Descansar en paz… 😴 ✝️

A veces miramos el camino por delante,
Nuestros pasos en reversa,
Y aun así pensamos que solo por movernos, avanzamos
Simplemente el horizonte se volverá mas distante.

Otras, preferimos la quietud, el silencio, la muerte...
Y el ruido del corazón es impresionante, agónico,
Las emociones están agitadas,
Las ganas de correr a la vida están dentro,
Pero afuera solo llueve y nos quedamos empapados.

Contradictorios, que somos así,
Incoherentes, incapaces de andar mucho tiempo
En línea recta,
Porque termina siendo una cuerda floja, que lastima los pies
Y el abismo abajo es demasiado grande.

Cuesta asumir el silencio y gozarlo, sin que este sea el "modus" de castigo,
Para el que nos habla mucho y dice nada,
Cuesta el coraje de dar pasos, porque eso implicaría soltar manos,
Esas, a las que alguna vez elegimos asirnos
Que quizás ahora, son solo peso muerto que nos agota.
Y nos hundimos.

Entonces la vida nos muestra una esquina,
Una curva cerrada que después de pasarla,
No hay vuelta atrás, que si seguimos vivos después de ella
Nuestra mirada cambia,
Quizás preferimos obviarla, pretender que el camino no la tiene,
Que todo siempre sigue igua, que no hay nada que cruzar.

Así se acaban nuestros días, y no vivimos...
Simplemente pretendíamos movernos,
Sin llegar a ningún lado, sin respirar demasiado, sin ningún sobresalto,
Creyendo que eso es "descansar en paz"
Para luego voltear y con una nostalgia llena de angustia, asumir que lo dejamos pasar
Y ya no hay tiempo...

La vida… su camino, su ventana ⛅️🏞

Hay momentos en los que la vida se convierte en un campo abierto, y los pasos entonces se vuelven más pequeños.

No conseguimos ir al ritmo que otros llevan, pero en el fondo eso no es necesario, porque cada latido de nuestro corazón tiene un tic tac, diferente al de muchos; y eso basta.

Encontramos entonces, belleza que nos conforta de algún modo y nos asombramos de que exista fantasía mágica en medio de caminos reales y áridos.

Nuestros pasos entonces se detienen, y dejamos por un instante de sentirnos culpables por no darlos más grandes o más rápido, y agradecemos el poder ser conducidos por ellos hasta la estación de lo bonito.

Descubrimos además, que aunque unos tienen posibilidad de volar, también se dan el permiso de dar pequeños pasos y eso les agrada.

Entendemos entonces que no hay paso pequeño, ni historia que no sea importante, sólo caminos equivocados y personas donde no debimos aterrizar nunca, pero que aún así, son aleccionadoras.

Y decidimos que queremos aferrarnos a algo, que necesitamos ser realmente abrazados, escuchados, amados; que no sirven las excusas o argumentos vagos de decir que estamos por encima de eso. No estamos blindados.

Por supuesto nos toca hacer consciente entonces, que no todos son reales, que no siempre está el brazo extendido para nosotros y mucho menos oídos atentos para escucharnos, que simplemente hay gente par quien no importamos, y eso hay que aceptarlo, por más que duela.

El camino sigue, y con el sus señales, sus paradas, sus maravillas y también sus encrucijadas. No podemos obviar ninguna de ellas, aunque queramos, pero lo mejor es que sabemos que los días siguen y junto a ellos el camino que todavía tengan nuestros pasos para seguir en él.

Hay señales que nos llevan a ver arriba, porque también por allá nacen los caminos.

Y lo delicado no se pierde, aunque las circunstancias sean duras, lo diminuto sigue siéndolo, aunque lo veamos con lupa.

Nadie necesita de grandeza y alboroto, para sentirse en paz consigo mismo; aunque en la ruta consigamos a una hilera de personas que ofrezcan las soluciones mágicas para que así sea.

Lo que es, «es»; y no tiene otra manera de nombrarse. Quizás las formas son distintas, tal vez no sea del agrado de la costumbre, pero hay cosas, situaciones y personas que no podemos decir que no son, porque si son, inexplicablemente.

Nos topamos en el camino con seres únicos y que no se repetirán, por eso mejor apreciarlos antes de que su tiempo sobre la tierra se termine. Así el aplauso común, no acompañe.

Continuamos el camino hasta darnos cuenta también que hay espacios simplemente oscuros, pero con todo y eso destellos de luz se dejan ver a nuestro paso.

Las tristezas nos visitan y marcan de algún modo, no obstante eso no cubre la totalidad de nuestro recorrido. Hay tristezas y desalientos de la mano de alegrías y voces que nos animan.

Recibimos nuevamente al día, como una estación fija en el camino: sin saber por cuánto tiempo más podremos hacerlo, pero aprovechándolo mientras dure el trayecto.

Que tontos seríamos si creyéramos que no acaba, y que siempre vamos a poder estar asomados a la ventana de la vida, sin valorar los segundos que nos tocan para pasar con nosotros y los que realmente son importantes.

Diciembre, 23; 9:00 am

Dia anterior… día de hoy 4to paso en Octubre 💭

Hay veces en que los días nos abrazan con sus afanes y no desgastan a lo sumo. No en vano Pablo dijo: «Por nada estéis afanosos». Pero somos propensos y hasta tercos con esto del afán, que no es más que la frustración de comprobar que no tenemos «el control «.

Ayer amaneció bello…

El sol hizo un despliegue de luz, espectacular.

Provocaba solo estar allí y disfrutar de tanta luz, de tanta belleza y esplendor. Pero ya sabemos que la vida no nos deja «enchinchorrarnos» en ninguna trinchera; ya sea por una cosa u otra, nos sacude.

Y eso está bien, porque de lo contrario el polvo de la inercia se nos pega, con la consecuencia obligatoria de quedarnos entumecidos hasta el límite de ya no movilizar ni siquiera los pensamientos hacia lo que una vez quisimos. Nos volveríamos simples figuras pegadas en el camino que alguien más transita; ¡y claro! Es obvio que tarde o temprano seremos eso en la vida de los demás, pero empeñarnos en empujar el proceso sería contraproducente hasta para nosotros mismos.

El movernos hacia algo o alguien mantiene nuestro enfoque en su lugar, los músculos del cuerpo y hasta los mentales (si pudiera decirse así) ejercitados: en fin nos permite experimentar qué estamos vivos o que al menos pretendemos estarlo.

Así que contemplé y fue un verdadero deleite la forma en que comenzó el día de ayer. Luego los propios afanes de día, se subieron al puesto de copiloto y me hicieron arrancar.

El sol pillaba mis pasos por todos lados y lo agradecí profundamente porque hay momentos en que a pesar de que «amanece» seguimos viendo todo en penumbras.

Confieso que no soy muy dada a estar manejando de un lado a otro y cuando lo hago es por una causa que lo amerita. Si soy quien está detrás del volante por seguridad mía y de los demás, debo dejar pasar mucho de lo que quisiera observar, y aunque a veces solo me detengo al borde de la vía y lo hago, hay otras en que simplemente no puedo, y eso definitivamente me quita las ganas de ir por ahí todo el tiempo enclaustrada dentro de un vehículo. Pero claro, si quiero a la persona a quien debo llevar o si voy a su encuentro , el asunto se resuelve. 😊 Voy sin que me pese.

No sabemos quién realmente nos quiere, hasta que no somos lo que precisamente ese otro espera o desea. Cualquiera te quiere si eres Justo lo que le pediste al genio de la lámpara.

Cuando te sientes bien y tienes recursos, quizás hasta el pariente más lejano te busque, y tu casa esté siempre llena. Pases a ser el familiar o amigo popular, que todos quieren visitar, porque siempre salen con algo de tu domicilio; ya que tu función en todo eso es que nadie se vaya con las manos vacías. Y te sientes bien, tu orgullo está arriba y te repites a ti mismo: «que bueno soy, porque doy».

Te gustan las adulaciones y sentirte imprescindible o más que necesario. Y esa sensación aunque la «pagues » con todo eso que entregas, te resulta irrisorio porque necesitas esa dosis de adulación para sentirte importante. Craso error.

¿Pero cuando no es así? ¿Qué ocurre?.

Cuando las fuerzas se agotan y el dinero se acaba, ¿quien está a tu lado capaz de sentarse en el piso contigo, si no hay muebles? ¿quién está pendiente de cómo te sientes cuándo sólo pueda escribirte un antiguo mensaje de texto, porque las video llamadas estén fuera de tu alcance? ¿A quien le resultas agradable cuando ya no eres atractivo?

Mirando la ciudad y sus males, me di cuenta de que a veces manejamos la vida como los políticos; los que si tienen algo de que lucrarse hacen las obras en las vías, colocan la valla de «trabájanos para usted» y aparentemente están allí, pendiente de todo <muestran interés>. Pero cuando ya no hay «queso en la tostada» abandonan la función de servicio para la cual se postularon alguna vez e hicieron hasta lo imposible por ganar. La ciudad pierde brillo para ellos cuando ya no hay ningún provecho económico que pueda sacarse de sus contratos.

Operamos así en lo pequeño que son nuestras relaciones personales, y extrapolamos esa filosofía hueca a lo más grande que es cuando la relación es de alcances locales, regionales y hasta nacionales.

No subo la foto del estado en que está la vialidad que conecta las dos ciudades más importantes del Estado donde vivo, porque simplemente me da pena. Dejaron perder todo un trecho de la avenida que comunica las dos lugares, solo por desidia. El caso es visible, hay carros en el canal que no corresponde y accidentes ocurren sin que nadie los evite con tan solo una señal de «peligro». Se perdió el interés, porque ya ese contrato no da para la riqueza personal de alguien. Realmente es atroz el accionar bajo esa filosofía de egoísmo y maldad.

Entonces es preferible detenerse un poco y observar otra cosa, antes que lo terrible del ser humano y que el reflejo de sus acciones nos arrope hasta sentir que asfixia.

Continué el camino…

Me repito…

El color existe, para quien esté dispuesto a verlo.

Y no todo está perdido, aunque lo parezca.

En cualquier parte puede presentarse aquello que nos reconcilie con las ganas de continuar el camino, aún cuando hayamos decidido tirar el boleto del viaje.

Comprobar que de lejos a veces las cosas parecen más imponentes o que estamos equivocados es una experiencia que sólo logramos saborear, si nos acercamos.

No es igual estar al pie, que a unos cuantos kilómetros.

Lo que puede tener forma idílica desde muy lejos, puede desmoronase como naipes que se soplan, al comprobar una tosca realidad.

Los sustos nunca faltan, la vía como la vida está llena de sobresaltos, los sinsabores están allí dispuestos a dejarnos en el paladar trozos de amargura, de desasosiego e impotencia, pero el camino continúa. El quiere ser descubierto.

Y en el momento que te detienes a disfrutarlo, puede que no estés a salvo de un «regalo» que te venga de arriba. Un pájaro que pase y vuele y te lo empañe.

Aún así, el camino sigue y el paisaje es bello.

No se invalida lo que podemos apreciar y disfrutar de todo nuestro camino por todos los huecos en que caigamos, y aunque ellos de alguna manera nos dañen o quiebren, no tiene que ser para siempre.

La tarde de ayer «se quebró y» y creo que yo con ella. No me di el permiso de estar mal, simplemente el sentirme mal me arropó hasta el punto de que también mi cuerpo se rindió por unas cuantas horas. Mis compañeros de la «Fibro» saben como es esto, y mientras la tarde lloraba «a moco suelto» yo también lo hacía sin quizás tener fuerzas de gritar las lágrimas.

El día de ayer se despidió, todo estaba mojado alrededor, pero sacó su pañuelo y enjugó nuestras lágrimas … Octubre despacio luego me dijo: «Vamos, acompáñame… sigamos «.

Y así terminamos el ciclo de llanto y nos dimos un tiempo para que la luz de los últimos minutos del día, nos calentaran el alma de a poco.

La tristeza dejó sus rastros, pero también la belleza pintó su cuadro.

Y hoy al cuarto paso de este Octubre melancólico, que ve pasar sus días como hojas bellas que caen de los árboles, el día y yo, hemos comenzado muy temprano.

Antes de que el wifi y su señal intermitente me fastidie, antes que las llamadas del día me saquen de la oportunidad de contemplar la calma y su importancia en mi vida. Estoy aquí, mirándole, mirándonos de frente.

Los colores avanzan, ya el día despierta. Los pajaritos hacen su llamado a que «volemos «, que no dejemos el polvo en nuestras alas.

El día se aclara y Octubre orgulloso como quien se perfila para asumir los pasos del día, con agrado.

No sabemos que traerá este regalo, pero de algo estoy convencida y es de que lo es… un inmenso regalo que supera cualquier cosa que tengamos.

La vida unan vez más con sus vestidos únicos, y del mismo modo nos invita a su fiesta única; no como la que pensamos nosotros en nuestras limitadas mentes sino como ella, en la agenda se su Creador sabe dárnosla.

Octubre bello y delicioso, con tonos graves e intrigantes, aquí nos encontramos nuevamente. No te canses.

Y el día sonríe y se sonroja, porque sabe que hablo de él y le observo, con ojos de admiración pase lo que pase.

Se trata de… querer ver 👀 🌷

Que llega un momento en el que tenemos que decidir «querer ver» porque sino, la vida se nos pasará a oscuras.

Piénsatelo un momento… ¡caminas por un campo en primavera! Y simplemente te empeñas en arrastrar los pies, como si atravesarás el invierno más helado.

Abre los ojos, los de adentro, los que ven más allá de la simple circunstancia, y comienza a encontrar eso que desde siempre, has estado buscando.

Nada tiene sentido de que esté ahí… si no te atreves a verlo.

Mi laberinto… el mío 💓

Recorrer los laberintos,

Los propios, esos que se enrevesan y hacen que nos perdamos en nuestros propias historias.

Arriesgarnos a hacer lo que no está al alcance paredes afuera, y esconder entre los pasos que damos huellas quizás de incendio, rastro de emociones.

No todos estamos dispuestos a adentrarnos en él, quizás nuestro hilo de oro se pierda y quedemos refugiados indefinidamente ahí.

Camino y aún cuando toda la divisiones parecen iguales, cada curva tiene un significado distinto, en común solo está el sentimiento que me lleva.

Me envuelvo en ellos, te encuentro, me encuentro y se iluminan rincones hasta ahora permanecían a oscuras.

No me arrepiento, aunque no sepa a donde van cada una de sus salidas, mientras transito sus pasillos y me encuentro con lo que me da vida, estoy satisfecha.

Nos cruzamos, y quizás al fin nos atrevamos a quedarnos aquí…