
Hay días que son un espectáculo, pero de esos que nadie puede ignorar. Bueno, si hay quien los ignore, pero lo que se pierde es grande.
Tal como eso bueno y especial que tenemos en frente y no terminamos de apreciar y preferimos ir a otra ventana y ver cualquier paisaje. Más o menos así.

Septiembre ha estado bello en sus inicios y también los finales de sus días. Una mezcla de color que deja pálido al pincel de cualquier grandioso pintor.
Y es que recoger en un lienzo y a veces hasta en palabras una de esas maravillas con las que nos topamos, puede resultar, imposible. El cuadro puede no hacer justicia completa, las palabras pueden quedarse cortas ante un sentimiento.

Acercarme a verles y escuchar de que conversan, es algo que me seduce, que me llama. Por eso en medio de la inmensidad de un azul tirando a negro, me siento cerca de Luna y su Lucero y les contemplo.
Siempre juntos, siempre distantes.

Y mientras más oscuro el escenario, ellos brillan más. Como para no perderse, como para no olvidarse y sobre todo para saber, que uno está ahí, a la vista del otro.
Así ocurre también con la vida. En los momentos más oscuros, difíciles y menos divertidos… en ellos brilla a nuestro lado, quien no se escuda en la distancia para no aparecer, sino que la transforma en cercanía con su brillo.

No me doy por vencida.
Septiembre en es noche que pasó, a través de los cristales, me recuerda que el estar cerca, justamente eso, nos vuelve cercanos. Que el mundo no consiste en un conjunto de seres solo queriendo sobrevivir, aún a cuesta del otro. Porque si así solo fuera, sobreviviríamos a todo, menos a nosotros mismos.
Rescato la bondad, aún en medio del caos. Que somos llamados «raza» porque somos muchos, no es cuestión de uno solo y su bienestar.
Ruego porque así como todo lo que vemos en ese cielo hermoso, Estrella, satélites, constelaciones, planetas, hasta el astro que rige algún sistema… y todos comparten en armonía (con algunos choques), y son necesarios cada uno en su órbita o lugar, de la misma manera nosotros como humanos, más temprano que tarde podamos hacerlo también.
No me uno al desahucio de pensar que simplemente la vida se trata de que impere el más fuerte sobre quién no lo es. Aunque hay muchos ejemplos de ello, también el amor, la solidaridad, el sentido gregario del hombre, debe prevalecer.
Así como Luna no se siente sola, porque el resto de lo que hay arriba le acompaña sin invadirla, así nosotros los que vivimos en este globo azul, podemos hacerlo, re aprendiendo las lecciones que el amor nos ha dejado escrita en el corazón y que nos hemos empeñado en dejar a un lado en pos de una supervivencia que más bien nos destruye.

De lo que ocurre afuera… que termina apuntándome una vez más a lo que ocurre adentro. A eso apuesto.
Septiembre, gracias por recordamos en una de tus tardes de ensueño.