que si alguno las encontrara, la hoguera sería mi fin, pero que quizás a otro sin corazón acusador, le sirva para pensar y reflexionar al sentirse identificado con ellas. Escribo para tí, porque es el camino natural que conozco para expresar, lo que de muchas otras maneras no hay posibilidad de hacer.
Y ellas, mis letras se sublevan ante cualquiera que las reprima y buscan la salida que me dá el pensamiento para no dejarlas nunca en el silencio.

Escribo porque es la forma de estar contigo… Simple!❤️
