Libertad…!

Mis manos están adormecidas. Mi boca en el más mjdo silencio, mis pensamientos sin atraverse a ya nada. Simplemente he estado mucho tiempo  prisión .

Por muchos años las manos atadas, la palabra silenciada y la prohibicion absoluta de tener un pensamiento diferente al aprobado, todo para evitar que pudiera escapar, y sobre todo que me pudiera expresar. Siento aún el frío y la dureza de las esposas haciéndome daño. El verdugo con la llave guindada de su cinto, asustándome cada vez que se acerca a mi celda.P ero esta vez, enviaron a otro, uno distinto para presentsrme ante el juez, otra vez.

Quien ha estado por mucho tiempo tras laa rejas, sin aspirar vientos de libertad, puede que el solo pensarla le ahogue de susto y la sensación entre miedo y excitación se confunda.

Han corrido muchos años, hoy nuevamente ante un juez, esta vez con boleta de excarcelación que me han dicho que se expide como resultado final (para mi asombro y contraria a mi falta de esperanza). Muchos pueden opinar que no la merezco, que es preciso «pagar» por algo tan horrible como el asesinato. Sin remisión de pecado me declararon durante todo este tiempo… Ahora, milagrosamente, la libertad me espera.

No hay miradas conciliatorias y quizás pocas sean las voces (aunque sea en la mente) que expresen algún tipo de regocijo por mi salida, creo que si estuviéramos en los tiempos de la inquisición no dudarían en arrojarme de una vez a la hoguera, pero aquí estoy, el día llegó.

El ruido del martillo del juez suena seco y rotundo,y al tocar golpeando fuerte la superficie de su estrado en señal de su autoridad que es inminente, hace que comience a recordarme como fueron también hace ya una decada (que oarrce un siglo) la lectura de los cargos… los mismos que ahora, en este momento me son revocados; ahora, diez años después de haber comenzado toda esta absurda historia.

De pie, como cuando recibí la imputación de los mismos y su indefendible sentencia, hoy también estoy de pie para recibir una absolución que no termino de entender de dónde vino. Me habían dado «cadena perpetua» y ahora resulta que deciden dejarme ir…

Los cargos pronunciados por el honorable juez y confirmados por los rectos integrantes del jurado, que me encontraron culpable, fueron:

♦Asesinato en primer grado con premeditación y alevosia.

♦Sedición de la más cruel.

♦Incumplimiento del deber.

Y ante tales afirmaciones, no tuve más que aceptar lo que todos se empeñaron en decir, sus voces acusatorias eran más fuertes que la mía, y el cansancio del proceso totalmente me agotó.

Si, hoy desde el lado de quien ya no puede perder nada más, reviso los cargos y a diferencia de aquel entonces, orgullosamente me siento «culpable«. Entiendo ahora a que sabe la Libertad y sobre todo en que consiste ser libre. Estoy bien con mi sentencia, porque en definitiva me confieso culpable de:

El asesinato a mi silencio, ese que daba la resignación… el pensar y premeditar por mucho tiempo como salir del cautiverio que no dejaba que expresara lo que sentía. Eso me llevó a la gran decisión de rebelarme… ¡si, rebelarme! Y dejar de decir: ¡si! A lo que no quería y dejar de colocar negativos a lo que simplemente iba sintiendo mi corazón. Para unos, la vida perfecta, es de mayor importancia que una vida imperfecta con sentimiento (pero quizas nadie se imagina cuán dura resulta la primera y que liberadora podria ser la segunda). Homicidio en cualquier grado pueden decir que cometí, y ahora con claridad puedo decir que si. No más silencio, no tengo más tiempo para eso. Me expresare cada vez que un sentimiento ronde mi alma, el Deseo llegue a mi cuerpo y el pensamiento sacuda mi mente.

Soy además rebelde y me declaro en absoluto desacuerdo con los que se empeñan en disimular lo que se siente, solapando el ser a través de máscaras que nunca quedan bien. Tengo aversión contra el sentimiento que se resigna y ya no levanta sus alas, porque todo el mundo dice: –¡No puede ser! Sabiendo que lo que se siente es lo único que al fin y al cabo «se es».

Y con respecto al deberese que subraya la norma y hay que cumplir cuando la puerta se cierra tras nuestras ilusiones y todas se cancelan y apagan junto con la luz de cada noche, porque se sustituye lo que podemos desear y sentir por lo que «debe hacerse y como» quedando lo que realmente somos y sentimos fuera para ser simplemente miserables. Me hago promesa firme a mi misma de no cumplir nunca más uno de esos «deberes» en el que el amor hace ya «siempre» que se marchó. 

No se puede sentir por «obligación».

Oigo al juez decir el final, mientras repasaba mis cargos y mis convicciones…

– Lamentamos el tiempo perdido y ante la falta de verdaderas pruebas que soportarán todos los cargos y considerando además que el juicio fue de alguna manera distorsionando por los profundos perjuicios de unos pocos y, considerando además que lo peor que puede ocurrirle a un ser humano es estar donde no quiere y con quien no quiere… este juzgado le declara: ¡Libre!

– Ya no tengo nada más que hacer aquí. Mis manos y pies están libres de la cadenas opresivas de los pensamientos impuestos de otros, mi corazón se acelera, pero a pesar del temor, ya no hay vuelta atrás. Hoy decido volar… mi ala derecha dice: Lo que pienso y mi ala izquierda: Lo que Siento y yo aquí, me dejo impulsar por ellas. Ya no hay limitaciones impuestas por aquellos que no saben quién soy; simplemente llegaré hasta allá, hasta donde realmente quiero llegar. Espérame

 «Kany García – Cómo Decirle (Acoustic Session) ft. Federico Miranda» en YouTube

https://youtu.be/FZe8vkvRbM0

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