Los colores de Abril son hermosos.
Hay días que comienzan y terminan como paleta en manos de un pintor muy avanzado.
Los colores van tomando brillo en la medida que nos atrevemos a detenernos a observar. Así mismo con los colores en las personas… no el de su piel, sino el de su alma y emociones.
Pasa observar eso, hay que quitarse las prisas y detenernos a prestar atención a quien queremos realmente «ver».
Y cada dolor sugiere un uso, un regalo, algo que podemos tener o compartir. El blanco de este cielo sirve para ver caminos de nubes como tiro se flechas, en la inmensidad azul que las contiene. Pareciera que un pincel cruzó con fuerza y sentimiento.
Hay emociones que podemos percibir en esa persona a quien nos tomamos tiempo para admirar. Blanco en esas expresiones de pureza que sólo dejan a la vista lo que realmente se es; la transparencia. El azul como lágrimas que delatan alguna emoción, aunque el maquillaje haya hecho intento de taparlo.
Entonces ante nosotros surgen colores más intensos, como los de la llama del fuego, ese que se enciende y definitivamente quema.
Así como ocurre en el alma que descubre su camino y decide ir en busca de ello, aunque hayan muchos obstáculos. Naranjas y rojos mezclados como cuando hay rabia y excitación a la vez, a veces a punto de consumir todas las gotas que puedan producirse a su alrededor.
Colores de la niebla, augurando oscuridad que no es posible, pero que se manifiesta.
Así como llegan tonos grises o que cubren en aquellos que esconden en su interior lo que siente. Capas que nublan lo que quisiéramos ver, y para ello hay que acercarse con cuidado y amor.
Y llega el final de día…
Colores diversos cubren el cielo de Abril, cada uno como recordando el juego que la luz pinto en su espacio.
El atardecer tiene los colores de las despedidas… así como despedimos a alguien con una sonrisa, pero eso no evita que nos sintamos tristes. Belleza melancólica.
Y al final, cuando los últimos estertores de luz quedan, los colores adquieren fuerza en sus matices como un último flash antes de marcharse.
Como ocurre con los besos en la despedidas… con la urgencia y el fuego de la entrega momentánea, pero con el mismo dolor de la separación que llega.
Abril, hoy húmedo, con colores borrosos…
Como las lágrimas que evitan que veamos con claridad cuando el dolor se la emoción también nos arropa.
Así tus colores Abril,
Tú, así los colores que me provocas.